Imagina que un día tu jefe te pregunta: “¿Cómo te puedo ayudar a crecer en esta organización? ¿Qué puedo hacer por ti para que aproveches las oportunidades de crecimiento que hay en la compañía?”, piensa por un momento ¿Qué le responderías?  Por favor reflexiona sobre tus posibles respuestas antes de seguir leyendo. Si eres como muchas de las personas que he conocido, quizá dirías algo como: “Dime qué tengo que hacer para crecer”, o tal vez: “Dime cuáles son mis fallas, dame feedback”, o algo como: “¿Qué crees que me falta para seguir creciendo?” Muchas personas harían esas preguntas, pero si las analizas bien, te darás cuenta de que la intención es buena, pues lo que la persona intenta encontrar es un consejo que le ayude, pero también notarás que dentro de la misma está “la semilla de la destrucción”. Cuando alguien cuestiona: “¿Qué tengo que hacer para crecer?” está cometiendo dos graves errores: Primero, se olvida que para crecer hay que fijarse más en cómo tienes que ser y menos en lo que tienes que hacer. Cuando de crecimiento se trata, incluso yo diría que no sólo en el trabajo, sino en muchos otros aspectos de la vida, es más importante el ser que el hacer; lo segundo es la consecuencia de lo primero. Si en una empresa hay un colaborador que hace muy bien su trabajo, pero está resentido, contamina a los demás, se mete en chismes o tiene mala actitud, de nada le va a servir que haya hecho las cosas bien. La forma de ser cobra relevancia entre más alto quieras llegar: a niveles altos cuenta más el ser. Además, al preguntar lo que tienes que hacer, partimos de una premisa equivocada: estamos asumiendo implícitamente que existe una receta, un proceso, una serie de pasos que bastaría con seguirlos para subir de nivel. Eso no es verdad. Nunca le preguntarías a alguien: “¿Qué tengo que hacer para que te cases conmigo?”, “Dime exactamente cuántas veces te tengo que visitar, cuántas ocasiones tendremos que salir, cuántas sonrisas, serenatas, flores y regalos tengo que acumular para que te cases conmigo”, suena ridículo ¿verdad? Pues subir de nivel en tu relación, es lo mismo que subir de nivel en lo que sea: no hay recetas, no hay listas de tareas; se trata de tu forma de ser que te llevará a las acciones correctas durante el tiempo adecuado y el crecimiento se dará como consecuencia natural, por eso no es suficiente preguntar “¿Qué tengo que hacer?” El segundo error al pedir feedback a tu jefe, el preguntarle por tus fallas o por lo que te falta para seguir creciendo, es que haces que se enfoque precisamente en eso: en las fallas y en lo que te falta. No queremos eso ¿verdad? Entonces nunca preguntes eso por favor. Lo que sí podrías preguntarle (y casi nadie lo hace) es: ¿Cómo lograste llegar a tu posición? ¿En qué debería enfocarse alguien que quiere recorrer tu camino? Estas dudas puedes hacerlas, incluso, aunque tu jefe no te llame para ofrecerte ayuda. Invítalo a comer o reúnete con él o ella en un ambiente en el que no se distraiga y que tengas toda su atención por algunos momentos… y pregúntale. Quizá te sorprenda su respuesta. Y después viene la parte más importante: ¡Enfócate! Toma lo que te sirva de lo que te diga y aplícalo realmente en tu vida. Sólo hay un atajo para el crecimiento laboral: recorrer el camino (o algunas partes) que alguien ya exitoso recorrió. ¡Inténtalo y verás!   Contacto: Correo: [email protected]   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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