Probablemente has usado Kavak para comprar o vender tu auto, has visto el nombre de la marca en la camiseta de la Selección Mexicana de futbol o sabes que el portero mexicano Guillermo Ochoa y el piloto Sergio Pérez son socios de esta empresa, pero poco se conoce sobre la tecnología (y quién la desarrolla) que ha hecho que Kavak sea el unicornio mexicano más valioso, con una valuación de 8,700 millones de dólares.

Anthony Ben Sadoun, quien se define como el francés menos francés (o quizá el francés más mexicano), ha sido el encargado de rediseñar toda la arquitectura tecnológica que ha facilitado la expansión de Kavak en casi toda América Latina y más todavía, ser la primera startup mexicana en incursionar en el mercado asiático con la reciente puesta en marcha de la empresa en Turquía. Su trabajo ha sido más en la sombra, pero le ha permitido a Kavak inclinar la balanza a su favor.

Anthony se incorporó a Kavak en enero de 2020 como Chief Product Officer y durante todo ese año, mientras las empresas de todo el mundo luchaban contra la crisis económica provocada por la pandemia por Covid-19, él y su equipo reestructuraron la tecnología de la empresa, que consistió en formar una suerte de diferentes empresas tecnológicas que fortalecieron el ecosistema de Kavak: una de ecommerce, de logística, otra de servicios financieros.

“Durante un año fue reconstruir las raíces. La tecnología es muy similar a la arquitectura real, cuando estás construyendo un edificio es muy parecido a construir software porque la fortaleza de tu fundación permite definir cuántos pisos y qué tan elaborada y sofisticada puede ser tu construcción, en este caso nuestro producto final. Cuando tu base está débil, no puedes construir muchos pisos a diferencia de una base sólida con la que puedes construir cosas espectaculares”, cuenta Anthony en una entrevista exclusiva con Forbes México.

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Los inicios en México

Anthony Ben Sadoun, que hace unos días cumplió 34 años, estudió ingeniería eléctrica en una de las mejores escuelas de ingeniería de Francia, la CentraleSupélec. Siempre estuvo motivado a construir cosas, por eso decidió estudiar ingeniería.

“La ingeniería para mí es la ciencia de la construcción”, apunta. Esas ganas de construir cosas también lo llevaron por el camino del emprendimiento, con una maestría en negocios en la HEC de París.

Durante la maestría, recuerda, cursó más clases prácticas que teóricas. “Lo que haces es construir un negocio de verdad, intentas levantar capital. Eso te permite ver todas las partes del emprendimiento. Una de estas misiones que más me encantó fue rescatar de la bancarrota.  Tienes que analizar cómo crear un plan de reestructura de deuda, dimos seguimiento a un negocio real que estaba teniendo dificultades”.

Anthony asegura que siempre le ha gustado estar en el lugar y momento correctos para trabajar. Fue así que con 25 años, recién egresado de la maestría, decidió mudarse a México porque creía firmemente que el ecosistema de empresas tecnológicas estaba por explotar en toda América Latina, y eso le representaba un mayor reto en su visión de construir cosas desde cero, ya que otras regiones como Europa, Estados Unidos o Asia ya tenían avances innovadores.

“Latinoamérica era una región que no conocía, no hablaba español, no sabía nada de México. Solo había estado en Estados Unidos. Sin embargo, tenía la sensación de que algo interesante estaba pasando acá, había un desarrollo económico muy fuerte, pero por alguna razón las empresas de comercio electrónica todavía no estaban bien desarrolladas”, recuerda. Fue así que llegó a Linio, una empresa de comercio electrónico en la que inició su carrera en desarrollo de producto.

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El paso por Linio

Anthony tenía pensado estar en México solo seis meses y ver por dónde lo iba llevando la vida. “Entro a Linio y me encuentro con un grupo extremadamente talentoso y con capital, y eso para mí era importante porque quería tener las herramientas para poder construir, creo que no hay nada más frustrante que decir quiero construir, pero no tener las herramientas o el capital”. Al principio entró al área de marketing, pero pronto descubriría producto.

