Fotografías y videos de campanarios, cúpulas e iglesias semidestruidas dieron la vuelta al mundo tras los sismos que azotaron a México en septiembre pasado. Las mayores afectaciones ocurrieron en Morelos y Oaxaca. Estas construcciones y sus interiores son patrimonio histórico, por lo que el saldo de los temblores (de 1,821 inmuebles dañados y más de 2,000 bienes muebles afectados, entre esculturas, pinturas de caballete, murales, retablos y utensilios) adquiere una dimensión mayor. La recuperación costará unos 10,500 millones de pesos (mdp) y debería estar concluida en 2020, según estimaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Pero, especialistas han cuestionado el trabajo de este organismo federal, tanto por su velocidad de reacción, como por la eficacia de su estrategia y su capacidad económica. El gobierno mexicano opina distinto: “Lo que verás en los templos que se dañaron es que hay actividad de parte del INAH; es el único que está haciendo cosas en [la recuperación de] bienes del patrimonio cultural; el INBA y la Dirección General de Sitios y Monumentos, aquí en la CDMX; nadie más: ni la Iglesia Católica ha movido un dedo”, asegura Arturo Balandrano Campos, de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH.   Manoseo patrimonial “Mucho de lo que se perdió, que colapsó, pudo haberse evitado; no sólo porque fue mal reparado, sino porque, simplemente, no fue reparado [ni se le dio mantenimiento], porque las políticas de conservación en nuestro país, desgraciadamente, dejan mucho que desear”, plantea Enrique Lastra de Wit, docente del Taller Max Cetto, de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. A la hora de asignar recursos, las cámaras de Senadores o de Diputados privilegian otros intereses, pero no el patrimonio, añade Graciela Aurora Mota Botello, presidenta del Capítulo México del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos, por sus siglas en inglés), una institución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “Por ejemplo, con la cuestión de los sismos, dicen: ‘¿Por qué le van a dar tanto dinero a un templo, cuando no tenemos dónde vivir? Lo importante es la vivienda’. Perdónenme, pero va uno con otro. Lo que está verdaderamente lesionado es el alma colectiva y eso no se está comprendiendo”, dice la funcionaria.   ¿Y el dinero? No es la primera vez que el país tiene que levantarse de una catástrofe que recae sobre su patrimonio histórico. El temblor del 15 de junio de 1999 (de 7.0 grados) dañó 1,500 inmuebles históricos y su recuperación se llevó a cabo en dos años, según datos del INAH. Con base en esta experiencia, el instituto calcula que, en esta ocasión, la reconstrucción tardará tres años. Pero la cifra de 10,500 mdp es una estimación, debido a que no se sabrá el costo de cada inmueble hasta que haya sido totalmente evaluado e inicien las obras. A esto hay que agregar que, debajo de los escombros, hay patrimonio mueble (piezas de valor artístico e histórico) con posibles daños, cuya valuación todavía es una incógnita, lo que puede hacer variar los montos. Te puede interesar: ¿Por qué el costo de los sismos de 2017 no se compara al de 1985?

Parroquia de San miguel Arcángel; Jojutla, Morelos. Foto: Fernando Luna Arce.

Por fortuna, el sismo del 15 de junio de 1999 dejó una gran lección, en lo financiero, al gobierno federal: la importancia de asegurar el patrimonio; así que contrató una póliza contra eventos catastróficos, desde sismos hasta explosiones o guerras. Esta cobertura abarca tres eventos catastróficos al año, cada uno por 3,500 mdp. Sin embargo, el sismo del 19 de septiembre requerirá más que eso, mientras que los del 7 y el 23 necesitarán un monto menor. En números gruesos, el gobierno accederá a aproximadamente 6,000 mdp anualizados, los cuales serán otorgados en especie por Aseguradora Banorte, la cual ya comenzó la contratación de constructoras validadas por el INAH para realizar los trabajos. Sin embargo, los montos estimados por Banorte y el instituto no coincidieron, por lo que fue necesario volver a visitar los sitios afectados. A finales de enero de este año, ya había conciliaciones de negociación en el 46% de los inmuebles. Los 4,500 mdp restantes vendrán del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), pero el organismo liberará recursos hasta que quede definida la cantidad que cubrirá la aseguradora. No obstante, no faltan quienes piensan que la prioridad del Fonden será la reconstrucción de infraestructura y vivienda. “Por supuesto que la situación de la gente sin vivienda es un tema prioritario, aunque en las giras […] hemos escuchado a la gente en las comunidades diciendo: ‘No me arreglen mi casa; arreglen el templo, primero. Eso es más importante para nosotros’”, afirma Balandrano Campos.   Refuerzos ciudadanos Es posible, entonces, que haya que buscar recursos de otros lados. Por ejemplo, debido a que los sismos dañaron sitios turísticos importantes, como Cholula y Taxco, la Secretaría de Turismo federal destinó a la recuperación del patrimonio 40 mdp que no habían sido ejercidos en el programa Pueblos Mágicos, los cuales fueron destinados a seis inmuebles: Santa Prisca (en Taxco, Guerrero), el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios (en Cholula, Puebla), y otros cuatro sitios aún por definir. Pero también se contemplan aportaciones de la sociedad civil. Días después de los sismos, la Secretaría de Cultura y el INAH convocaron a constructoras, especialistas en restauración, académicos, investigadores, estudiantes, colectivos y organizaciones no gubernamentales (ONG) a incorporarse al programa de recuperación. El INAH calcula que el sector privado podría contribuir con 15% de los 10,500 mdp, unos 1,575 mdp. Ya hubo respuesta. Han obtenido ayuda de las fundaciones Alfredo Harp Helú, Azteca y Mary Street Jenkins (de Puebla). Por ejemplo, la Fundación Carlos Slim aportó toneladas de madera para apuntalamiento y lona plastificada para cubrir las bóvedas de los templos y evitar que entre el agua. En otro frente, la UNAM, el IPN, la UDLA, la BUAP y la Universidad de Zacatecas han conformado brigadas de registro de daños. Te puede interesar: Ingenieros mexicanos lanzan App para identificar daños en inmuebles

