El estancamiento de la economía mexicana es ya un hecho. Pese a que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, siga insistiendo en una moderación insignificante de la economía, la economía del país azteca vuelve a mostrar fuertes signos de desaceleración. Las grandes vulnerabilidades estructurales que posee la economía mexicana obligan al país a retomar nuevos proyectos y reformas que traten de revertir la situación. Y es que, pese a rozar la recesión técnica tras el raquítico registro de crecimiento cosechado en el segundo semestre, donde la economía ha crecido un 0,1%, los líderes en el país siguen negando una realidad más que evidente, una realidad que, tras la lectura del promedio de crecimiento de los últimos cinco trimestres, la cual muestra un muy debilitado 0,04%, pone de manifiesto la necesidad de una actuación que vuelva a impulsar el crecimiento de la economía mexicana. Hablamos de una economía como México. Una economía con gran potencial y que representa a la primera economía hispanoamericana. Una economía que ha descendido en el ranking hasta el puesto 15 a nivel mundial, pero que sigue dentro de ese selecto club, el G20, el cual integra a las primeras 20 economías del mundo. Sin embargo, no podemos caer en el error en el que está cayendo el presidente López Obrador, pues la autocomplacencia solamente llevará al país a una desaceleración más pronunciada. La economía, en un escenario de magnitud global, muestra una fuerte desaceleración económica. Una desaceleración que ya ha comenzado a impactar, de forma negativa, en economías desarrolladas y robustas como lo son Estados Unidos o las economías europeas. De igual forma, México ha comenzado a notar los efectos de esta pronunciada desaceleración, pese a haber logrado importantes hitos como el posicionarse como primer socio comercial de los Estados Unidos en plena guerra comercial. Sin embargo, las vulnerabilidades que posee el país, la informalidad de la economía mexicana, la falta de profesionalidad en determinados sectores y, sobre todo, la falta de realidad en los pronósticos del equipo del presidente, así como la falta de alineamiento con los principales organismos multilaterales, están provocando que la economía mexicana continúe apagándose, registrando crecimientos tan irrisorios como el que se presenta en la última lectura. Unos crecimientos que, para mi sorpresa, han llegado a celebrarse en distintas facciones del gobierno, como si de un éxito se tratase. Cuando hablamos de economía debemos ser muy cautelosos y objetivos. La brecha entre conocimiento económico y gobierno ha llevado a la quiebra económica a innumerables países, los cuales fueron liderados por personas que reconocieron no tener conocimiento en materia económica. España, en 2007, fue un claro ejemplo de lo que ocurre cuando no se reconoce la realidad económica, tratando de ocultarla a una sociedad que, por falta de información, la desconoce y se deja guiar por unos líderes supuestamente honestos. No reconocer la realidad económica en su día y no adoptar reformas llevó al país a una situación de recesión mucho más dura de lo que hubiese sido si se hubiera reconocido y se hubieran tomado medidas para paliar la recesión. Medidas que, por adoptarse tarde, costaron a los españoles la destrucción de más de dos millones y medio de empleos que podrían haberse evitado de haberse tomado medidas acordes y reales al escenario económico. Un discurso que también fue apoyado por BBVA Research y no sólo por la oposición. Esto mismo ocurre con México, pero, sin embargo y a diferencia de España, el país azteca tiene los medios y la capacidad para adoptar esas reformas que traten de evitar una situación parecida a lo acontecido en España durante la gran depresión. No obstante, esas medidas no pueden darse, ni materializarse, hasta que el gobierno mexicano no actúe con responsabilidad y reconozca que el país atraviesa una dura situación, así como la necesidad de reformas para afrontar un endurecimiento de la desaceleración. En economía, el tiempo es oro y cada minuto que pasa, en el que la actitud del gobierno sigue siendo la de negar el mal funcionamiento que está experimentando la economía mexicana, dificulta más la situación a futuro, siendo cada vez más difícil el que las reformas adoptadas tengan un impacto, un efecto, mucho más efectivo e inmediato en el país. La actividad económica sigue perdiendo impulso y, de no retomarla, el país continuará reajustando, obviamente a la baja, sus pronósticos de crecimiento futuro. En definitiva, la solución a lo acontecido parte de tomar conciencia de la situación que atraviesa el país y tomar medidas acordes a las necesidades económicas. No podemos seguir hablando de políticas sociales, mientras la economía, en su conjunto, precisa de otra serie de políticas como el estímulo fiscal, o la ayuda a las empresas. Podemos hacer dos cosas, seguir negando la realidad y lamentarnos en un futuro, o, por otro lado, reconocer la responsabilidad, afrontar medidas y, así, evitar el desastre total para una economía que, bien gestionada, posee un gran potencial para continuar expandiéndose.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @Fcollmorales LinkedIn: francisco-coll Facebook: FcoCollMorales Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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