“Como emprendedor tienes que estar preparado a hacer absolutamente todo. No era en absoluto algo relacionado con lo que había estudiado, pero estaba en el lugar y momento correcto. En ese momento no existían pasarelas de pago o empresas de logística de última milla. Nos dimos cuenta que para construir Linio había que construir muchas empresas diferentes. Dijimos ‘vamos a ser los pioneros’, y eso es lo que fascina del emprendimiento”, cuenta Anthony.

Linio contaba con una plataforma tecnológica que le permitía funcionar, pero no desarrollar el negocio a la escala y velocidad deseadas. Fue así que entró al área de Producto y decidió que ese era el camino que quería tomar en su carrera profesional. Y expone sus razones: “producto es la intersección perfecta entre el negocio y la ingeniería, tienes que entender cómo funciona el negocio y la tecnología para poder juntarlos y construir el producto que responde a nuestras necesidades como empresa y a las necesidades de los clientes”.

En el mundo empresarial hay pocos perfiles capaces de entender el idioma del negocio y de la ingeniería al mismo tiempo. “Hay dicho que me gusta mucho que dice que el director de producto tiene la mente de un ingeniero, el discurso de un diplomático y el corazón de un diseñador. Te gusta construir, tienes que poder comprender qué necesitamos, y sabes cómo traducir todo esto en términos de ingeniería para permitir que una empresa como Kavak hoy esté funcionando”.

“En Linio fue un aprendizaje acelerado, ahí cometí todos los errores que podía cometer. Ahí fue cuando decidí lanzarme y fui el pionero dentro de esa organización en tomar el producto y desarrollarlo, montando equipos de ingeniería, reclutando gerentes de producto, yo manejando algunas partes del producto, otras delegándolas y ladrillo por ladrillo empezamos a construir un producto que nos permitiera crecer en el futuro”, comparte.

Linio se empezó a desarrollar tanto como pudo y en agosto de 2018 fue adquirido por el grupo chileno Falabella. La adquisición, comenta Anthony, fue porque a la compañía chilena le interesó mucho la tecnología que habilitaba a Linio. “Se preguntaban cómo es que ellos con 2,000 empleados en tecnología y Linio con 100 personas hacía 50 veces más que ellos. Quisieron adquirir ese talento para internalizarlo y desarrollar esa tecnología para la organización”.

Cuando Falabella compra Linio, Anthony sintió que su misión dentro del marketplace estaba cumplida, que podía buscar nuevos retos. Todo ese tiempo estuvo en contacto con Carlos García y Roger Laughlin, ex trabajadores en Linio y fundadores de Kavak en 2016. En alguna ocasión los tres platicaron sobre el producto de Kavak y Ben Sadoun entendió que en la startup mexicana de compra y venta de autos usados estaba pasando algo grande.

“Vi la oportunidad de volver a emprender. Quise formar parte de eso. Sentía que ya podía cerrar mi capítulo en Linio, fui de cero a 100 en tan poco tiempo, fue un éxito. A Kavak lo vi como el conjunto de absolutamente todo lo que necesitaba una organización para ser exitosa, tenía un product market fit espectacular, era lo mejor de lo mejor que podías encontrar en este mercado. Las herramientas estaban”, recuerda.

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Rediseñar la tecnología Kavak

Para cuando Anthony entra a Kavak, en enero de 2020, la compañía ya era lo que era, sin embargo, en términos de la tecnología, todavía había áreas por explotar. Ese sería su trabajo. “No había ninguna duda de que Kavak estaba trayendo valor al consumidor, lo que faltaba era cómo construir una empresa tecnológica que permitiera escalar en el tiempo. Cuando entré en Kavak éramos un equipo de 30 personas en ingeniería de producto, no muchas, pero habían hecho un trabajo espectacular de construir la base, de validar el producto, para después crecerlo”.

Kavak se asume como una empresa de tecnología, y Anthony explica por qué: “la tecnología se capitaliza, es como un CAPEX, es como decir en vez de comprar una máquina voy a construir un software y este código tiene propiedad intelectual, tiene valor, se capitaliza, puedo decir este software vale tanto”. Con esto en mente la compañía entró en un proceso de transformación interna y creció sus hubs tecnológicos en Latinoamérica.

