Por: Luis Javier Álvarez Alfeirán*

Nos acercamos a uno de los meses del año que los mexicanos más apreciamos por el sentimiento nacionalista que arraiga nuestra identidad cultural. Septiembre es la temporada en donde se da vida de forma especial al «ser mexicano». Los festejos, la comida, las calles y los colores enaltecen las celebraciones que, bajo el grito de ¡viva México! impregnan el aire de un desparpajo singular. Este año será sin duda diferente. Bajo la pandemia hemos vivido semi-encerrados casi seis meses y las perspectivas apuntan a que serán todavía unos cuantos más; pero septiembre será importante para aliviar un poco la anémica economía, otra de las víctimas del Coronavirus.

La identidad cultural del mexicano no nos permite dejar pasar por alto las celebraciones. El espíritu de fiesta parece impreso en nuestro ADN. México, aunque dolido por las muertes irremediables, pero también por las innecesarias, violentado además por polarizaciones absurdas, late en el corazón de los que han nacido en esta tierra. Las fiestas cambiarán de forma; no serán en su mayoría masivas sino más bien privadas y familiares, con los amigos más cercanos, pero la comida, el tequila y la cerveza no faltarán en las mesas de los mexicanos.

La temporada de chiles en nogada ha dado inicio hace apenas unos días, este platillo, tradicional y emblemático, aparece ya en los menús de los restaurantes que se han adaptado para que pueda ser servido a domicilio. El debate sobre si es capeado o no, comienza a darse en las mesas y en las redes sociales. El patriotismo y las tradiciones ven su primavera a través de la gastronomía mexicana.

La industria gastronómica nacional; los restaurantes de todo tipo, los mercados, los pequeños productores y aquellos involucrados en la restauración y la hospitalidad, necesitan en estos días que traslademos ese nacionalismo fuera de los platos y los gritos; son muchas las familias que dependen de esta industria que aporta aproximadamente el 2% del PIB nacional y el 15% del PIB turístico, dando empleo a cerca de un millón de personas. Las medidas de sana distancia que permiten a los establecimientos un aforo del 30% o 40% son sólo un paliativo que apenas mantiene con precariedad la vida de los restaurantes.

Los mexicanos daremos el grito sin lugar a duda, recordaremos lo que somos y cómo nos hemos forjado como nación independiente, hablaremos de aquellos que nos dieron patria y libertad, pero, ver el pasado sin la perspectiva del futuro nos condena al atraso en formas que, aunque importantes en su tiempo, fueron ya superadas.

Vivir es pensar hacia adelante, planear el futuro, disfrutar el presente, aprender del pasado. El grito de ¡viva México! debe darse, en este año más que nunca, con un sentido de responsabilidad, de sana distancia, de medidas sanitarias adecuadas; debe darse también dando vida a la economía a través del consumo responsable en establecimientos que se han preparado como pocos, para ello.

El destino, –la vida de México– está más que nunca en nuestras manos, más allá de los discursos, –muchos de ellos vacíos y entorpecidos por la falta de ideas y empatía–, no depende de dádivas, prerrogativas o apoyos que nunca llegaron o fueron insuficientes. México es su gente, ¡toda su gente! México es su cultura, hospitalaria y alegre. México son sus colores. México son sus bosques, playas, selvas y desiertos. México son las ciudades que se han construido en armonía. México son sus niños, que no distinguen entre la absurda clasificación chairos o fifís, porque tenemos que aceptar que México es hoy también un país dolido por la violencia, la desigualdad y la marginación; por la polarización nacida de las tribunas políticas. Gritar por tanto ¡viva México! debe ser en el entorno de un mundo global que no mata, sino que, por el contrario, vivifica. Decir ¡viva México! es impulsar la investigación y la tecnología, las nuevas formas de energía, la economía global, la cultura, la educación, el deporte, la lectura, la familia, el respeto, la sana convivencia; es decir, gritar ¡viva México! es reconocer e impulsar aquello que nos hace ser personas en el más profundo sentido de la palabra y que nos da la posibilidad de unirnos alrededor de una mesa, con la familia y los amigos.

¡VivaMéxico!

Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán es Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

Correo: [email protected]

Twitter: @DirectorLCBMx

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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