Por: Ignacio de la Vega y Rafael Lorenzo

El filósofo Nassim Taleb acuñó en 2007 el término cisne negro para describir un suceso inesperado y de gran impacto en la sociedad. El coronavirus es, sin duda, el cisne negro del 2020. Su impacto económico dependerá de cuánto dure y de cómo actuemos todos nosotros, soldados ante la pandemia, y los diferentes agentes, gobiernos y actores de la economía, ante un entorno muy incierto en los próximos meses. 

Desde su inicio en China, las cadenas de suministro globales se han visto afectadas en la disponibilidad de inventarios y, sin duda, el shock en la actividad económica está asegurado por una menor demanda. Además de crear caos en los mercados bursátiles y financieros del mundo, la pandemia impacta de manera directa en emprendedores y pymes, afectando a su ciclo operativo, de ventas y financiero en, al menos, los siguientes puntos:

Disminución de demanda y alargamiento de ciclo de ventas

Incertidumbre en el corto y medio plazo

Dificultades para mantener empleo, obligaciones de pago y obligaciones fiscales

Problemas en tiempo y cantidad en el suministro de insumos y productos

Afectación en cuentas por cobrar y menor flujo de efectivo

Afectación en la capacidad de producción como resultado de la implementación de medidas sanitarias y de higiene en los centros de trabajo

Viabilidad

Ante estos escenarios tan inciertos y cambiantes, emprendedores y pymes necesitan tener un plan ágil que les permita anticipar consecuencias que hoy ya visualizamos en México ante las medidas sociales y gubernamentales de lucha contra la pandemia. Este plan debe contemplar:

Realizar un análisis para reducir gastos innecesarios e inversiones que se puedan posponer, sin impacto en la viabilidad futura del negocio

Abrir líneas de comunicación directas con clientes y proveedores (alianza con clientes para asegurar cobranza y negociación con proveedores)

Ajustar estimaciones de ventas para el siguiente trimestre (abril-junio) y ajustar capacidad de producción

Comunicación y coordinación constante con colaboradores aprovechando las plataformas digitales (donde sea posible)

Establecer instrucciones precisas sobre las medidas sanitarias y prácticas de higiene que se están implementando en la empresa

Estricto control del flujo de efectivo asegurando liquidez en el corto plazo

Negociación de créditos vivos con bancos y/o entidades financieras

En particular, los emprendedores y sus empresas pueden encontrar un entorno adverso al riesgo para fondeo o inversión, especialmente aquellas con modelos de negocio frágiles o con alta dependencia de algún tipo de insumo en particular.

Contratar deuda o crédito puede parecer una solución viable en el corto plazo; sin embargo, ante la incertidumbre del escenario económico y, por ende, en los tiempos para recuperar la liquidez y la normalidad en el mercado, esta decisión puede convertirse en una amenaza para las finanzas no solo del negocio, sino también de accionistas y/o avales solidarios.

No obstante, deberemos estar atentos a los programas y políticas públicas de apoyo a las pymes y emprendedores que se vayan a anunciar en los diferentes niveles de gobierno federal, estatal y municipal.

Como en toda crisis, son muchos los retos y obstáculos que emprendedores y pymes deben sortear. Sin embargo, las crisis también traen consigo oportunidades. Por ejemplo, Isaac Newton desarrolló el cálculo cuando estaba en cuarentena en 1665. Durante la crisis económica de 2008-2009 se crearon empresas que han transformado industrias completas como Uber, Airbnb, Dropbox o Spotify. Hoy estamos viendo cómo en todo el mundo industrias enteras como el retail se alinean para ser capaces de transformar sus líneas de producción hacia bienes de altísima demanda, equipamiento médico, mascarillas, o cómo empresas como Tesla buscan soluciones para producir respiradores médicos para apoyar al sector salud.

Nuestro mundo no será el mismo después del COVID-19. Creemos que el incipiente movimiento de refundación de nuestro modelo capitalista hacia un capitalismo menos de accionista o más consciente, va a aflorar en el mundo post-COVID-19. Más allá de los profit warning que inundan los mercados, empezamos a ver maravillosos ejemplos de empresas que en esta crisis ponen en el centro a las personas: empresas que dejan de pagar dividendos y dedican el excedente a pagar salarios y no despedir; cúpulas empresariales que renuncian a sus salarios de manera temporal para donarlos a los más necesitados; donaciones de equipamiento médico, comida y otros bienes fundamentales a sus comunidades; pymes que dedican recursos y empleos a apoyar en labores médicas, de alojamiento o manutención a los miles que se están quedando en la precariedad.

Ojalá que, de esta crisis global, la más seria desde la Segunda Guerra Mundial, emerja un nuevo modelo de capitalismo más incluyente, consciente y solidario, en el que maximizar el beneficio del accionista no sea el mantra de empresas y emprendedores; un nuevo modelo de liderazgo empresarial que cuide por igual la rentabilidad de sus empresas y el bienestar y prosperidad de sus clientes, empleados y comunidades.

  Contacto:

Ignacio de la Vega es decano de la Escuela de Negocios y EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey y Rafael Lorenzo, director de la Red de Emprendimiento Innovador del Tecnológico de Monterrey.

 
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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