En emprendimiento e innovación uno de los mantras más repetidos es “falla rápido y barato para acelerar el aprendizaje”. Sin embargo, diversos estudios aseguran que el fallo puede tener el efecto contrario: disminuir el aprendizaje. Estaidea del fallo cómo aprendizaje se basa en la filosofía que todo proyecto que tiene un alto grado de incertidumbre requiere de acelerar la adquisición de información para saber cuales podrían ser las mejores decisiones. Para esto, diversas metodologías como Lean Startup, Design Thinking, Agile, etc., nos invitan a desarrollar prototipos baratos para ponerlos a prueba y, seguramente, fallar pero aprender que debe de mejorarse. Pero seamos sinceros, ¿a quién le gusta fallar?, ¿qué tan fácil es tomar nuestros fallos como un aprendizaje? En este articulo vamos a hablar sobre lo importante que es el fallo, pero lo complejo y difícil que es tomarlo como un aprendizaje.

¿Por qué es importante el fracaso para aprender?

Es famoso el estrepitoso fracaso de Segway en el mercado. Esta tecnología prometía cambiar la transportación personal y suplantar al automóvil. Jeff Bezzos y Steve Jobs invirtieron en la empresa augurando que sería una tecnología revolucionaría. Sin embargo, terminó siendo un aparato de uso limitado al ocio y en algunos lugares como parques y centros comerciales.  ¿Qué fue lo que pasó? Los desarrolladores de Segway, en su afán por mantener en secreto la idea, nunca la probaron con usuarios reales y en condiciones cotidianas para plantearse si funcionaría en una calle regular, si era fácil estacionarlo y había lugares para ello, su funcionamiento en un dia de lluvia, etc. Aprendieron todo esto una vez que lanzaron el producto al mercado y la gente se dio cuenta lo difícil que era usarlo en un dia común y corriente. Para la empresa, fue un aprendizaje costoso y muy tardado.

Hoy en día, gracias a diversas metodologías de innovación, las empresas y emprendedores tienen más claro cómo evitar este tipo de errores asegurándose de fracasar rápido y barato, y acelerando el aprendizaje de que funciona y que no, con las ideas que tienen. La metodología Lean Startup, por ejemplo, nos invita a definir una hipótesis y pasar por un proceso de construcción de prototipos y de experimentos para validar si esa hipótesis se valida o no. Si no se valida, hemos obtenido valiosos aprendizajes que podemos incorporar a la siguiente iteración. Está metodología, junto con otras, ha tenido muchísima repercusión en empresas consolidadas y especialmente en startups; me atrevería a decir que ninguna startup se jactaría de serlo sin usar estos enfoques. Y cada vez más empresas consolidadas piden cursos o consultoría para aprender estos métodos. Pepsico, Roche y Bimbo son ejemplos de empresas que tienen importantes programas internos al respecto.

Hasta ahora todo suena de maravilla; pareciera que estos métodos realmente nos permiten aprender de nuestros errores. Pero seamos sinceros, ¿qué tal fácil es dejar nuestro ego de lado y aceptar que fallamos pero aprendimos? ¿realmente miramos a nuestro fracasos y decimos: “que bien, lo eche a perder pero aprendí”? ¿qué tan preparadas están las empresas y sus líderes para no juzgar el fracaso y premiar el aprendizaje?

¿Realmente aprendemos con los fracasos? Aunque pareciera que fracasando podemos aprender, diversos estudios aseguran que en muchas ocasiones el fallo tienen efectos opuestos, pues podría hacerlo difícil de observar o imposible de extraer algo positivo de un suceso negativo. Laura Eskreis, de la Universidad de Chicago, ha analizado en diversos estudios lo difícil que es para las personas poco motivadas aprender de los fracasos y que en general los seres humanos solemos esconder la cabeza cuando nos enfrentamos ante fallos que nos exponen. En otro reciente estudio se encontró que incluso las personas aprendemos mucho más de información proveniente de éxitos que de fracasos, tal como lo muestra la siguiente gráfica. Lo mismo ha sugerido el premio Nobel de economía Daniel Kahneman: las personas sufrimos del sesgo de “aversión a la perdida”, que indica que solemos lamentar más las perdidas que las ganancias; nos duele mas perder 5 pesos que ganar 10.

También, los datos demuestran que las personas con más fracasos anteriores suelen tomar los siguientes como verdaderos aprendizajes. Al parecer, las personas con menos expertise o novatos, suelen sentirse derrotados por su primeros fracasos e imposible de ver algún aprendizaje en ellos.

Gary Pisano, de Harvard, también ha analizado esta situación en empresas y ha observado que lo mismo ocurre cuando las organizaciones castigan el error; las personas suelen ocultar dichos momentos haciendo imposible aprender de ellos. En psicología existe un fenómeno llamado “aprendizaje de aversión”, que indica que los humanos aprendemos a través de experiencias muy dolorosas, sin embargo, cuando no es seguro compartir estas experiencias en un empresa, se pierde importante información para el avance de una idea.

Por su parte, Angela Duckworth también ha investigado el tema desde la perspectiva del “Fixed Mindset”, que indica que las personas pesimistas suelen aprender mucho menos de sus fracasos y toman momentos difíciles de su vida como un serio indicador que nunca podrán lograr algo positivo. Sin duda, parece que la motivación y un ambiente seguro juegan un rol muy importante para tomar el fracaso como un aprendizaje. Otro estudio llevado a cabo con participantes de un proyecto, a una parte de los participantes se les dio feedback que no los motivaba o retaba (intelligence praise) con frases como: “vas muy bien” o “eres muy inteligente”. Y a otra parte de las personas con frases como: “tu puedes mejorar” o “debes hacerlo mucho mejor a la siguiente” (effort praise). Este último grupo mejoró de forma considerable con respecto al grupo que no era motivado o no tomaban el error como un aliciente de mejora, tal como se ve en la gráfica.

¿Qué podemos hacer?

Al parecer, el mantra de “falla rápido y barato para acelerar el aprendizaje”, no siempre es fácil de lograr; existen cuestiones psicologías y organizacionales que lo impiden. ¿Qué podemos hacer entonces?

Desde la parte personal es importante comprender que el fracaso es algo temporal y que nuestras habilidades pueden mejorar siempre. Con respecto al ego y al rechazo del fracaso  personal como aprendizaje, lo que podemos hacer es aprender de otros y sus errores. Estoy seguro que al principio de este artículo aprendiste con el caso de Segway; pero ¿qué hubiera pasado si usará una situación tuya para que aprendas? Seguramente te hubieras sentido amenazado. Por otro lado, desde la parte organizacional, las empresas deben de crear una cultura que acepte el fracaso a través de un ambiente psicológico seguro que permita compartir los errores sin temor a represalias. Muchas empresas llevan a cabo actividades como los “post-mortem” o las “fuck-up night”, donde colaboradores discuten que sucedió en proyectos fracasados y comparten aprendizajes. Aunque estás son buenas prácticas, la investigación sugiere qué aprenderemos más de éxitos, por lo que es recomendable llevar a cabo actividades al respecto.

El fracaso es sin duda un gran maestro que nos muestra aprendizaje para tomar mejores decisiones. Sin embargo, hay elementos personales y organizacionales que pueden limitar dicho aprendizaje.

Contacto:

Cristian Granados es profesor, investigador y consultor en el Tec de Monterrey.*

Twitter:  @crisgranadoss

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