Por: Luis Javier Álvarez Alfeirán

Es una realidad que la Inteligencia Artificial (IA o AI por sus siglas en inglés) ha llegado para quedarse. Ha llegado, además, irrumpiendo con violencia el quehacer diario de las personas. No ha sido una evolución lenta sino galopante. Muchos son los sectores que se están beneficiando del poder de dicha herramienta y muchos otros los que siguen sin poder coger el paso. En el mundo de la educación, las instituciones se han visto rebasadas dada la velocidad de adopción por parte de los alumnos que, generacionalmente, hacen notar una brecha que se creía más corta. Lo interesante en este sentido, es que el ser humano no cambia en su esencia fundamental; ante el miedo a lo desconocido comienza a prohibir o limitar su uso, siendo esto lo que sucede actualmente en las escuelas y universidades, cuando en realidad deberían buscar adaptarse y convivir con ella para gozar de sus beneficios a favor de una sociedad con mayor desarrollo.

El miedo limita al ser humano, pero a su vez, le mantiene en un estado de alerta en aras de la supervivencia, ese es su gran beneficio y entenderlo como oportunidad es sin duda el primer paso para obtener sus beneficios.

La Inteligencia Artificial debe ser entendida únicamente como una herramienta, es decir; está al servicio de la persona humana y su fin tiene sentido en tanto en cuanto beneficie a la persona. Nunca podrá ser sustituto de la misma aun cuando sí pueda realizar muchas de sus tareas.

Cuando hablamos de turismo, no hablamos solamente de viajar, comer, comprar artesanía, visitar lugares históricos o museos; hablamos de experiencias. A lo largo de los últimos años, cuando la tecnología ha sufrido una evolución trepidante, son muchos las aristas que han tocado el mundo del turismo y la hospitalidad; desde las reservaciones en línea, las aplicaciones, las visitas virtuales a diferentes destinos, la traducción inmediata de diferentes idiomas, incluso hoteles operados al cien por ciento por robots. Todos estos avances tecnológicos han ayudado enormemente a una industria que necesita alcanzar a un mercado sin fronteras establecidas, pero en realidad no han sido capaces de sustituir lo que es el verdadero valor de la actividad turística: las personas.

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La Inteligencia Artificial podrá decirnos todo lo que querríamos saber sobre un tema en particular, sobre cualquier destino, hasta el más mínimo detalle, pero no será capaz nunca de trasmitir las vivencias que experimenta la persona humana. La vida; la energía que produce viajar y adentrarse en la cultura de otros pueblos, la alegría de la gente, el estrés de las grandes urbes, los olores de sus mercados, el asombro de experimentar sus bellezas naturales corresponde sólo a la persona. Sólo el ser humano es capaz de experimentar, de sentir cómo se enchina la piel ante la belleza de la naturaleza o la armonía de la orquesta de un gran teatro. Sólo la persona humana encuentra el bien en la belleza y por tanto la virtud de la experiencia. El miedo por tanto a las herramientas de la tecnología moderna sólo se puede dar de tal forma que altere negativamente nuestra vida, si no nos entendemos como personas y conocemos el valor y la dignidad que tenemos como seres humanos, ese es el gran desafío que puede llevarnos a condenarnos o, por el contrario, a superarnos. El mundo del turismo puede servirnos como ejemplo. La sociedad moderna necesita “experimentarse” para vivir en plenitud, necesita dar su justo lugar a la tecnología y no dejar que la absorba. Desde un teléfono celular hasta la más avanzada de las herramientas de IA sólo deben entenderse para servicio del ser humano.

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Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA,Director de Le Cordon Bleu-Anáhuac

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twitter: @DirectorLCBMx

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