Todos hemos escuchado el dicho: “renovar o morir” y es tan cierto como aquel que reza: “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Lo que no nos dicen es qué es lo que tenemos que renovar para no morir. Tampoco nos aclaran mucho qué es aquello que nos arrulla y se lleva al chorro todos nuestros esfuerzos. Bueno, hoy como nunca, las organizaciones con liderazgos jerárquicos padecen mucho. Los proyectos exitosos son aquellos que se construyen sobre las bases del trabajo colaborativo. Pero, ¿de qué se trata todo esto?

El trabajo colaborativo se da en un grupo cuyo líder es responsable del acompañamiento que da para lograr el éxito del equipo. Es decir, se propicia una comunicación directa que permita el desarrollo de ideas creativas, que escuche las críticas constructivas y que sea capaz de ver más allá de la punta de la nariz.

Las organizaciones colaborativas tienen pocas capas jerárquicas. Las estructuras que tienen tantos niveles como los rascacielos se pusieron muy de moda después de la Segunda Guerra Mundial, no obstante, tuvieron muchos problemas de comunicación efectiva. Hoy, entendemos la importancia de la jerarquía, debe haber un líder que marque el rumbo e integrantes de un equipo que lo sigan.

No obstante, eso no significa que el líder tenga todas las respuestas ni que no se pueda equivocar. Más bien, quien levanta la batuta está dispuesto a escuchar los diferentes tonos de su orquesta y cada integrante está comprometido en cuidar que todo lo que esté de su parte salga bien para conseguir el mejor resultado.

Lo que debemos saber sobre el trabajo colaborativo es cómo se opera. Hemos escuchado tanto y en medio de todo ese marasmo de ideas, se ha filtrado mucha información falsa. Por ejemplo, los espacios de trabajo comunales que fueron una tendencia en los años setenta del siglo XX, se empezaron a poner de moda en la época pospandémica. Un estudio realizado por la compañía Marketsmash demuestra que los trabajadores que no tienen un espacio propio tienen a sentirse desagregados, poco afiliados y confundidos.

Tenemos que saber que el trabajo colaborativo tiene un requisito fundamental: ser eficiente. La idea es que los espacios de trabajo —tanto físicos como virtuales— tienen que facilitar la comunicación y la consecución de objetivos. No es una moda que se relacione con colores y ergonomía. Va más allá. Hay momentos en que los integrantes del equipo tienen que estar juntos, participar en la lluvia de ideas, generar debate y hay otros momentos para ponerse manos a la obra, concentrarse y empezar a ejecutar las estrategias. Una organización colaborativa sabe que hay momentos de privacidad que deben ser cultivados y proporcionar estos espacios, lo mismo que aquellos en los que el equipo debe estar reunido.

El trabajo colaborativo entiende ambos momentos. Trabajar en forma colaborativa no significa ponernos todos en una mesa sin fin a teclear frente a una computadora. Tampoco es estar reunidos en el mismo cuarto o tener la computadora encendida en una reunión virtual. Ese ha sido uno de los errores graves de implementación: nos quedamos en la forma —sin analizar ventajas y desventajas—y nos olvidamos del fondo. Conozco muchas empresas que se precipitaron a remodelar sus instalaciones, que invirtieron en abrir espacios impersonales y que ahora están regresando un paso atrás. Hay muchas organizaciones que ya no están tan cómodas porque sus integrantes se disgregaron y andan como islas flotantes perdidas en un marasmo laboral.

Lo que tenemos que aprender del trabajo colaborativo es la profundidad del concepto. Es una habilidad blanda que busca productividad. Permite que las personas participen en la generación de ideas. Da oportunidad a que contribuyan en la toma de decisiones. Entiende quién está a cargo. Propicia el acompañamiento en el más amplio de los sentidos.

Es decir, un líder necesita saber que el trabajo colaborativo le exigirá acompañar a sus miembros del equipo. Si alguno tiene una duda, deberá aclarársela. Sin embargo, también entiende que hay situaciones delicadas que se tratan en lo personal. Por ejemplo, trabajo colaborativo no significa reprender o señalar una equivocación frente a todos; una organización colaborativa proporcionará un espacio y tiempo de privacidad para tratar asuntos delicados como es debido.

El trabajo colaborativo es muy benéfico cuando se implementa bien y tiene grandes beneficios:

  1. Cuida al equipo de trabajo, distribuye las cargas en forma equitativa, evita el burnout y esto tiene como efecto directo una mejor productividad y una generación de resultados mucho más armónica.
  2. El líder confía en su equipo de trabajo porque sabe que sus integrantes están capacitados y por ello les da un rango de libertad y responsabilidad que saben manejar. Esto tiene como beneficio inmediato un optimismo generalizado en el lugar de trabajo que impulsa a la gente a trabajar para llegar a las metas.
  3. Dado que los integrantes del equipo de trabajo tienen una comunicación efectiva y que tienen la posibilidad de participar en la generación de ideas y en la toma de decisiones, existe una gran empatía con los líderes. Esto trae como resultado un círculo virtuoso en los que se trabaja agusto sin sentir que tenemos un inspector encima que está viendo en qué momento nos equivocamos, sino que tenemos a un grupo de personas dispuestas a ayudarnos.

Claro que el trabajo colaborativo no es una lista de buenas razones y mejores voluntades: requiere capacitación. Las organizaciones que no se toman el tiempo para entrenar a su gente en esta nueva manera de gestionar, que piensan que todo es cambiar escritorios y derribar muros, se está quedando en la superficialidad y tendrán resultados superfluos.

Capacitar en trabajo colaborativo es entrenarlos en comunicación efectiva entre pares y con diferentes jerarquías, enseñar a construir relaciones profesionales significativas, forjar un equipo de trabajo real en el que se propicie la retroalimentación, la escucha activa y el respeto. El trabajo colaborativo se trata de que todos los integrantes se sientan respetados y valorados.

Desde luego, todos los equipos de trabajo, lo mismo los colaborativos que los jerarquizados, tienen problemas. Lo que distingue a los primeros de los segundos es que quienes trabajan en forma colaborativa han recibido capacitación de manejo de conflictos, saben construir argumentos, llegar a consensos y han aprendido a encontrar soluciones constructivas a los desafíos que se presentan.

El trabajo colaborativo es un concepto profundo y necesario. Hay quienes se quedan en la superficie y abordan el desafío con frivolidad y prisas. Lo que tenemos que aprender es que se trata de una habilidad indispensable para conseguir el éxito. Es una filosofía. Es una llamada a despertar, antes de que nos pase lo del camarón adormilado.

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