Esta semana Youtube me sugiere una conferencia de Peter Zeihan. No sé quién es este analista geopolítico, pero en unos cuantos minutos me tiene muy interesado y entretenido. Veo más videos de Peter y ya me encuentro a más de la mitad de su último libro. Es un ventarrón de aire fresco que me ofrece nuevos paradigmas y claridad para entender lo que estamos viviendo local y mundialmente. Me da algo más, paz. 

En resumen. Los últimos 70 años fueron excepcionales. Los EUA le ofrecieron al mundo seguridad naval para poder comerciar con libertad y en paz. Antes de ello, solo las naciones imperiales podían cuidar su comercio interoceánico. Claro, todo ello en la lógica de la Guerra Fría, la competencia contra la URSS y el aseguramiento de las fuentes de energía en Medio Oriente para ellos, claro, pero también para los demás. Do ut des

La mayoría de los países lo aprovecharon, el comercio internacional creció exponencialmente. La pobreza disminuyó radicalmente, los países se ultra-especializaron, la gente vivió más años y la demografía cambió radicalmente. Más riqueza, más gente en las ciudades, más años de vida, menos niños. China es el ejemplo más claro, pero sólo un pedazo grande de lo que le pasó a casi todo el mundo (excepto Cuba, Corea del Norte, Venezuela y gran parte de la África sub-sahariana).

Hoy, la mayoría de los países desarrollados y no tan desarrollados no están reponiendo a sus poblaciones. Lo que antes era una pirámide demográfica con muchos jóvenes y pocos viejos, ahora es cuando mucho, un barril con una gran panza de población madura y una escuálida base. 

Ya no hay jóvenes para sustentar el crecimiento (son los que más trabajan y más consumen), ya no hay Guerra Fría para justificar la fuerza naval estadounidense en todos los océanos y el comercio internacional empieza a desmoronarse. El proceso ya era claro desde 2008, pero el COVID vino a apuntillarlo.

Hay países mucho más vulnerables que otros, China es el más: depende de las rutas del petróleo desde medio oriente; su base alimenticia es delicada y en 30 años probablemente tenga la mitad de su población actual. Agregue usted, el narcisismo de su dictador Xi-Jinping, el fracaso de su vacuna y su crisis inmobiliaria. China no es potencia militar, es potencia económica en retroceso, sin Estado de Derecho y con necesidad de cerrar ciudades por los nuevos brotes.

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La población se va a reducir, las rutas marítimas serán más inseguras, la capacidad agrícola no está asegurada para todos los países por la falta de fertilizantes, el comercio internacional se está achicando y, con ello, se trastocan todas las cadenas productivas del mundo. Por ello viene el near-shoring. Las compañías norteamericanas se salen de China y se reubican en los EUA y en México. Pero no nos adelantemos. 

Mientras el mundo sufre y sufrirá más por el fin de esta magnífica época que se va para no volver, hay países que ya no tienen tiempo para reinventarse. ¿Quién sí tiene tiempo? Todo aquel que cuenta con una buena base agrícola y energética. Estados Unidos, de nueva cuenta es el país mejor preparado: tiene las mejores tierras agrícolas del mundo, el mejor ejército, la tecnología shale (petróleo y gas a manos llenas y bajo costo) y una base demográfica bastante sólida. Además, no depende tanto del comercio internacional como otros. 

Y… tiene a México, con una pirámide demográfica y buena mano de obra medianamente calificada que complementa bien la suya (altamente calificada). Peter Zeihan lo enfatiza ad infinitum y nos aclara: México no es Sudamérica, por mucho. 

Otros ganadores pueden ser Argentina, a pesar de su manera de gobernarse, Turquía, Indonesia y Francia. Ah…y Rusia, si es que no se destruye en su afán de “sentirse seguro” contra el mundo y, si es que al fallar en eso, no crea un holocausto nuclear. Ucrania es vital para derrotar a los rusos sin desesperarlos.  

Vienen tiempos difíciles y política turbulenta, no es fácil adaptarse a un nuevo orden económico que aún no se conoce. Los gobiernos rara vez contribuyen al desarrollo económico, bien pueden estorbarlo con regímenes autoritarios, centralizados y narcisos. Las ideologías románticas no contribuyen. Los regímenes fascistas de China y Rusia, los verdes en Alemania y los radicalismos de derecha e izquierda (populismo) en EUA no ayudan. 

En México, hemos retrocedido muchos años con la actual presidencia de un sureño que no entiende la globalización de los últimos 70 años y, mucho menos se imagina el mundo que viene. La ignorancia, la mala educación y la soberbia cuestan. 

Pero más allá de los malos gobiernos, hay fuerzas económicas superiores que empujan inexorablemente. No nos distraigamos con las tonteras del momento, la ventaja del T-MEC es muy clara y mejor aún, está alineada al nuevo mundo regional. México va, a pesar de sus gobernantes y de sus electores.

Viene algo nuevo que aún no conocemos en todas sus dimensiones, pero tenemos demografía, geografía (vecindad) y 25 años de una alianza comercial que ahora promete ser mucho más estrecha y benéfica por cuando menos 25 años más.

Una alianza electoral opositora puede contribuir enormemente al proceso, si elige bien al o la candidata, derrota al populismo, se dedica a construir una democracia liberal y cuando menos, no ahuyenta la inversión extranjera. México será mucho más importante para los norteamericanos, eso es bueno, esperemos que también lo sea para los mexicanos.

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Contacto:

Santiago Roel R. es Director y fundador del Semáforo Delictivo, herramienta de rendición de cuentas, evaluación y análisis del comportamiento de la delincuencia y violencia en México.*

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Twitter: @semaforodelito

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