Conforme ha evolucionado el sistema internacional, la participación de distintos actores han modificado el sentido de participación de la sociedad civil y con mayor frecuencia su voz ha encontrado eco en las redes sociales. Para poder comprender la profunda necesidad que impera en el siglo XXI de transformar y detonar el cambio y la evolución de las democracias alrededor del mundo podemos evocar muchos ejemplos. Sin embargo, el de las recientes elecciones legislativas en Francia que permitiría, al cabo de sus dos rondas, que el recién electo Emmanuel Macron concretara su proyecto político ha desencantado a los optimistas al haber registrado el pasado 11 de junio un abstencionismo de 51.29%. Esto no refleja de manera clara un descontento generalizado, pero sí refleja la apatía hacia un sistema político que por décadas ha mantenido casi inmóvil el sus mecanismos de representación y tomas de decisiones. No obstante el éxito de los Tratados de Maastricht y del proceso de integración al interior de la Unión Europea, los últimos acontecimientos regionales y la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad al interior de los países europeos han puesto sobre la mesa el debate entre los grupos nacionalistas y los europeístas. La misma paradoja se presentó en Reino Unido, que al momento de la reciente elección prefirió el proyecto de Theresa May, y cuya elección tuvo un 34% de abstenciones del padrón de electores totales. Al día de hoy, con un gabinete totalmente integrado, resalta que el gobierno encabezado por la Honorable señora May tiene asignada una secretaría de Estado completamente destinada al proceso de salida de la Unión Europea; lo cual no solamente requiere un ejercicio de coordinación externa, sino de renovación interna para poder coordinar los esfuerzos legislativos que permitan una tersa transición hacia la definición de un aparato político y renovado, capaz de responder a las necesidades de la población del Reino Unido. Evidentemente, esta reconfiguración interna conlleva el debate entre los grupos promonárquicos y los grupos prorepublicanos que se intensifica conforme se acentúa la crisis europea. No podemos dejar de mencionar a Estados Unidos, que desde 2016 en la carrera por la Casa Blanca, la población hizo patente la falta de unidad y de confianza en el american dream. Hoy, que el presidente Trump se ve envuelto en uno de los escándalos políticos más importantes y delicados en su historia, el tema del impeachment (o del juicio político) ha cobrado más fuerza junto con la idea de una revisión profunda sobre su sistema político. La imperiosa necesidad de renovación política ya no es únicamente una demanda entre los grupos antitrump, ni exclusiva de aquellos grupos republicanos “detractores del trumpismo”, pareciera que con las recientes comparecencias se ha avivado un sentimiento nacional que busca en su propia necesidad de evolución el aseguramiento de su misma subsistencia. Mientras haya resistencia al cambio y a la evolución del aparato democrático al interior de los países, la configuración del sistema internacional seguirá siendo endeble. La orquesta de naciones hoy en día, requiere de países con agendas nacionales bien definidas y sistemas políticos capaces de responder al juego de fuerzas internacionales en busca de la definición del Nuevo Orden Internacional. Renovarse o morir, parece que es el lema que acompaña a la democracia del siglo XXI, o al menos del 2017.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @ArleneRU Linkedin: Arlene Ramírez-Uresti Google+: Arlene Ramírez Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.  

 

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