- Leer. Desde contratos hasta avisos de privacidad, nuestra responsabilidad como consumidores es informarnos. Leer de principio a fin tus contratos no solo te ayudará a darte cuenta de los compromisos que adquirirás, sino de los beneficios a los cuales tendrás acceso.
- Ante la duda, preguntar. Pedir que un vendedor o asesor resuelva tus dudas no tiene nada de malo y es un buen ejercicio para saber si hay gato encerrado. Si no te lo pueden explicar de una manera clara y sencilla, quizá debas reconsiderar el servicio que estás contratando.
- Comparar. Aquí entra la parte de “estudiar”. Afortunadamente en internet hay muchos recursos que te hacen la mitad del trabajo, desde herramientas comparativas hasta artículos de expertos. Haz una búsqueda sencilla en Google y te sorprenderás de la cantidad de información relacionada con el producto o servicio que te interesa.
- Monitorear. Antes de aceptar otro crédito o de solicitar uno por primera vez, lo más recomendable es monitorear el estatus de tu historial crediticio, en especial si no tienes claro si ya apareces en los registros o no. Además, puedes ser blanco de un robo de identidad o tener un mal score por algún error o mala práctica de alguna compañía.
4 hábitos básicos de un deudor inteligente
Un deudor inteligente no sólo es responsable a la hora de pagar su crédito, sino antes de obtenerlo. Leer, preguntar, comparar y monitorear son hábitos básicos.
Voy a empezar con una frase que me parece genial y pertinente en estos tiempos: “Cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene” (Tácito).
Si la trasladamos a servicios financieros para personas, sería más o menos así: cuanto más extenso sea un contrato, más atención debes ponerle.
Aún más cuando sea un contrato de tarjetas de crédito o préstamos.
En México hay leyes para que los bancos sean transparentes con sus usuarios respecto al costo de los servicios que ofrecen, y existe una comisión que verifica que las instituciones financieras cumplan con esas obligaciones (la Condusef).
Sin embargo, si bien la información está a nuestro alcance (en sitios web, folletos, etc.), como usuarios no estamos ni siquiera dispuestos a leerla, mucho menos a estudiarla para usarla a nuestro favor.
Y no culpo a nadie por no querer meterse de lleno en ese asunto; en general, la cultura financiera en México es poca y es un tema que, ante nuestra urgencia por conseguir el dinero, parece un obstáculo.
Pero si queremos mejores servicios financieros, tenemos que convertirnos en deudores inteligentes, y eso se logra con cuatro acciones muy básicas: