En la actualidad, las empresas familiares enfrentan una serie de desafíos únicos. Estos van desde cuestiones de sucesión hasta conflictos internos de adaptación a un entorno empresarial en constante cambio. Sobrellevar estas problemáticas depende de cada miembro de la familia que esté involucrado, de su capacidad para el diálogo y su disposición a cooperar en la resolución de los dilemas. A continuación, menciono algunos de estos casos junto con posibles soluciones que sirvan para la efectiva prevención de cualquier conflicto.
La confluencia de intereses es algo que puede presentarse en cualquier momento dentro de una empresa familiar, razón por la cual las decisiones deben tomarse con la consigna de lo que es mejor para la empresa y no lo que satisface deseos de unos cuantos. El nepotismo también es un problema latente, por ello resulta imperativo que la nómina se conforme de personas con las aptitudes necesarias, independientemente del parentesco, en favor de la eficiencia tanto administrativa como operacional, es decir que los puestos se cubran por meritocracia y no por el derecho de sangre.
Para defender la idea que privilegia el diálogo armonioso sobre los intereses de unos cuantos, traigo a colación una breve historia llamada “Daniel y las palabras mágicas” en donde el pequeño protagonista recibe un regalo de su abuelo. El presente consistía en una caja llena de letras brillantes, que servían para formar palabras amables. Al regalar estas palabras a otras personas, Daniel lograba obtener buenas cosas de ellas; por ejemplo, entendimiento con esas personas, disposición para abrir el corazón y la razón. Además, el niño comprendía el valor de escuchar atento para ser escuchado de vuelta. El poder de las palabras, para Daniel, era como una llave para llegar a los demás, hacer y recibir el bien.
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A pesar del valor de las palabras, el funcionamiento de una empresa familiar depende de muchos otros aspectos que, ciertamente, se vinculan con la discusión sana. Atendiendo a esto es importante, por ejemplo, evitar la acumulación de funciones en una sola persona y delegar. También es primordial tomar decisiones de alto impacto de manera compartida, considerando a colaboradores, especialistas y al consejo de administración. Es vital, además, distinguir los asuntos familiares de los empresariales, de modo que la razón y la emoción encuentren cabida, pero no generen conflictos. Todos estos puntos se pueden satisfacer teniendo las reglas claramente definidas, asumiendo una ruta de tránsito que lleve de un sistema familiar hacia uno empresarial, regulando acciones y decisiones, para eso un protocolo familiar es de suma importancia.
Los integrantes de una empresa familiar y de la familia misma apuntan, como las ramas de un árbol, en distintas direcciones, pero surgen de un mismo tronco, de un interés y origen común. Esta metáfora ayuda a entender que es necesario tener consideración, respeto y tolerancia a las opiniones ajenas por un beneficio colectivo, buscar momentos y lugares oportunos para el diálogo. Estar en desacuerdo es normal, eso no debe conducir a peleas o culpables sino a soluciones favorecedoras para la empresa y para la familia y sus integrantes.
Las empresas familiares enfrentan, día con día, desafíos multidimensionales que exigen miradas estratégicas tanto como soluciones prácticas en sentido operativo y emocional. Hay claves para seguir un camino exitoso, como la planificación a largo plazo, la profesionalización, la capacidad de adaptarse a un entorno cambiante, todo esto con una caja, como la de Daniel, llena de las palabras y acciones correctas. “La razón se compone de verdades que hay que decir y verdades que hay que callar.” Conde de Rivarol
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