La prospectiva electoral enuncia la cultura política, los niveles de educación, acceso a la información, movilización, activismo político, los principios, valores, ideología y propuestas de los partidos como los principales motivadores del voto. Sin embargo, cada vez los ciudadanos son menos complejos, de corto plazo, más pragmáticos, directos, concretos. A la hora de decidir, el elector hace un recuento de una mala o buena experiencia de gobierno, el reconocimiento a los resultados, programas, políticas públicas, el estilo de gobernar o el impacto negativo de malas decisiones, escándalos y complicidades. Cuando toca elegir, la gente revisa la percepción que tiene de líderes y candidatos, de buenos o malos funcionarios, observa su entorno, su calle, su trabajo, el transporte, el medio ambiente, sus posesiones, los servicios públicos y su balance de ingreso-gasto. Más que reflexionar, revisa como se siente respecto de sus oportunidades o sus carencias; que le molesta o agrada de las condiciones en que vive su familia, se pregunta a sí mismo si se siente seguro, satisfecho, estable y si puede confiar en las autoridades, las leyes o las instituciones. Con base en lo anterior, podemos agrupar a los ciudadanos en estas categorías: 1.- Militancia efectiva. El denominado voto duro, afiliados, simpatizantes, adherentes, miembros, directivos, cuadros, burocracia partidista, cada vez en menor medida, pero todavía una parte fundamental de las organizaciones políticas. Constituyen las bases de electores que se identifican con los colores, la ideología, las tradiciones y la historia de un partido. Están convencidos, integrados y creen en sus propuestas. Leales y disciplinados se mantienen firmes en todos los procesos, en las buenas y en las no tanto, jamás votarían por otra opción, es parte de una tradición familiar, de amigos de lucha, recuerdos y memorias de muchas campañas, proselitismo, eventos, fotos, años de mantenerse unidos. 2.- Simpatizantes blandos. Estos ciudadanos se identifican con un partido, pero si no están plenamente convencidos por los candidatos pueden abstenerse, buscar otras alternativas o bien utilizar su sufragio de acuerdo con las tendencias mayoritarias. Los motiva un deseo de mejoría o democracia interna en sus organizaciones, votan con un sentido práctico, pero sin alejarse mucho de sus principios. Se agrupan en la periferia de los partidos, pero sin acercarse definitivamente a otros. 3.- Votantes cambiantes. Este es un segmento que se mantiene al alza, son los electores pragmáticos, no se identifican con nadie, seleccionan su voto basados en información, tendencias o lo que mejor les parece. No les importan las ideologías ni se casan con ellas, no existe derecha o izquierda, tampoco les interesa clasificarse como liberales o conservadores, les importa más el candidato, la oferta, una propuesta, alianzas o un tema determinado. 4.- El voto de castigo. Otro segmento en crecimiento, la gente busca alguna forma de sanción a los políticos votando en contra de determinado partido. Para ellos el sufragio debe expresar su descontento y les interesa que un nuevo gobierno acabe con los problemas heredados. Les gustaría además que el ganador metiera en la cárcel a los corruptos y se hiciera justicia ante los abusos. Para este sector, la fecha de la elección es la de ajustar cuentas, de pasar la factura y recuperar una parte de lo malgastado. 5.- El menor de los daños. Los electores quieren participar, darle un sentido a su voto, pero en realidad no encuentran una opción que sea realmente buena, al menos aceptable. Eligen entonces preguntándose ¿Cuál es el menos malo de los candidatos? ¿Qué partido es el menos quemado? ¿a quién creerle, aunque sea un poquito? No creen que las cosas cambien mucho pero no pierden la fe, todos son iguales, pero habrá alguno que pueda ser un poquito diferente. 6.- La expectativa de cambio. La motivación de esta parte del electorado es una transformación del estado actual de las cosas. Consideran que no podemos seguir igual y hay que hacer ajustes de fondo. El voto entonces dependerá de la gradualidad, profundidad y orientación de los cambios deseados. Para muchos se agotó la paciencia, ya se cansaron de esperar resultados que no llegan; de que sean siempre los mismos o de que vengan otros, pero al final no pasa nada, quieren que la democracia funcione para formar un gobierno eficiente, honesto y austero. 7.- El anti-voto. El objetivo de estos votantes es ir a las urnas para evitar que gane determinado partido o candidato. Su elección se basa en descartar opciones, quizá no se identifiquen con nadie, tampoco les convence ningún partido, pueden decidir hasta estar en la casilla, no les interesan las propuestas, pero lo que sí tienen muy claro es por quien no van a votar. En todas las reuniones, charlas, redes sociales y formatos no pierden oportunidad de criticar y les piden a sus amigos no malgastar su voto, es éticamente reprobable, un desperdicio o un error. Su argumentación es simple: a X no hay que dejarlo pasar; todos menos ese; ni un voto más para X; elige al que quieras, pero a X ni lo consideres, ¿Cómo se te ocurre?   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @CapitolCComm Facebook: Capitol Consulting & Communication S.C. Página web: Capitol Consulting & Communication Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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