Por: Yvette Mucharraz y Cano y Karla Cuilty Esquivel

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, “las personas con discapacidad son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, en interacción con diversas barreras, pueden obstaculizar su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con los demás”. Habría que tomar la definición con precaución, dado que aseverar que la discapacidad equivale a una deficiencia, sería ver esta condición como limitante, en lugar de observar el potencial, las cualidades y las fortalezas de quienes viven con un reto de distinta naturaleza, desde quien tiene dificultad en el movimiento, como quien presenta alguna alteración a nivel visual, auditivo, intelectual o de salud mental. 

En México, una de cada seis personas tiene discapacidad o algún problema o condición mental, según datos del INEGI (2020). A nivel mundial, la población en esta condición representa aproximadamente 15%, una de cada siete personas, así que la discapacidad es más frecuente de lo que comúnmente se observa, dado que esta población muchas veces pasa desapercibida y es invisible

Las personas con discapacidad suelen tener retos distintos. Por un lado, se encuentra la dificultad a la que se enfrentan día a día, por otro, una serie de suposiciones erróneas respecto a su potencial, sus capacidades o límites. Al mismo tiempo, los entornos físicos se diseñan en muchas ocasiones sin consideración de las personas con distintos tipos de discapacidad. Todo esto puede afectar su progreso e inclusión social, incluyendo el ámbito profesional, lo que impacta directamente en su bienestar e independencia económica. Además, la discapacidad puede ser congénita o adquirida en algún momento de la vida, por lo que nadie está exento de vivirla.

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Este grupo poblacional tiene una tasa de participación económica de 38.5% (ENADIS-INEGI, 2017), con mayor frecuencia en el mercado informal. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, fomentar su inclusión podría generar incrementos en el PIB de entre 2 y 3%. También, en América Latina, más mujeres tienen alguna discapacidad en comparación con los varones y son abandonadas o violentadas con mayor frecuencia. Además, la tasa de empleo de la mujer es 33 puntos porcentuales menor que para hombres con discapacidad. Esto implica un doble desafío, el primero desde una perspectiva de género que brinde soporte equitativo a hombres y mujeres, mientras que el segundo implica un esfuerzo de colaboración social en apoyo de las personas con alguna discapacidad. 

Una sencilla forma de trascender prejuicios y estereotipos que conducen a la discriminación por género o discapacidad es privilegiar el talento y las competencias. Talento es la capacidad o facilidad de ejecutar una tarea y desarrollarla con un alto nivel de competitividad; sin duda, muchas de las tareas que se requieren en las empresas podrían ser desarrolladas por personas con discapacidad. La cuestión está en que las empresas centren sus políticas de contratación en encontrar las habilidades para los puestos, evitando convencionalismos sociales o personales. 

Al mismo tiempo, es imperativo que las personas con discapacidad identifiquen su talento y lo muestren al mundo, asistan a entrevistas de trabajo o se involucren para generar emprendimientos. Existen muchos casos de mujeres con historias inspiradoras, como Frida Kahlo, Hellen Keller, Jaqueline Pulido, entre otras, que han visto la discapacidad como un puente para mostrar su talento y crecer. 

Muchas de las historias vividas desde la discapacidad nos demuestran que la frase de Neil Marcus “la discapacidad no es una lucha valiente o coraje en frente de la adversidad. La discapacidad es un arte. Es una forma ingeniosa de vivir”, es completamente cierta. 

Durante la premiación de los Óscares, fue emotivo ver que James Martin, un actor con síndrome de Down, recibió este reconocimiento. Las personas con discapacidad contribuyen de diversas formas al desarrollo de la sociedad y en muchos casos inspiran a otros a superar los límites, a ser resilientes y enfrentar con valentía la adversidad. En la publicación de Bárbara Anderson, “Invisibles”, se puede conocer la historia de 24 mexicanos con dispacidad que alcanzaron sus sueños.

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Contacto:

* Directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE Business School.

**Investigadora Sénior del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección del IPADE Business School.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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