“Obtener respeto a costa de otros es una falta de respeto”. Muhammad Tariq Majeed

Jeffrey Jorgensen fue un muchacho brillante. Cuando todavía era un niño pudo amañar una alarma para evitar que sus hermanos entraran a su habitación. Y ese ingenio fue demostrado cuando se graduó como el mejor promedio de su generación en la preparatoria y, años más tarde, también en la aclamada Universidad de Princeton. Poco tiempo después, en 1993, al enterarse del increíblemente acelerado crecimiento del internet, invirtió en crear su propia librería por internet. El resto de la historia es posible que la conozcas. Por cierto, Jeffrey fue adoptado por Miguel Bezos…

A junio del 2022, la revista Forbes estima el valor neto de Jeff Bezos en alrededor de 135 mil millones de dólares. ¿Qué sigue para el multimillonario? Parece que sus ambiciones están fuera de este planeta, literalmente. Además, Bezos ha hecho donaciones millonarias a diversas causas incluyendo fondos para la educación, investigación para el tratamiento de cáncer, protección legal para periodistas y para hijos de inmigrantes, así como esfuerzos para combatir el cambio climático.

Por otro lado, Amazon ha creado un estándar para la industria casi imposible de igualar, gracias a la eficiencia de su servicio. Puedes recibir casi cualquier cosa en uno o dos días en la puerta de tu casa. Este es un servicio maravilloso para los clientes. ¿Hay algo que este hombre no haga bien?

Pudiera parecer que las aportaciones que Bezos ha logrado a través de sus empresas y filantropía lo convertirían en una especie de héroe contemporáneo. Lamentablemente la historia no termina ahí, también tiene su lado oscuro: ha habido innumerables reportes de empleados de Amazon e investigaciones sobre los mismos, como lo reporta Forbes, que enlistan condiciones laborales deplorables, salarios muy bajos y una fuerte campaña propagandística antisindicatos, incluyendo despidos injustificados. Además, Jeff Bezos es el único de las cinco personas más ricas del mundo que no ha firmado la iniciativa “Giving Pledge”, destinada a que los más grandes multimillonarios donen la mayor parte de sus riquezas.

Elon Musk tiene una historia similar. Tesla, su empresa icónica pretende situarse como el futuro de la movilidad y las energías renovables. Además, Musk sí firmó la iniciativa “Giving Pledge”, y ha declarado que daría al menos la mitad de su fortuna a la caridad. No obstante, la persona más rica del planeta también ha sido acusada de oponerse a la organización de sindicatos en fábricas Tesla, e incluso a “retarlos” a intentarlo, de acuerdo con este artículo de NPR, a pesar de que se han demostrado sus pobres condiciones laborales y salariales, e incluso delicadas violaciones de seguridad en las fábricas.

Dos de las empresas más rentables del mundo, que presumen del gran impacto positivo que han tenido en el planeta, y aún así no parece que sus líderes estén muy interesados en resolver lo básico: mejorar las condiciones laborales y las prestaciones de sus empleados. Pareciera que la Responsabilidad Social Empresarial practicada por los negocios de estos magnates fuera “de los dientes para afuera”. Hay serias faltas que deberían ser atendidas y que siguen sin resolverse hasta este día. Y, aunque a veces pudiéramos perderlo de vista, no hay dinero o propósito externo que valga más que el trato digno a sus empleados.

“Podría decirse que Musk, Bezos y sus respectivas empresas han mejorado la vida de muchos, pero han atentado contra la ética dentro y fuera de sus empresas”.

Hemos hablado de personas con sumas inconcebibles de dinero, con empresas grandísimas; Amazon tiene mil 300 millones de empleados en el mundo. Sin embargo, compañías con 60 o cuatro empleados, incluso emprendimientos individuales, necesitan asegurar que antes de toda ganancia están las prácticas básicas éticas, lo que llamo “lo mínimo indispensable”. Antes de pensar en grandes acciones de responsabilidad social, todas las empresas deberían revisar si cumplen con estas seis condiciones:

1. A veces pareciera mentira tener que recordarlo, pero los empleados son personas y, por lo tanto, merecen sueldos y condiciones dignas. Pagar lo justo y otorgar las prestaciones de ley no es un lujo, sino lo mínimo indispensable.

2. Tratar con respeto a tus proveedores, esto significa abstenerse de aplicar términos de pago draconianos o negociaciones ventajosas que ahoga a las pymes.

3. Llevar el control de los impuestos y pagarlos completos y a tiempo. No solo es la única vía honesta, sino que le ahorrará problemas a la empresa en el largo plazo.

4. Evitar a toda costa caer en actos de corrupción o “maquillar” información financiera para obtener beneficios adicionales.

5. Eliminar cualquier tipo de discriminación laboral. No importa quienes sean tus empleados o candidatos, juzga su trabajo, no su género, raza, orientación sexual, discapacidad, etc. Una gran manera de ser responsable socialmente de las personas es asegurarse de que exista igualdad de condiciones en términos de ambiente laboral, salario, aumentos y promociones.

6. Y, por supuesto, eliminar cualquier trato preferencial a los familiares que forman parte de la empresa familiar. Es difícil separar la relación personal de la laboral, pero es lo correcto y además es una razón de negocio: para sobrevivir, la empresa necesita a los mejores candidatos en los mejores puestos, pues así se mantiene eficiente y competitiva.

Quizá esta lista pueda sonar tremendamente obvia, y es que lo es. Tristemente, aún sigue siendo necesario recordarla. Por supuesto que no todas las empresas pueden ser Amazon o Tesla, pero no tienen que serlo. La mejor estrategia de responsabilidad social de una empresa es la esencial: cuidar de la gente que trabaja para ella; lo demás, como se dice popularmente, ya es ganancia.

Si eres miembro de una empresa familiar que se encuentra contemplando diversas iniciativas de responsabilidad social, si buscas que la compañía vea por su comunidad y busque la justicia social, ¡felicidades!, hay pocas cosas tan loables. Pero si alguno de los puntos arriba descritos aún no se ha cumplido, entonces hay que replantear ciertas prioridades. Como dice el dicho, no hay que querer correr antes de aprender a gatear.

Un comportamiento empresarial responsable consistente y congruente realizado puede ser un diferenciador clave en el mercado, donde los factores competitivos tradicionales son cada vez menos marcados.

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