“La libertad significa la oportunidad de ser lo que nunca pensamos que seríamos”. Daniel J. Boorstin

Una empresa familiar bien dirigida puede, sin duda, proveer muchos beneficios a sus colaboradores. Sin embargo, es necesario advertir que dentro de la organización puede existir un ambiente opresivo que juegue en contra del beneficio de la empresa y de quienes la constituyen. Primero, es importante tener claro lo que significa o puede significar ser prisionero.

El diccionario de la Real Academia Española ofrece cuatro definiciones al respecto, dos de ellas me parecen pertinentes en el tema: 1. “Persona que está presa, generalmente por causas que no son delito” y 2. “Persona que está dominada por un afecto o pasión”. A partir de lo anterior, es posible distinguir algunas formas de prisión dentro de la empresa familiar.

Existen, por ejemplo, prisioneros de la comodidad. Estos son cautivos de sus circunstancias, al tener siempre a la mano la posibilidad de trabajo en la empresa familiar, están subyugados a lo que sus antecesores decidieron para ellos, incapaces de arriesgarse a buscar oportunidades fuera del horizonte familiar.

Vale la pena destacar que, dentro de cualquier tipo de aprisionamiento, pero específicamente en el sentido de las empresas familiares, lo verdaderamente importante de rescatar es el contraste que la libertad significa. A este respecto recuerdo una conmovedora historia:

Existía un mercader adinerado que entre sus más valiosas pertenencias poseía un loro al que había enseñado a hablar. Un día el mercader tuvo que viajar a la India y antes de partir le preguntó al loro qué deseaba que le trajera de su viaje. El ave le dijo que únicamente deseaba que hablara a sus parientes loros sobre él, sobre su anhelo de volar libre con ellos.

El mercader, aunque entristecido, siguió la encomienda. Al escucharlo, uno de los loros, que se posaba en una rama, cayó muerto. Cuando el mercader volvió y le contó lo sucedido a su loro, este cayó en su jaula aparentemente muerto. El hombre asustado abrió la jaula para intentar auxiliarlo, en ese momento el ave aprovechó para volar fuera de ella obteniendo su libertad. Había tomado como una lección la muerte de aquel pariente lejano.

Con esta narración queda de manifiesto que la libertad es una posesión que debemos procurarnos, incluso en los momentos donde parece que la comodidad es el beneficio mayor. A decir de lo anterior, existen otros tipos de prisioneros dentro de la empresa familiar, superficialmente favorecidos por sus circunstancias.

Aparecen los colaboradores y familiares que no se capacitan de manera eficiente, ni se les exige el rendimiento máximo, hecho que los lleva a nunca explorar ni explotar su potencial por lo que no son capaces de desarrollarse en otra organización, pues han caído en un estado de confort. Además, también está la prisión que pueden experimentar los parientes políticos o familiares al verse obligados a colaborar para mantener un estilo de vida o las expectativas familiares de sus cónyuges.

“Dentro de cualquier tipo de aprisionamiento, pero específicamente en sentido de las empresas familiares, lo verdaderamente importante de rescatar es el contraste que la libertad significa”.

En este punto es donde toman sentido las definiciones iniciales de prisionero. No es que necesariamente se haya cometido un delito dentro de la empresa, sino que las condiciones de desarrollo de los trabajadores o familiares se someten a situaciones específicas.

Asimismo, el afecto, la costumbre o el aparente bienestar, pueden arrebatar la noción de libertad como individuos. Señalar a un “carcelero” podría resultar, hasta cierto punto, improductivo, pues si bien la empresa familiar es guiada por un líder, cada colaborador, socio o familiar está encargado de cumplir su labor de desarrollo y decisión libremente.

Elegir volar fuera de la jaula no equivale a negar el lazo con la empresa familiar, sino a optimizar nuestras capacidades y responsabilidades como un acto de libertad. No hay que olvidar que formar parte de la empresa familiar debe ser siempre un derecho, pero nunca una imposición.

Es tan grande el deseo del ser humano por ser el dueño de sus actos, se ha llegado a considerar la libertad como uno de los máximos ideales. “La responsabilidad es el precio de la libertad”. Elbert Hubbard

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