Han transcurrido dos décadas desde el momento en que Mandarin Oriental redefiniera la escena hotelera de lujo en Manhattan. Y, a la distancia, con su diseño contemporáneo y estilo de notable influencia asiática, la propiedad continúa irradiando una sensación inconfundible de potestad.
El hotel ocupa 20 pisos cerca de la cima del rascacielos de uso mixto que alberga la sede de Deutsche Bank Center. La entrada frente a West 60th Street, entre Broadway y Columbus Avenue, anticipa la elegancia que priva en los pisos superiores; y, cuando las puertas del ascensor se abren en el nivel 35, difícilmente se puede evadir el asombro que genera la bienvenida. Aquí se encuentran el Sky Lobby y MO Lounge, restaurante del hotel.
Las panorámicas que ofrecen sus más de 200 habitaciones son una de las cualidades sobresalientes de la insigne propiedad. Situadas en las esquinas de cada piso (como suspendidas en el aire), 42 suites combinan una interpretación moderna del carácter de Mandarin Oriental con una lujosa estética residencial.
Los alojamientos cuentan con espacio de trabajo para satisfacer todas las necesidades del viajero de negocios, así como paneles auxiliares integrados en el mobiliario para una conectividad simplificada entre el sistema de entretenimiento en la habitación y la tecnología personal de los huéspedes.
El ápice del lujo en el cielo es la Suite 5000, un portentoso alojamiento infundido por la cultura de Nueva York
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Mención aparte merecen las gemas de la corona: cuatro suites especiales ubicadas en niveles estratégicos del hotel. Con ventanas de piso a techo que proveen vistas de 360° del horizonte de Manhattan, el río Hudson y Central Park, la suite Skyline de Nueva York (en el piso 54) despierta la admiración de paisajes que se transforman conforme transcurre el día y hasta el anochecer, cuando las luces de la ciudad reclaman protagonismo.
La paleta de color en negro, gris y dorado hace de la Suite Oriental un sitio especialmente elegante, acentuado por cortinas de damasco de seda de patrón oriental de Scalamandré y por alfombras hechas a mano. Una biblioteca, separada con paneles de madera de Mozambique, funciona como estudio o sala de medios.
El dormitorio principal de la Suite Presidencial se encuentra junto a un vestidor con paneles de sicómoro y un espectacular baño con paredes de ónix miel. Además, distintos artefactos dan al alojamiento un carácter especial. Su tesoro es un libro de caligrafía realizado con pergamino de 250 años de antigüedad, con caracteres chinos que transmiten una historia de felicidad y buena fortuna.
El ápice del lujo en el cielo es la Suite 5000, un espacio portentoso de 300 metros cuadrados infundido por la cultura, el arte, la música, la moda y el ingenio de Nueva York; todo ello, enriquecido con guiños a la herencia oriental del hotel.
De la infinitud de detalles podemos citar dos: un patrón de mármol dorado de Calcuta cortado a medida en el piso de entrada, que asemeja pétalos de orquídeas; y una instalación de cristal Swarovski que cae en cascada en el comedor.
El glamour de la ciudad es representado por una gran bañera redonda iluminada por un anillo de cristales austriacos. Las suites se constituyen en destinos íntimos que no podrían estar completos sin el servicio maestro que diferencia a las propiedades de Mandarin Oriental y que, en unidad con The Spa, convocan a practicar el bleisure con todas sus letras.
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