El puesto de CEO suena al último peldaño del éxito. Para muchos quizá lo sea, pero esto no significa que es el lugar donde las presiones de trabajo desaparecen. Al contrario, quien llegue ahí, entiende a la perfección por qué se dice que, si fuera tan fácil ser jefe, todo mundo lo sería. 

Una vez que se toma esa posición, es fácil descubrir por qué existen tantos consejos para lidiar con el estrés cuando se es un CEO: la empresa entera depende de las estrategias que se tomen o abandonen, quiénes son elegidos para los puestos de coordinación o gerencia de áreas, adquisiciones, fusiones y otros procesos de los que depende la vida y crecimiento de cualquier organización. Antes, pagar las cuentas, llegar a fin de mes o cuidar a alguien enfermo o los hijos era lo que quitaba el sueño. Ahora, es el destino de un emprendimiento y toda la gente involucrada en ella (trabajadores, inversionistas, proveedores, etc.). Suficiente para que el nivel de estrés aumente.

Durante mucho tiempo, se nos hizo pensar que quien se convertía en CEO era un ser de acero, sin inseguridades a la vista ni emociones transparentes. Sin malos días, sin dudas, sin agotamiento. Esta imagen se ha ido diluyendo con el tiempo, y es una buena noticia. Porque mantener una fachada de calma ante una crisis eleva los niveles de estrés y pueden hacerle daño a cualquier persona en posición de liderazgo, de distintas formas:

En la salud física, porque el cuerpo somatiza la ansiedad en el cuerpo con dolores, cansancio, debilidad o enfermedades relacionadas con el sistema nervioso, el corazón, la presión arterial, etcétera.

En la salud mental, porque causa o empeora episodios de depresión, afecta negativamente la concentración y contribuye al sentido de frustración, entre otros aspectos.

En el desempeño, porque lo anterior mina la calidad de vida de quien lo padece y, por lo tanto, incide en la toma de decisiones, la perspectiva al considerar los escenarios posibles para la empresa o la presencia de liderazgo que necesitan los subordinados para cumplir con los objetivos.

Así que es importante tomar algunas acciones para que el estrés y la ansiedad no se conviertan en los grandes obstáculos de la carrera de cualquier CEO. A continuación menciono algunos consejos al respecto.

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Reconocer el estrés

En lugar de ignorar o tratar de ocultar que se sufre un episodio de estrés, cualquiera que sea CEO debe aceptar la circunstancia por dos razones principales: reconoce qué es lo que causa esa reacción y cómo se manifiesta. La ansiedad es una de sus manifestaciones más comunes y es lo que nos permite estar alertas en situaciones de peligro. Tal vez se identifica por un retortijón en la boca del estómago, dolor de cabeza, molestia en la espalda o falta de sueño; cuando se reconoce, también es más fácil entender qué la provoca.

Quizá ya no tenemos que enfrentarnos a depredadores en la selva, pero siguen existiendo razones para que nuestro cerebro no baje la guardia: crisis económicas, cambios drásticos en la industria, procesos que amenazan la estabilidad de la empresa en general. Por ese lado, es bueno que exista el estrés o la ansiedad, porque quien es CEO estará alerta y pondrá atención en aspectos clave para tomar las decisiones correctas, rápidamente. 

Gestionar el estrés

Una vez que se reconoce que la ansiedad comienza a apoderarse de la persona, esta deberá darse espacio para experimentarla, buscar formas de controlarla y aprovecharla para superar el momento. La meditación, el ejercicio, desconectarse unas horas (o quizá un día), hablar con personas de confianza o con otros colegas sobre lo que nos preocupa son buenas ideas que permiten adoptar otra perspectiva de la situación que genera la emoción y encontrar cómo darle la vuelta. 

Aprender a separar lo posible de lo probable es otra herramienta para que la ansiedad no se desboque: posible es todo lo que podría suceder en un momento dado (es posible que un avión se desplome ahora mismo); probable es lo que tiene una base o argumento para que ocurra realmente (la probabilidad de morir en un accidente aéreo es de 1 en 1.3 millones en el peor de los casos, según los cálculos del profesor del MIT Arnold Barnett).

Comunicar a pesar del estrés

Explicar lo que causa estrés a personas clave puede traer buenas consecuencias. Permite conocer un punto de vista diferente sobre un problema y, la mayoría de las veces, comprender mejor las consecuencias. Colegas, miembros del Consejo, otras personas en puestos de dirección ayudarán a plantear o apoyar soluciones que, en circunstancias más calmadas, tal vez no se considerarían. 

Durante la pandemia de la covid-19, muchos CEO tuvieron que aceptar el trabajo remoto, adaptar su modelo de negocio para ofrecer soluciones sin contacto físico o, incluso, cambiar su industria con buenos resultados. Si se les hubiera planteado lo mismo un par de años antes, quizá lo habrían descartado de inmediato. Estas soluciones, sin embargo, no son posibles si únicamente se confía en la ansiedad que el estrés provoca.

A eso me refiero cuando digo que el estrés puede ser un buen aliado para cualquier CEO, solo cuando hay una gestión inteligente de lo que provoca y un gran equipo que reaccione con rapidez.

Finalmente, recordemos que la vida no se trata solo del trabajo. Todas las personas, CEO o no, habitamos un cuerpo que necesita descanso, alimento, ejercicio, tiempo con sus seres queridos y espacios sin contestar correos electrónicos o llamadas. Tener un compromiso con la organización no implica desgastarse por ella, sino buscar cómo ser un mejor elemento para el beneficio de la empresa entera. Eso incluye encontrar la manera en que el estrés no se apodere de las emociones del día a día, pero si sucede, ayude a tener un mejor desempeño. 

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Contacto:

Mauricio Brizuela Arce, Presidente del Consejo de Administración y Socio Director de Salles Sainz Grant Thornton

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

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