- La IP no resuena en la gente común: los empresarios carecen de mensajes alineados con los sentimientos y motivaciones del electorado y hablan de los problemas de México desde una perspectiva de negocio, no desde la de sus empleados. La inseguridad la plantean en términos de rentabilidad y pérdidas contables sin vinculación al viacrucis de una madre soltera asaltada en un microbús, las extorsiones que sufre un comerciante por parte de una autoridad o las desapariciones de miles de mujeres y hombres que nunca regresaron a su hogar. Salvo por el llamado de la Coparmex a elevar el salario mínimo, que otros organismos empresariales critican, las posturas de la iniciativa privada no despiertan simpatía en el ciudadano común. Nadie tomará las calles para apoyar el aeropuerto o las licitaciones petroleras con argumentos de respeto al estado de derecho y la inversión.
- La paja en el ojo ajeno: el activismo de los empresarios contra AMLO contrasta con su pasividad para presionar al gobierno a resolver los problemas más apremiantes del país. Los electores no han percibido a la iniciativa privada una actitud igual de decidida e incisiva hacia el gobierno del Presidente Peña Nieto para remediar la inseguridad, corrupción y falta de crecimiento económico. Las críticas de la IP, cuando las hay, están suficientemente equilibradas para dejar constancia de un descontento sin incomodar a la autoridad.
- Los empresarios y la mafia en el poder: López Obrador puede vincular a los empresarios con la mafia del poder sin temor a represalias electorales porque el imaginario social ubica a la iniciativa privada del lado de la estructura de privilegios responsable de las injusticias y falta de oportunidades que caracterizan a México. Esta no es una creación de AMLO, él sólo se nutre de la impresión popular de que el empresariado es un pequeño grupo que lucha por mantener privilegios a costa de la gran mayoría de mexicanos. Por eso cada vez que la IP ataca a AMLO, alimenta a la fiera que pretende contener.
IP y sociedad: el divorcio que beneficia a AMLO
Los ataques de la iniciativa privada contra AMLO sólo han fortalecido su candidatura y profundizado el divorcio de los empresarios con la sociedad. El discurso debe cambiar.
Por Antonio Ocaranza Fernández*
Para frenar el ascenso de Andrés Manuel López Obrador la iniciativa privada ha intensificado sus esfuerzos por presentarlo como un líder mesiánico, intransigente, vinculado a una pléyade de políticos acusados de corrupción, con ideas tan pasadas de moda que condenarán a México al atraso económico. Cada declaración en materia económica que confronta a AMLO con los empresarios es magnificada y extendida en la cobertura mediática con la esperanza de que los votantes se asusten y desencanten y se reduzcan sus posibilidades de victoria.
En la reciente andanada contra AMLO por su oposición al Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) se alinearon los esfuerzos de Carlos Slim; el Consejo Coordinador Empresarial; el vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez; el candidato presidencial por la coalición del gobierno, José Antonio Meade, y otros empresarios, quienes coordinaron sus mensajes para expresar que los contratos eran un compromiso legal, la suspensión enviaría señales nefastas a los inversionistas y cancelar el proyecto era condenar a México al subdesarrollo. Al final de los ataques las preferencias electorales de AMLO aumentaron del 40 al 50%.
Las acciones de la iniciativa privada no afectan los votos de AMLO porque existe un gran divorcio entre los empresarios y la sociedad mexicana. Estas son las razones:
Los empresarios son vistos como agentes de continuidad, no de cambio: la gran mayoría de los mexicanos se encuentra enojada y desencantada con el rumbo del país y el gobierno del Presidente Peña Nieto. El ánimo de cambio es alimentado por la desesperanza y la impresión de que México está mal y va peor. El mensaje de la iniciativa privada se finca en la aversión al cambio, la promoción de la continuidad y el miedo a perder lo ganado por eso no encuentra ninguna resonancia entre una población indignada, harta de abusos, corrupción, falta de oportunidades e inseguridad, que, contrario a los empresarios, arriesga muy poco con el cambio.
