El dinero está en todas partes y en casi todo lo que hacemos, entonces ¿por qué no hablar de forma clara y natural de ello con los niños? Juan Luis Ordaz Díaz, autor del libro “Tu hij@ puede ser millonari@” señala que, al igual que otras competencias, el uso del dinero también se tiene que practicar. En el proceso se cometen errores y por ello es mejor empezar siendo niños o jóvenes con cantidades pequeñas.

Desde su perspectiva, hay tres pilares que los niños deben desarrollar para alcanzar la riqueza financiera:

  1. Atracción del dinero: es el punto de partida y lo puedes empezar a trabajar cuando tu pequeño(a) cumpla tres años. La idea es que desde temprana edad su relación con el dinero sea positiva y que aprenda a ganarlo a través de un trabajo que disfrute y le permita poner en práctica sus talentos.
  2. Administración del dinero: aquí la premisa es que para administrar de manera adecuada el dinero, el niño(ña) debe aprender cómo gastar, aprender a ahorrar, a proteger el patrimonio y a utilizar de manera adecuada un préstamo.
  3. Multiplicación del dinero: la educación financiera se completa aprendiendo cómo hacer que el dinero se multiplique, en esencia, hay que enseñarles a poner su dinero a trabajar.

Juan Luis Ordaz Díaz advierte que es muy difícil construir riqueza económica de una manera sólida si no fortaleces esos pilares en los más pequeños del hogar. En entrevista con +Dinero de Forbes México, le preguntamos cuáles son los errores más comunes que cometen los padres al enseñarles (a menudo inconscientemente) su relación con el dinero y cuáles son las mejores prácticas en ese sentido.

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“Alrededor del 90% de toda la conducta financiera viene de casa y a 9 de cada 10 adultos no les gusta su trabajo, es decir, la mayoría trabaja por dinero y eso ocurre a menudo porque no se tuvo una preparación adecuada en temas financieros”, indica.

En su opinión dos de los errores más comunes es no hablar de dinero como un tema cotidiano en casa; y generar una connotación negativa respecto al dinero.

“Muchos padres les generan la idea de que tener dinero es malo, casi no se habla de ello en casa o solo en dos ocasiones: cuando hay problemas económicos y cuando se habla mal de alguien que tiene dinero. Eso genera una connotación negativa en relación con el dinero y, al final, limita sus posibilidades de generar más riqueza”, afirma.

Si algo necesitan aprender los niños(as) es que el dinero no trae la felicidad, pero que utilizarlo adecuadamente les permitirá vivir de forma más plena.

Otras buenas prácticas incluyen enseñarles a qué te dedicas como padre, cómo te llega el dinero, pues eso no es común que se sepa. Hay que explicarles qué haces tú, qué hacen los abuelos o los tíos para ganar dinero: cómo llega el dinero a casa.

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“Evita decirles a los niños ‘no tengo dinero’ cuando te piden que les compres algo, cambia esa frase por ‘¿cómo le hacemos para comprar lo que quieres?’. De esa forma, impulsarás su creatividad y aportará ideas para lograrlo. En definitiva, es recomendable llevar a cabo sus ideas; si echamos un vistazo, veremos que los adultos exitosos son creativos, que tienen mucha imaginación, gran autoestima y son perseverantes. Todos los niños tienen esas cualidades, pero las van perdiendo al paso de los años”, detalla el autor del libro “Tu hij@ puede ser millonari@”.

Fomentar su creatividad y sus talentos le dará confianza en sus futuros emprendimientos.

“Si queremos que nuestros hijos ahorren o inviertan lo tenemos que hacer con ellos, incluso se puede hacer jugando: como padres podemos jugar el papel de una institución financiera para que nuestros hijos(as) generen ahorro a través de alcancías (que deben se der transparentes), podemos firmarles un papel en el que nos comprometamos a apagarle cierto rendimiento sobre el ahorro que él o ella hizo”, detalla.

Desde luego, no hay que olvidar que la mejor forma de predicar es con el ejemplo: “Hagan esto en familia, las finanzas personales son hábitos y estos no se generan si un niño no ve que sus padres hacen lo que dicen, si ellos no ahorran, por muy bonita que esté la alcancía, un hijo jamás va a ahorrar o no va a desarrollar el hábito”, finaliza.

 

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