Por Rodrigo Galván de las Heras* ¿Usted dejaría de beber? ¿Si fuera necesario dejaría de fumar? ¿Participaría en alguna marcha contra la inseguridad? ¿Le gustaría que le preguntaran sobre el nuevo aeropuerto? Pues sí, sí y sí; en México a todo lo que termine en “ia” le vamos a decir que sí, está en nuestra naturaleza, pero hago otras preguntas ¿Estamos preparados para opinar sobre temas de aeronáutica? ¿Entenderemos bien el impacto ambiental de Texcoco? ¿Sabemos dónde queda Santa Lucía? ¿Será que el presidente electo de verdad quiere nuestra opinión? Pues no, no y no; La consulta es un estudio mal planteado en forma y fondo por dos razones: las encuestas no sirven para gobernar y en su caso, el universo a estudiar no debe de ser todos los mexicanos. El primer gobernante que hizo una consulta abierta en la historia de la humanidad se llamaba Poncio Pilatos que una buena mañana salió a su balcón y le consultó a la opinión pública a quién debía de matar, si a Barrabás o a Jesús y hasta hoy la historia dice que hacerle caso a los resultados de esa encuesta fue un error. Es decir, no porque todo el mundo esté de acuerdo en algo significa que es lo correcto o que esa conclusión colectiva lleve al bien común. Las encuestas sirven para medir posibles reacciones a la implementación de políticas públicas específicas, o para medir las demandas más sensibles de los gobernados, o tal vez hasta para medir la popularidad de los gobernantes y su posible margen de acción, pero las encuestas nunca sirven para sustituir una decisión de gobierno. Es por eso que esta consulta sobre el nuevo aeropuerto se acerca más a una salida políticamente correcta a una propuesta de campaña que nuestro presidente electo no va a poder cumplir, que a una genuina intención de preguntarle a los mexicanos su opinión. “Yo sí lo quería suspender, pero el pueblo decidió que no” Vamos a suponer que el nuevo gobierno quiere hacer un verdadero estudio de mercado sobre qué aeropuerto resuelve de manera más eficiente los problemas actuales de saturación y tiempos que presenta el AICM, entonces el estudio habría que hacerlo entre usuarios actuales y potenciales, proveedores, aerolíneas, pilotos, habitantes de la zona, es decir, el universo de estudio es todo aquel que tenga relación directa con la prestación de este servicio. En una encuesta realizada por De Las Heras Demotecnia, el 40% de los mexicanos siente que no está preparado para opinar sobre este tema, pero además hay 35% que nos dice que viaja menos de una vez al año en promedio en avión y que cuando lo hace no siempre pasa por la Ciudad de México, según lo dicho, éste segmento de los mexicanos también será consultado, por lo tanto, los resultados estarán basados en la popularidad de quién pregunta y no en el conocimiento sobre el problema a resolver. En resumen, los mexicanos en general no sabemos más de urbanismo y construcción que el próximo secretario de Comunicaciones y Transportes, tampoco sabemos más que la próxima secretaria de Ecología sobre el impacto ambiental que pueda tener el nuevo aeropuerto, o más que el futuro secretario de Hacienda sobre cuánto nos costaría cancelar Texcoco, treinta millones de mexicanos los eligieron para que ellos tomen las decisiones y resuelvan los problemas que nos competen a los mexicanos. Esta consulta va a dejar un precedente importante en nuestro país porque ahora el presidente electo tendrá que preguntarnos en cada decisión que quiera tomar o, en su defecto, explicarnos por qué sí nos pregunta para unos temas y para otros no. *Director General de la casa encuestadora De las Heras Demotecnia.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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