Uno de los insumos más importantes para la toma de decisiones en cualquier espacio público, privado y social, es la información y la calidad de la misma, que sirve de base para los análisis que nos llevan a la posibilidad de evaluar alternativas. En la época actual, el análisis de datos es una de las herramientas más relevantes para poder elegir entre diversas estrategias, para lograr objetivos concretos. En las últimas semanas se ha cuestionado al gobierno federal por el uso que ha hecho de la información generada sobre la pandemia de covid19, al grado de presionar al funcionario encargado de la estrategia de salud, mismo que ha respondido de manera parcial y con enojo a los señalamientos sobre las discrepancias en los modelos y los datos que los alimentan. 

El tema no es menor, porque el modelo utilizado para recabar la información con la que se están tomando decisiones, no convence las comunidades científicas nacionales e internacionales. El uso de big data en las organizaciones contemporáneas es una de las herramientas más preciadas, porque permite generar insumos para una toma de decisiones más efectiva sobre la forma en que los objetivos se alcanzan, a partir de contextos específicos. 

En el caso de la pandemia, diversos países han buscado generar información a partir de la aplicación masiva de pruebas, con el objeto de identificar los patrones de comportamiento de las variables más relevantes. Por ejemplo, la cantidad de contagios, los lugares en que ocurrieron, las redes involucradas, el diagnóstico y seguimiento, la atención en unidades de cuidado intensivo, las muertes, etc., son algunas de las variables que ayudan a los gobiernos a tomar decisiones con respecto a las estrategias a seguir. Entre más específica, robusta y válida sea la información obtenida, el análisis será mucho más eficiente y servirá como un insumo más específico para la toma de decisiones. 

Pero no es únicamente un insumo para el gobierno federal o los estatales, sino lo es también para las organizaciones y las personas, porque así se puede actuar con respecto a contextos y objetivos mucho más específicos. Por ejemplo, si se tuviera información fidedigna sobre los contagios y muertes en municipios del país en tiempo real, se podría enfocar ayuda que surge de organizaciones sociales o privadas. Cuando la información se tiene de manera agregada, se puede tener un referente equivocado de la misma, porque mientras que en la realidad las personas contagiadas tienen que recorrer varios hospitales para ver dónde les pueden atender en lugares como la Ciudad de México, el presidente dice que hay disponibilidad de camas en el valle de México en su conjunto, lo que genera una falsa expectativa a quienes buscan un espacio de atención. 

El modelo actual recaba información a partir de unidades que registran los casos que les llegan, pero no aquella de los casos que no tienen acceso a través de ellos. Esas unidades son parte de una “muestra”, que no sabemos si tiene validez estadística, si se puede extrapolar y si es suficiente para saber la tendencia real,  pero sobre cuya información se están tomando decisiones, como la anunciada reactivación económica que el presidente a asumido se realizaría el 17 de mayo en varios lugares del país, pero que sin que haya certeza sobre la forma en que realmente está evolucionando la pandemia. 

Mientras que el presidente dice que se esperaba que el impacto de la pandemia fuera peor, la información que nos permitiría saberlo no existe porque el INEGI decidió no generar los insumos de información que serían relevantes para la evaluación de la situación en términos reales. De esta manera, las decisiones que se generan son ineficaces porque no se cuenta con la información necesaria para hacerlo, al mismo tiempo que su efecto más relevante tiene que ver con la pérdida de vidas, lo que no es menor, pero tampoco parece importar cuando de popularidad se trata.

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LinkedIn: Gustavo Lopez Montiel

Twitter: @aglopezm

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