En este año se llevarán a cabo cinco procesos electorales para renovar a dos gubernaturas, la de Puebla, luego del fallecimiento de la exgobernadora Martha Erika Alonso y la de Baja California, donde también se elegirá al congreso local y los ayuntamientos; así como los congresos locales de Quintana Roo y Tamaulipas, y los ayuntamientos de Durango y Aguascalientes. El presidente ha dicho que no intervendrá en ellos para orientar el voto en favor de su partido y candidatos, aunque es claro que, como en otros momentos, si hay espacios de intervención presidencial. Los procesos locales tienen una lógica propia, que es distinta a la de los procesos nacionales, sin embargo, hay aspectos de la política nacional que necesariamente inciden en la forma en que los primeros se desarrollan, más cuando las estructuras partidarias no se encuentran tan ocupadas, como este año, con elecciones en otras entidades. En buena medida, la influencia de diversos actores gira en torno al interés que los cargos en disputa generan en ellos. Por ejemplo, es más relevante la elección de las gubernaturas estatales que la de los ayuntamientos en general, pero podría resultar eventualmente más relevante ganar los municipios de Naucalpan o Ecatepec, si estuvieran en disputa, que una gubernatura menor. En este caso, las dos gubernaturas son emblemáticas en el inicio del sexenio del presidente López Obrador, además de que el enemigo a vencer es el PAN, lo que hundiría aún más en una crisis de liderazgos y representación política a ese partido, en caso de que Morena ganara. En el caso de Baja California, que ha sido mantenida por el PAN desde 1989, representaría no únicamente la pérdida de un símbolo de transición democrática en su momento, sino también rompería con la hegemonía del PAN entre la mayor parte de los estados del norte del país, donde el presidente y sus distintas expresiones políticas, no habían podido articular una oposición real. En el caso de Puebla, la derrota del candidato de Morena, cuando ese partido había ganado el resto de las elecciones en esa entidad, tanto de diputados locales, ayuntamientos, presidente de la República, senadores y diputados federales, fue sintomático de la capacidad de movilización del grupo del exsenador Moreno Valle, lo que se consolidó con la decisión del tribunal electoral. Ahora, con las encuestas dando como triunfador a Morena con cualquier candidato que vaya, la desarticulación de los grupos del morenovallismo, la reaparición del exgobernador Mario Marín como fiel de la balanza, en una especie de alianza con los grupos de apoyo de Manuel Bartlett, así como la división y debilidad del PAN y el PRD locales, y nacionales, representan la posibilidad de triunfo de Morena. Ambos casos son atractivos en términos de lo que representarían para el presidente y Morena en términos de los beneficios que obtendrían con respecto a su principal oposición, pues se desdibujarían dos de los principales estados de apoyo panista y, de paso, priista. Sin embargo, las elecciones de los congresos locales de Baja California, Quintana Roo y Tamaulipas también son atractivas para Morena, pues los gobernadores de las tres entidades son panistas, a reserva de que puedan ganar Baja California como ya se mencionó. Asumir el control de tres congresos más, para sumarlos a los 20 que ya mantiene Morena, sería relevante. Además, entrar en competencia con las estructuras de poder controladas por los gobernadores de dichas entidades, implicaría un reto con el que se podría demostrar que el presidente tiene capacidad de ganar aún en entidades en que no influye. La elección de los ayuntamientos en Aguascalientes, Baja California y Durango, tienen una lógica distinta, pues obedecen a las dinámicas de control local, donde no es que haya menos interés de Morena, sino que este se liga a los grupos que controlan estructuras más locales y que en una elección pueden favorecer a un candidato o candidata y en otra elección pueden ser otros partidos a los que favorezcan. Entonces, no hay incentivos para que el presidente no intervenga, de manera directa o indirecta a partir de los programas que impulsa, o su partido político o los grupos y candidatos que él mismo apoye en las distintas entidades. No necesita hacer un mitin o un llamado a votar por sus candidatas o candidatos, sino con su presencia mediática, sus acciones de gobierno y sus estructuras de apoyo, puede hacerlo sin problema.   Contacto: Twitter: @aglopezm Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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