Hay preguntas que se vuelven trascendentales en nuestra vida, preguntas que, sin darnos cuenta, dan un giro a nuestra realidad y a nuestra forma de pensar. Hacer la pregunta adecuada en el momento justo, puede llegar a cambiar nuestra vida completamente.

Hay muchas preguntas que transforman nuestra vida, ya sea para bien o para mal y, la mayor parte del tiempo, ni siquiera nos percatamos de esto, formulamos y respondemos preguntas sin pensar más allá de la necesidad instantánea de respuesta, casi nunca pensamos en las repercusiones que puede tener para nosotros o para los otros más adelante.

Además, en muchas ocasiones, realizamos preguntas sin pensar en cuáles son las palabras más adecuadas o qué selección de palabras nos va a brindar la respuesta más apropiada para lo que queremos saber, a veces estamos tan apurados que la hacemos tal y como se nos ocurre y eso hace que no consigamos la respuesta que buscamos.

Claro, hay preguntas simples para las que no es necesario pensar mucho y que ya hemos aprendido a hacer casi de memoria, preguntas que tienen una estructura simple y que solo nos brindarán una respuesta inmediata que no va a afectar en gran medida el resto de nuestras decisiones ni de nuestra vida.

Pero hay preguntas que, si son formuladas correctamente, nos podrán otorgar muchos beneficios, y algunas de estas preguntas ni siquiera tienen que ser respondidas por alguien más, sino que son preguntas que buscan que realices una introspección para que puedas tener un mayor conocimiento de tu presente, del camino que quieres seguir y de los recursos que necesitas para conseguirlo.

Lo primero que tienes que hacer es pensar en tu trabajo, en lo que haces, para lo que te has preparado durante muchos años y que día con día sigues capacitándote para ser cada vez mejor.

Una vez que consideres todo el trabajo que has hecho y cuál es el valor que tiene, lo primero que tienes que preguntarte es: ¿Cuánto estoy cobrando por el trabajo que hago?

Es necesario que te hagas esa pregunta porque de esta forma puedes notar, en primer lugar, si lo que estás cobrando es un precio justo por lo que haces o si consideras que deberías modificar ese precio de acuerdo con lo que ofreces actualmente.

En segundo lugar, quiero que te preguntes: ¿Qué tiene que pasar para que yo pueda cobrar cinco veces más? Tal vez necesitarías capacitarte en áreas similares a la tuya, expandir más tu oferta, o, por el contrario, especializarte más para poder obtener clientes mucho más enfocados en algo que no se consiga tan fácilmente.

Con esto no quiero decir que forzosamente tengas que pensar en cómo aumentar el precio de lo que haces, pero sí estaría bien que tomaras en cuenta cuál es el camino por el que puedes seguir, con ese camino vas a poder trazarte nuevas metas que igual y nunca habías considerado.


Incluso, lo que yo te recomendaría es que puedas tener productos con un costo más bajo de lo que cuestan realmente, pero que sepas que la gente estaría dispuesta a pagar aún más por ellos.

Recuerda que lo importante no es generar mucho dinero con pocos servicios, sino ofrecer productos y servicios con una calidad superior a la que se espera, así los clientes generarán confianza y lealtad a tu empresa.

Entonces, no te enfoques tanto en el dinero, más bien tómalo como una medida para establecer la calidad que debe tener tu servicio o producto, pero no por eso debe ser la cantidad que debes pedir por él.

Piensa que es para establecer una unidad de medida que puedas reconocer más fácilmente, pero es como si te preguntaras ¿Qué tiene que pasar para que pueda ofrecer algo 5 veces mejor a lo que ofrezco actualmente?

Si te cuesta encontrar una respuesta a esta pregunta, entonces regresa a la primera y trata de identificar paso por paso qué te llevó a cobrar lo que estás cobrando, seguramente hubo toda una serie de razones que te llevaron a elegir ese precio, muchas de ellas que dependían directamente de tus habilidades y algunas que tal vez se basaban en agentes externos.

Con base en todo eso, piensa ahora en cuáles de esas habilidades puedes mejorar, cuáles sientes que han quedado un poco atrás y qué herramientas nuevas necesitas para seguirte superando.