“Esa fue mi primera misión, profesionalizar el grupo. Pasamos de ser 30 a 200 personas en el lapso de un año y medio, y ahí fue cuando decidimos que Kavak iba a ser una empresa internacional y teníamos que construir una tecnología que permitiera abrir todos esos países. Es diferente tener una tecnología para cada país a una tecnología que puede funcionar en muchos países con toda su tropicalización”. Eso implicó el desarrollo de otras empresas debajo del paraguas de Kavak.

“Para construir Kavak y esta tecnología debimos construir muchas empresas tecnológicas. Una de ecommerce donde tenía muchísima experiencia con lo que construí antes en Linio, una de logística, una de soluciones de pago para diferentes perfiles”. Los primeros meses de ese 2020 convulso fueron de hacer el trabajo menos vistoso, el que nadie ve, pero que fortalece las bases que sostendrán la estructura que Kavak piensa seguir construyendo.

“En 2021 lanzamos toda esta rearquitectura de software. Ahí fue cuando decidimos que teníamos lista la fundación, y podíamos hacer más todavía.  Fue mucho trabajo en la sombra, muchas conversaciones con Carlos. Le decía que no creía que el producto fuera a cambiar mucho en un año, pero lo que sí iba a cambiar era lo que el año siguiente íbamos a poder construir encima de estas cosas”.

En Kavak saben que tener al talento tecnológico adecuado y gestionarlo de la forma correcta mueve la aguja de los negocios. “Cuando las empresas quieren construir tecnología, reclutan un equipo de tecnología y lo colocan en una cápsula separada del resto de la organización, crean una división entre el equipo de negocio y de tecnología, y qué es lo que pasa, el equipo de tecnología quiere cambiar, los de negocios no entienden, y las empresas se quedan paralizadas intentando hacer una transformación tecnológica”.

En palabras de Anthony, lo que a Kavak la hace diferente con otras empresas es que no existe esta división entre tecnología y negocio, por el contrario, entienden que el negocio es la tecnología. “No está de un lado el negocio y del otro lado la tecnología, está Kavak como empresa y en cada grupo de la organización hay tecnología, no es una cápsula aparte. El equipo de operaciones es un grupo de tecnología, el grupo marketing es un grupo de tecnología y hasta el grupo de RH tiene un pequeño grupo de tecnología”.

Es así que Anthony y su equipo tiene presencia transversal en todo Kavak. “Eso ha sido de las transformaciones más difíciles de mi vida. Yo no quería estar a cargo de un equipo aparte, yo quería que mi equipo viviera en cada rama de la organización, y hay empresas que son incapaces de hacer esto”. Esto, sumado a la visión de Carlos García y los fundadores de la empresa ha permitido que Kavak sea una empresa que transforma la tecnología en negocio y valor para el cliente.

“Lo que viene son puras buenas cosas porque los cimientos tecnológicos están. Mucho tiempo fue construir las tecnologías para después llegar a experiencias y no lo puedes hacer al revés, si empiezas construyendo en el inicio del penthouse sin haber construido lo que viene abajo, pues el negocio se va a tumbar”. Esas bases le han permitido a Kavak soportar, por ejemplo, caídas de sistemas o mejorar al instante las fricciones que en ocasiones encuentran los clientes.

Anthony cierra remarcando la importancia de la tecnología y el talento que la desarrolla en los negocios. “Sabemos que Kavak es una empresa tecnológica, no hay forma de que Kavak sea el unicornio más grande si no somos una empresa tecnológica. Eso lo entendimos el día 1 pero lo que construimos antes fue necesario para poder comprobar esto, una vez que lo validamos llegó el momento de invertir y crecer con tecnología”.

Y compara el producto de Kavak con el iPhone moment de 2007, cuando Apple, entonces dirigida por Steve Jobs, cambió la industria de los teléfonos celulares para siempre. “Nosotros hacemos un poco de eso en Kavak, cuando pensamos en la visión y el futuro, queremos tener este input de construir algo que nunca se haya construido antes, vamos en esta dirección, a eso venimos, venimos a revolucionar, estamos aquí para cambiar el mundo”.

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