Hacer que una empresa perdure y sea exitosa a lo largo de varias generaciones, es resultado de un plan cuidadosamente elaborado.     A partir de mi experiencia, durante muchos años se ha confundido un concepto de negocios: la Empresa Familiar. A mi juicio, este tipo de negocios que representan el 90 por ciento de las empresas en el país, tienen dos interpretaciones diferentes. Me explico: Empresa Familiar es aquella empresa cuya administración y propiedad está en poder de una o más familias, aunque desafortunadamente tiene como principal característica la falta de identificación y formalización de las interacciones entre los miembros de la familia y la empresa de la cual son accionistas. De esta manera, las decisiones se toman de manera individual por el fundador o líder de la empresa y familia. Por el contrario, hablar de Familia Empresaria es referirnos un equipo de personas, con vínculos familiares entre ellos, que promueven la inversión en negocios que como práctica principal, implementan buenas prácticas corporativas y para la toma de decisiones utilizan un Consejo de Administración, mientras que integran consejeros independientes. Además, también tienen debidamente definidos en sus reglamentos los asuntos que le corresponden a la familia y los que son propios de la empresa. ¿Por qué es de vital importancia hacer esta distinción? Desgraciadamente, la continuidad de las empresas familiares es baja en México. De acuerdo con el INEGI, se estima que solo el 30% alcanza la segunda generación y el 10% la tercera. La mayoría de los fracasos son originados por la falta de reglas para la gestión de la empresa y la sucesión, ya que generalmente quien la fundó no dedica tiempo para la institucionalización y el proceso de preparación del sucesor. Definitivamente lo que origina un proceso de vicios, que a su vez generan la paulatina pérdida de competitividad del negocio, es la falta de conocimiento por parte del fundador, su familia y los empleados de la empresa, de las características y particularidades del sistema que se crea al interactuar familia con empresa. Esto desencadena la quiebra de la empresa, lo que implica una pérdida de patrimonio familiar, y a veces, algo peor, un deterioro o rompimiento de las relaciones familiares. Los fundadores que han logrado éxito en sus empresas y que desean mantener la propiedad y/o gestión en poder de su siguiente generación, deben participar en el proceso de cambio a la institucionalización de su empresa y familia empresaria. Se trata de un deber que debe ser aprovechado, de lo contrario es una amenaza o debilidad.   El cambio planeado Un aspecto importante a considerar para iniciar este proceso es la responsabilidad que tiene el fundador o líder de prevenir y evitar que la interacción entre familia y empresa no se convierta en un factor de riesgo o amenaza, pues cuando no se logra éxito en la continuidad, no solo se afecta a los propietarios, sino también se vean afectados trabajadores, clientes, proveedores, sistema financiero, el gobierno y la sociedad. Por eso el proceso de cambio debe ser planeado y estructurado, e incluye el análisis, evaluación, definición e implantación de un conjunto de actividades que buscan lograr lo siguiente:
  • Mantener la competitividad de la empresa, a fin de preservar la fuente de bienestar económico de los accionistas, empleados, gobierno y la sociedad.
  • Lo anterior, entre otras actividades, se logra con la implantación de buenas prácticas corporativas que incluyen el control, gestión y gobierno en las empresas, es decir su institucionalización o profesionalización.
  • Sin duda lo principal que hay que tomar en cuenta es que la empresa tenga viabilidad en las actividades de negocios que realiza, para que pueda continuar como negocio en marcha.
  • Constituir y/o mantener a la familia, o parte de ella, como un conjunto de personas que tienen la misma visión, metas y reglas en la relación con la empresa de la cual son y/o serán propietarios.
  Es necesario para que un negocio familiar tenga éxito, mantener una familia unida y preparada para los roles que les corresponda desempeñar, ya sea como accionistas, directivos o ambos y principalmente comprometida, para evitar y prevenir la confusión entre familia y empresa.   Los riesgos Una Familia Empresaria tiene menos riesgos que una Empresa Familiar, de ahí que logren generar mayor valor para sus accionistas. La mayoría de las Empresas Familiares tienden a desaparecer o perder una parte importante de su patrimonio durante la segunda o tercera generación. En caso de incorporación de nuevos socios, evaluación crediticia, reestructuración patrimonial o ingreso al mercado de capitales, una Empresa Familiar implica mayor riesgo que un negocio propiedad de una Familia Empresaria. Finalmente, el límite entre familia y empresa es muy complicado y confuso, por lo que les recomiendo participar a todos los miembros de la familia en la elaboración de un Protocolo Familiar, que sin duda les ayudará a iniciar el proceso de cambio hacia la institucionalización de la empresa y familia. Si bien el protocolo no es una garantía de eliminación de conflictos o crisis, sí podemos afirmar que con él se estará mejor situado para resolver o afrontar los problemas o situaciones difíciles que se presenten, en virtud de que prevé una metodología para su resolución.     Contacto: Twitter: @mariorizofiscal     *Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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