Simplificar la fortaleza mostrada por el peso mexicano desde el segundo trimestre del año como el resultado de factores externos al gobierno exhibe la incapacidad para reconocer la transformación que sustenta la confianza en la estabilidad económica y los elementos que la acompañan.

Para la oposición al presidente López Obrador y al partido que representa, la apreciación mensual acumulada de 2.66% del peso contra el dólar carece de relación con la inversión extranjera y otros temas económicos como los niveles de exportación o el envío de remesas, basados en una noción minimalista de que los presidentes no determinan el valor del dólar, sino los mercados internacionales.

En medio de un proceso inflacionario que ha impacto en todo el mundo y de la volatilidad de los inversionistas, llama la atención que la moneda mexicana sea de las que mejor desempeño ha tenido entre los mercados emergentes.

En los últimos seis meses es la más apreciada frente al dólar, seguida del dólar de Hong Kong que tuvo una apreciación de 0.40%, mientras que la más depreciada es el peso argentino con –27.84%.

Durante años, bancos de inversión en Wall Street pronosticaban que el peso mexicano sería la que más se apreciaría y, cada año, el peso decepcionaba, con particular evidencia durante la administración anterior, que promovió la apertura de la economía a capital extranjero; hoy la globalización va en retroceso y la fortaleza interna es uno de los pilares de la recuperación económica poscovid.

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El equilibrio en las cuentas del gobierno —con un déficit público de apenas 13 mil millones de pesos— y la certeza de que el gobierno respeta la autonomía del Banco de México dan muestra de que se equivocan quienes afirman que el gobierno no tiene en ello ninguna responsabilidad.

Traumáticas devaluaciones en los años 80 y 90 —marcadas por la defensa del dólar como un perro o el error de diciembre— colocaron en las y los mexicanos la percepción de una moneda débil.

Incluso, entre los opositores a la llegada de López Obrador a la presidencia, hubo quienes, en junio de 2018, dos semanas antes de las elecciones, aventuraron que al cierre de ese año el dólar estaría en 25 pesos y para diciembre de 2021 en 35. Hasta dijeron: “por lo pronto ya estoy comprando mis dolaritos”.

A 4 años de distancia, hay confianza en rumbo, que se refleja en la concentración de 1.2 millones el 27N. Siempre, una divisa fuerte, por la causa que sea, es fuente de optimismo para cualquier economía y para la ciudadanía.

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Salvador Guerrero Chiprés es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

TW: @guerrerochipres

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