Toma en cuenta, también, las experiencias que has tenido hasta este momento, ¿has tenido que dejar pasar alguna buena experiencia porque no te sentías capaz de poder realizarlo en ese momento?, ¿te hubiera gustado que algo de lo que hiciste resultara mejor?

Siempre tenemos la oportunidad de mejorar y de cambiar ciertas acciones que no nos gustaron en el pasado. Aunque no puedas regresar en el tiempo, puedes lograr que no vuelva a detenerte algo que te detuvo anteriormente, o conseguir buenos resultados en algo que antes no resultó tan bien.

Una vez que establezcas este primer escalón, hay que continuar, sigue preguntándote más, ¿qué tiene que pasar para que logre ganar 10 veces más, 15 veces, 20 veces, 100 veces, 500 veces más…? Hasta el número que decidas parar.

Recuerda lo importante no es que te concentres en la cantidad, sino en el valor que puedes agregar a tu negocio con cada pregunta que te formules, de esta forma también te generas una escalera de crecimiento que no permita que te quedes estancado sin saber hacia dónde dirigirte.

Una vez que tengas listo tu esquema, lo más seguro es que lo veas y pienses: “Nadie va a pagar eso”. Pues déjame decirte que te equivocas, si logras seguir tu escalera de crecimiento y tu empresa mejora, vas a tener la capacidad para encontrar clientes que estén dispuestos a pagar eso y más por obtener parte de tus conocimientos y de tus habilidades.

Las limitaciones solamente están dentro de nosotros mismos, si tú no crees en ti, no puedes ofrecer al mundo la posibilidad de que ellos lo hagan. Por el contrario, si tú estás seguro de lo que estás haciendo, vas a proyectar seguridad y confianza y las personas van a querer relacionarse contigo.

Vas a ver que cuando hayas acabado este ejercicio, te vas a sentir como una persona totalmente diferente, mucho más enfocada, más segura, con un camino a seguir, más confiada y con más metas a cumplir.

Es momento de que empieces a hacerte tus propias preguntas que ayudarán que a ti y a tu empresa les vaya mucho mejor y podrás establecer una ruta mucho más estructurada en la que, seguramente, podrás desenvolverte mejor y obtener mayores resultados.

Por eso, quiero dejarte dos últimos consejos para que este ejercicio te resulte mucho más provechoso y logres alcanzar todos tus objetivos.

El primer consejo es responde desde el corazón, no desde el miedo.

El miedo siempre nos hace ver las cosas como no son, nos hace sentirnos más pequeños, menos capaces, más débiles, nos hace sentir como que no somos capaces de hacer muchas cosas que nos gustaría lograr. No dejes que él hable por ti.

Piensa en tus respuestas desde el amor, desde tu crecimiento personal, desde todo el esfuerzo que le has dedicado a tu empresa y a ti mismo para estar en el lugar en donde te encuentras, piensa en tus capacidades y en lo mucho que has conseguido desde que iniciaste este camino. Mantente firme y ten confianza en ti mismo.

El segundo consejo, quiero que lo escribas, para que siempre lo tengas presente:

Anota todas tus ideas en un lugar visible.

Puedes comprar un pizarrón y colgarlo en tu oficina, adaptar una pared para poder pintar sobre ella, poner notas al lado de tu escritorio, hacer un árbol de anotaciones… Elige lo que más se acomode a ti, pero nunca dejes de anotar tus ideas.

Todo el tiempo la gente está teniendo ideas novedosas, ideas que podrían cambiar el mundo y que podrían mejorar las vidas de muchas personas. El problema es que muchas personas dejar ir esas ideas, no les prestan la suficiente atención y cuando menos se dan cuenta ya se esfumaron. No dejes que eso te pase, siempre ten un registro de las ideas que surjan y trata de trabajar sobre ellas para lograr hacerlas realidad.

Ahora sí, el resto depende de ti. Realízate preguntas que te ayuden a seguir creciendo y nunca te quedes estancado, busca transformarte continuamente y rompe tus esquemas siempre que creas que es necesario.


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