Iglesia de San Gregorio Atlapulco; Xochimilco, CDMX. Foto: Hector Vivas/Getty Images.

También se podría recibir de la Unesco alrededor de tres contribuciones, de 60,000 euros (1.4 mdp) cada una, para recuperar parte de lo afectado en inmuebles inscritos en la lista de Patrimonio Mundial, como lo son Xochimilco (en la Ciudad de México), Centro Histórico y Monte Albán (en Oaxaca), el conjunto de conventos de las faldas del Popocatépetl y el Centro Histórico de Puebla. También el gobierno de Alemania propuso adoptar la recuperación del convento de Hueyapan, en Morelos; y Francia pretende ayudar en Puebla, por lo que el INAH le propuso “cobijar” el templo de San Francisco, en el Centro Histórico, y también quiere encargarse del convento de San Bernardino de Siena, en Xochimilco.   Capacidad limitada Pero, más allá del dinero, la realidad es que el INAH no tiene capacidad para llevar a cabo las obras de recuperación. De hecho, debido a lo reducido de su estructura, actualmente sólo se ocupa de las construcciones que están bajo su resguardo, como los museos nacionales de Antropología, de las Culturas, y de Historia (Castillo de Chapultepec). Esto abre la puerta a constructoras especializadas en restauración, bajo las normas y supervisión del INAH. Pero tampoco hay suficientes empresas de este tipo: son alrededor de 300, por lo que las más especializadas se encargarán de los problemas de mayor dificultad, y tendrán que entrar compañías con poca o nula experiencia a reconstruir los inmuebles con menor daño. En cuanto a mano de obra capacitada, las opiniones están divididas. “En general, hay mucha mano de obra, tenemos muchos albañiles, tenemos canteros”, asegura Rubén Rocha y Martínez, profesor investigador titular B del INAH, quien, después de los sismos, participó en los análisis de las estructuras. Pero Lastra de Wit, de la UNAM, piensa que el trabajo no debe recaer en gente acostumbrada a trabajar con cemento portland, que se dedica a hacer banquetas y obras municipales, sino que se deberá formar personal especializado en proyectos patrimoniales, como albañiles que puedan trabajar con cal apagada o herreros capaces de forjar el hierro. Y también hay quienes opinan que la recuperación de los inmuebles debe ocurrir con los métodos originales. “[Surgió] la polaridad de decir no; no podemos permitir ninguna clase de intervención que dañe el inmueble y que lo intervenga de una manera incorrecta. Pero, ¿qué es lo correcto? ¿Intervenirlo como hace 400 años o con una investigación mucho más a fondo de nuevas tecnologías que, probablemente, lo podrían dotar de vida otros 400 años?”, cuestiona Gabriela Carrillo Valadez, quien forma parte del colectivo ReConstruir México. Desde su punto de vista, la cultura de recuperación y restauración “no puede acribillar el conocimiento”, sino que debe abrirse para generar escuelas [corrientes] que analicen cómo conservar el patrimonio, pero aprovechando la evolución de la tecnología y las fallas de los inmuebles para encontrar oportunidades de aprendizaje. Las sacudidas de septiembre no terminaron en septiembre: es el momento de sacudir los bolsillos para costear la restauración y de remover o no los conceptos de conservación de los monumentos históricos.

Historia en ruinas

El saldo de los tres sismos de septiembre de 2017 fue de 1,821 inmuebles con valor histórico afectados, la mayoría de ellos, templos construidos entre los siglos XVI y XIX. El 20% de las construcciones tuvo daños severos, pero no hubo pérdidas totales. El daño más grave ocurrió en la capilla ubicada en Ocuilan, Estado de México, de la que colapsó la cúpula, el campanario y casi el 40% del edificio. Infografía
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Un trabajador del INAH evalúa el interior de la Parroquia de la Asuncion; Yautepec de Zaragoza, Morelos. Foto: Cesar Rodriguez/Bloomberg via Getty Images.

 

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