El 28 de noviembre del 2023 y a los 99 años de edad, falleció Charlie Munger, quien fuera la mano derecha de Warren Buffett en Berkshire Hathaway durante los últimos 60 años. Gracias a su gestión, entre 1965 y 2021 Berkshire consiguió retornos anuales promedio cercanos al 20.1%, cerca del doble de crecimiento que el índice S&P 500. Con ello, Munger y Buffett hicieron que Berkshire pasara de ser una pequeña empresa textil a un conglomerado diversificado con un valor de mercado cercano a 780 mil millones de dólares al momento de su fallecimiento.

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Munger no solo fue célebre por su habilidad para invertir, sino por su disposición para brindar consejos financieros para los inversionistas de Berkshire, pero también para sus seguidores. Esto se atestigua en las cartas para accionistas de Buffett, que pueden consultarse desde 1977 al 2023 en el sitio web de Berkshire, y también en las reuniones para accionistas de la empresa, que pueden encontrarse de 1994 al 2023 en video en línea.

En 1953, cuando Munger tenía 29 años, se acababa de divorciar y perdió su casa. Por si fuera poco, su hijo Teddy de 8 años fue diagnosticado con leucemia. Munger no tenía seguro médico y pagó con su dinero el tratamiento de su hijo hasta su muerte a los 9 años. A pesar de estos desafíos y de quedar con el corazón roto, Munger siguió su camino con disciplina y constancia.

Cuando Munger cumplió 52 años, una cirugía que salió mal le dejó ciego en un ojo, con la posibilidad de quedar completamente ciego en algún momento. Para Munger, la lectura fue una parte importante de un constante aprendizaje para incrementar sus opciones de inversión. De cara a este destino, Munger decidió comenzar a aprender Braille y así, continuar con su desarrollo pese a todos los obstáculos.

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En retrospectiva, Munger reflexiona: “Generalmente hablando, la envidia, el resentimiento, la venganza y la autocompasión son formas desastrosas de pensar. Cada vez que caes en la autocompasión, sin importar la razón, si tu hijo muere de cáncer, la autocompasión no va a mejorar tu situación. Es una forma ridícula de comportarse. La vida te dará sacudidas terribles e injustas, no importa. (…) Algunas personas se recuperan y otras no. Aquí pienso que la actitud de Epícteto es la mejor. Él pensaba que cada desgracia en la vida es una oportunidad de aprender algo, y que tu deber no es sumergirte en la autocompasión, sino usar esa sacudida de forma constructiva”.

El enfoque de Munger al invertir es la fortaleza de la filosofía de inversión value, que aprendió al leer a Benjamin Graham. Munger evitó adquirir acciones que otros inversionistas comprarían simplemente porque suponen que están en oferta. En su lugar, prefirió invertir en empresas que su análisis indicaba que eran negocios sólidos. Comprar estas empresas y luego mantenerlas en el portafolio durante largos lapsos permite que el mercado refleje su valor intrínseco con el paso de los años.

De este modo, Buffett recupera las palabras de Munger: “Olvida lo que sabes acerca de comprar negocios justos a precios extraordinarios. En su lugar, compra negocios extraordinarios a precios justos”.

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Para Charlie Munger, el éxito al invertir se alcanza con una mirada a largo plazo. Para él, la inversión no consiste en aprovechar movimientos de corto plazo en los mercados financieros, sino en comprar activos de alta calidad y mantener las posiciones por periodos largos para beneficiarse de su crecimiento a largo plazo. Es decir, el tiempo permite que las inversiones crezcan y se aprecien, aún pese a la volatilidad a corto plazo.

Asimismo, se puede aprovechar el interés compuesto, al reinvertir los retornos de la inversión inicial, llevando a una acumulación substancial de riqueza para el futuro. Finalmente, su enfoque centrado en la espera requiere evitar las decisiones impulsivas que vienen de las emociones o los movimientos de corto plazo en el mercado.

Munger declaró no haber conocido a ninguna persona inteligente, en cualquier campo, que no leyera todo el tiempo. La rutina de Munger, así como la de Warren Buffett, consiste en pasar la mayor cantidad de tiempo disponible en sentarse, leer y pensar. De este modo, Munger aconseja: “Conviértete en un autodidacta de por vida mediante la lectura voraz: cultiva la curiosidad y esfuérzate por ser un poco más sabio cada día”.

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Una de las razones de Munger para mantenerse aprendiendo es aumentar su círculo de competencia. Es decir, poder identificar los conocimientos que se tienen para aprovecharlos al máximo, y evitar lo que no se sabe, pues en ese caso, nos encontramos en condiciones de desventaja. Por ello, Munger se tomó en serio la idea de leer todo lo que pudiera, pues este proceso le permitía crear modelos mentales y tesis de inversión.

Pero también esto le permitió saber qué es lo que no entendía, y evitar esos sectores. Por ejemplo, llegó a declarar que no invirtió en el sector farmacéutico por no tener los conocimientos necesarios en biología, química y medicina para tratar de adelantarse al adelanto que iba a  revolucionar el mercado.

Para Munger, el éxito en la vida consiste en dos cosas: “Debes tener cierto nivel de confianza. Y debes saber distinguir lo que sabes de lo que no sabes. Debes conocer tu círculo de competencia. Y si reconoces tu círculo de competencia, serás un pensador más seguro y un inversionista más seguro que si no lo hicieras”.

Warren Buffett y Charlie Munger se crearon fama por analizar de cerca la forma de operar de las empresas en las que consideraban invertir. No solo se fijaban en su potencial de crecimiento, sino en que sus modelos empresariales fueran justos y éticos.

Munger fue una persona que sostuvo que se gana más dinero a largo plazo con un comportamiento ético que con una conducta cuestionable. Este mismo razonamiento se aplica en Berkshire, una empresa que cuenta con una reputación construida en base a hacer siempre lo correcto. Con ello, señaló: “Las personas firman contratos con Berkshire todo el tiempo porque confían que nos comportaremos bien donde nosotros tenemos el poder y ellos no”.

Con información de Hablemos de Bolsa, Grupo Bolsa Mexicana de Valores.

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