Desde hace poco más de diez años, durante el último cuatrimestre de cada año la Ciudad de México oferta parte de su propuesta musical más importante, en la que diversos conciertos y festivales enriquecen la vida cultural de una de las ciudades más diversas del mundo. Sin embargo, el fin de este 2017 estará marcado por el sensible impasse generado tras el sismo del pasado 19 de septiembre, en el que festivales como Mutek, Aural y Fascinoma tuvieron uno de los retos más grandes de su historia. El pasado sismo afectó todos y cada uno de los aspectos de la vida de los mexicanos, incluyendo su patrimonio cultural vivo, mismo que para muchos es un elemento esencial de su  cotidiano. En ese sentido, las propuestas musicales de nicho más propositivas han sumado una dificultad logística mayor a la habitual.   Festivales como Mutek, Festival Aural y Fascinoma tienen en común que han apostado por sonoridades arriesgadas, abstractas, incluso de corte experimental, en donde el convocar a un público mayor, conseguir recursos y ejecutar una festividad de primer nivel es una labor más que compleja y laboriosa, la cual reta año con año tanto al equipo como a su público a vivir una experiencia fresca y distinta en cada emisión, acorde con una capital exigente y cambiante como lo es la de México.

Reprogramar o cancelar Tras un sismo como el que azotó al país, reconfigurar un festival implica una tarea doble, en la que perder dinero, cambiar fechas, reagendar talento y sensibilizar al público requiere tacto, inteligencia y estrategia. Los festivales musicales son hoy en día un elemento esencial del fenómeno cultural mexicano, al tiempo que son también fuente de empleo y recursos para muchos de los involucrados. En este sentido, cancelar pudo representar una catástrofe similar a la de continuar inmediatamente tras el temblor del pasado 19 de septiembre. Damían Romero, director de la emisión mexicana de Mutek, reputado festival de música electrónica y creatividad digital nacido en Canadá, ha encabezado por 14 años una de las propuestas más sólidas de su género en nuestro país. Este año, el proceso de reconfiguración vino a poner a prueba tanto la fuerza como la sensibilidad y capacidades de él y su equipo. “Reprogramar ha implicado un proceso apretado, ya que un festival como Mutek lleva meses de trabajo. Atender una situación como la que tuvimos implicó un tiempo de reacción muy rápido (…), pero también se nos presentaron las cosas de forma muy clara, ya que no había motivo para que las fechas se quedaran en el lugar en el que estaban originalmente (11 al 15 de octubre de 2017). “Y eso generó una empatía tanto dentro del equipo como ante las audiencias, y eso nos ha llevado a ver que tomamos la decisión correcta”, comenta Romero, quien junto a su equipo tomaron la decisión de donar un porcentaje de las entradas del festival al proyecto civil BioReconstruye México, activo en tareas de bioreconstrucción, en contacto directo con damnificados en las zonas afectadas. Por su parte, para Festival Aural -de corte experimental, abstracto y arriesgado-, la realidad fue un tanto distinta, ya que el sismo ocurrió un día previo al inicio de sus actividades (contempladas originalmente del 20 al 24 de septiembre), en donde la pérdidas financieras fueron probablemente más notorias y sensibles dadas las características y tamaño del festival. Rogelio Sosa enfatiza que Aural, festival que dirige, no es solamente un evento sino un largo y complejo proceso que culmina en el festival, el cual es ‘la punta del iceberg’. “El timing fue devastador. Y un día antes de que un festival comience, todos los preparativos están listos: honorarios de artistas pagados, vuelos comprados, recintos reservados, etc. “A medida que nos fuimos percatando de la magnitud del desastre también nos dimos cuenta de que el festival no podría realizarse en ese momento por muchas razones: seguridad del público y artistas y, sobre todo, el ambiente de emergencia, tensión y duelo que inundó a la ciudad, el cual exigía un respeto a las víctimas y a las labores de rescate y ayuda. “Festival Aural tiene una configuración financiera compleja. Por un lado es realizado gracias al apoyo de la Secretaría de Cultura y por otro lado depende de la taquilla de los pocos conciertos de paga que lo componen. En ambos casos, era mucho mejor hacer el festival que cancelarlo. Por un lado, la cancelación hubiera implicado regresar el apoyo federal y por el otro perder el dinero de la taquilla, el cual ya había sido utilizado en parte para pagar los honorarios de los artistas de los conciertos con costo. Sin embargo, a pesar de que era la mejor decisión realizarlo que cancelarlo, tuvimos pérdidas monumentales”. En tanto, Fascinoma, el festival más joven de su camada, con apenas un año de existencia y una reputación notable en cuanto al poderío de su curaduría de música electrónica y el tino de su experiencia se refiere, también fue uno de los grandes afectados, sacrificando tanto su cartel como la envidiable localidad en la que se albergaría originalmente del 10 al 12 de noviembre (Atlixco, Puebla).

Julián Acosta, productor general y Johan Graffman, productor artístico de Fascinoma, comentan a Forbes México que el principal factor que tuvieron que considerar fue “el estado en el que se encontraba tanto el venue (Centro Vacacional Metepec), como el estado de Puebla en general. La situación no era favorable para llevar a cabo el evento, no sólo logísticamente sino por el ánimo de una localidad que nos apoyó tanto el año pasado. Una fiesta en esas condiciones sentimos que resultaba un poco fuera de lugar. “Estuvimos muy cerca de cancelarlo por completo, pero después de una plática con todo el equipo y un análisis minucioso de los pros y contras (éticos, económicos, artísticos) decidimos continuarlo con una versión diferente, en un formato más sencillo, incluso humilde, pero que a su vez sirviera para ayudar al pueblo de Metepec, al que le tenemos tanto cariño y a donde por supuesto queremos volver”. Fascinoma tomó la decisión de trasladar sus nuevas fechas (10 y 11 de noviembre) a la CDMX, con el objetivo inmediato de dirigir parte de sus entradas a Comunal: taller de arquitectura, que estará a cargo del proyecto de desarrollo para la reconstrucción de Metepec, Atlixco. Sensibilidad, aprendizaje y finanzas Detrás de la reconfiguración no sólo de estos festivales sino de todos los conciertos, espectáculos y eventos culturales de México tras el sismo existen pérdidas, complejidad en la operación logística y una labor que el público suele no ver a primera vista, atendiendo sólo a la afectación e inmediatez del hecho de que sus artistas favoritos ya no se encuentran en el cartel. En este sentido, Damián Romero de Mutek asegura que “si a alguien no le parecieron los cambios o la reestructura, el tema es sencillo: si no entienden la dimensión de lo que sucedió pues no están comprendiendo nada, en tanto que el problema fue mayor”. En cuanto a la recepción del público, Rogelio Sosa de Festival Aural comenta que la mayoría de la gente ha sido paciente y comprensiva. “Han entendido que reagendar un evento cultural de esta magnitud requiere tiempo. Quienes conocen el festival han apreciado el esfuerzo de los organizadores y me parece que han quedado satisfechos con el resultado global de la reprogramación que, curiosamente se incrementó en días y artistas (9, 18 y 19 de noviembre y del 13 al 17 de diciembre). “Algunos otros, los menos, a pocos días después del 19 de septiembre, se manifestaron impacientemente exigiendo reembolsos y quejándose de la organización, obviamente sin entender las implicaciones de reprogramar un festival de corte cultural que además, para poder maximizar recursos, es realizado por un reducido número de personas. Pero más allá de las diatribas, estamos muy satisfechos con la recepción general del público”. El de 2017 será un año sí de de tragedia, luto y sensibilidad en la memoria de los mexicanos, pero también de camaradería, solidaridad y valiosas lecciones.

Para Johan Graffman, productor artístico de Fascinoma, el panorama es claro y motivador, ya que “el esfuerzo de todos los implicados ha sido muy grande y el hecho de que el evento se lleve a cabo es demostrar que ese esfuerzo no fue en vano. Es muy gratificante, sin embargo el cumplir el objetivo que se ha trazado Fascinoma, de ayudar a la comunidad que un inicio le dio hogar, será la cereza en el pastel que ha hecho de todo el esfuerzo una experiencia muy satisfactoria”. Por su parte, Rogelio Sosa asegura que la mayor lección de este año va de la mano con la satisfacción de “saber que todo el esfuerzo de un año sí se podrá concretar. Que el público podrá disfrutar de la minuciosa programación e interesante propuestas que el Festival Aural tiene para la Ciudad de México. Que no colapsó y se mantuvo de pie, ahora más firme que nunca”. En tanto, Damián Romero concluye que tanto él como su equipo obtuvieron aprendizajes “de todos lados, ya que levantar un festival tras lo que pasó, en un tiempo tan corto ha sido el reto más grande de mi vida. Si las cosas siguen el curso en el que fueron sucediendo habremos tenido un aprendizaje muy grande, con fuerza para salir adelante. Y para todos los que hemos trabajado en Mutek a lo largo de los últimos 14 años, el cancelar y tirar todo por la borda en momentos difíciles nunca ha sido la opción. Este es un reto mayor, pero yo me siento muy satisfecho de la entrega del equipo, estoy muy motivado y creo que saldremos más fuertes como equipo para enfrentar cualquier adversidad futura”.   Fascinoma se llevará a cabo el 10 y 11 de noviembre. Mutek se llevará a cabo del 22 al 26 de noviembre. Festival Aural se llevará a cabo del 13 al 17 de diciembre. También puede interesarte: Bahidorá, ¿funciona la apuesta por el festival boutique?  

 

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