Existe una promesa que parece unir a todos los candidatos en campaña: el crecimiento económico. Pero es importante remarcar que no todas las recetas funcionan y que los países no crecen por decreto, sino por el incremento sostenido de la productividad de la economía. El aumento de la productividad, aunque parezca sencillo, en realidad no lo es, porque muchos factores intervienen en ese proceso, y la ignorancia de éstos puede ser un riesgo para la maduración de las economías. Uno de estos factores que me parece especialmente relevante es el papel de la inversión como palanca de la economía, del emprendimiento, la innovación y la libre empresa. Una economía sin fuentes interesantes de acceso a capital, para decirlo rápido, no tiene un futuro prometedor. A mi parecer, lo anterior depende, en buena medida, de la salud de los mercados bursátiles. El problema en México es que la bolsa, que debería ser la estrategia de salida más deseable para las empresas exitosas, los inversionistas y los emprendedores, aunque se ha sofisticado y ha crecido de modo importante en los últimos años, todavía cuenta con altas barreras de entrada y está subdesarrollada para el tamaño de la economía mexicana. Por eso, en el Instituto VIF diseñamos un indicador que permitiera medir y comparar el desarrollo y la eficacia del mercado bursátil mexicano con el de otros 40 países, con el objetivo de medir avances o retrocesos en la materia e identificar las variables que definen nuestros retos y oportunidades. Este índice (vif.com.mx/indice) es una herramienta de diagnóstico y seguimiento. Algunos de los hallazgos que se encuentran en este documento son:
  • En México, cotiza en bolsa un número limitado de empresas, la proporción más baja de la región, con 1.1 empresas por cada millón de habitantes (Brasil: 1.7; Chile: 16.6; mercados emergentes: 9.1).
  • En nuestro país, hoy cotizan 146 empresas en la bolsa, mientras que, en economías de tamaño similar, como Australia y Corea del Sur, lo hacen 2,013 (14 veces más) y 2,114 (15 veces más) empresas públicas, respectivamente.
  • Muchas industrias no están representadas en la bolsa. Por ejemplo, en México únicamente cotizan dos empresas de energía, una de salud y ninguna de tecnología.
  • También, al compararnos con economías similares, seguimos viendo una alta concentración de la capitalización de las empresas más grandes en la bolsa de valores.
Y hemos mejorado. Desde que empezamos esta medición, en 2010, México ha subido siete lugares (del 29 al 22, de 40 países analizados) en el Índice VIF de Mercados Bursátiles, y es el segundo mejor posicionado de Latinoamérica, después de Chile. Esto se dio, principalmente, por una mejora significativa en el pilar de eficiencia bancaria. A raíz de la reforma financiera, hemos visto un crecimiento sostenido del crédito como porcentaje del PIB (2014: 22%; 2017: 35%). Asimismo, México mostró estabilidad en el resto de sus calificaciones, en un contexto de deterioro en muchos de los países que estaban mejor calificados. Destaca la estabilidad económica como la principal fortaleza del país en estos años. Bajo este contexto, estos datos ponen de manifiesto que el gran reto para el futuro es el acceso al mercado bursátil. El acceso es la facilidad para que participen en la bolsa mexicana los dos actores de cualquier mercado: la oferta (empresas) y la demanda (inversionistas y ahorradores). Si la gran labor del mercado bursátil es garantizar la asignación eficiente del capital hacia el talento y proteger el poder adquisitivo de los ahorros en el tiempo, es justamente el acceso la variable que nos indica que hoy no se están encontrando de manera eficiente los ahorradores y los emprendedores. Promover el desarrollo de la bolsa de valores es, en mi opinión, la forma más eficiente de asegurar el acceso al capital para los emprendedores y las ideas empresariales disruptivas, ya que ésta representa el máximo nivel de financiamiento privado. Nuestra economía logrará crecer, como dije, en la medida en que atendemos (antes que aplicar recetas mágicas) aspectos como mejorar el acceso al capital.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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