“Sin estrategia, la ejecución no tiene objetivo. Sin ejecución, la estrategia es inútil”. Morris Chang

Cuando una empresa familiar plantea sus objetivos, proyecta lo que puede ser su futuro y la forma de alcanzar esas metas, siempre es posible encontrarse con ideas interesantes y valiosas. Pero estos planteamientos no son los que definen el éxito, sino la capacidad que tenga cada organización para llevarlas de la imaginación a la realidad.

El concepto de teatro de la innovación surge, precisamente, para alertar a las organizaciones sobre aquellos esfuerzos por innovar que no rinden verdaderos frutos, ya que esta tarea va más allá de ofrecer talleres, acercarse a coachees o consultores que ofrecen milagros para emprendedores o hacer dinámicas de innovación que no producen valor para la empresa. La sabiduría de la siguiente fábula nos muestra la importancia de que nuestros actos correspondan con nuestra forma de pensar:

Había una vez un cazador que seguía el rastro de un león. Se encontró en su camino a un leñador y le preguntó si sabía dónde se resguardaba el felino. El leñador respondió: “Puedo llevarte a donde se encuentra el león”. El cazador no esperaba esta respuesta y respondió lleno de miedo: “Me conformo con saber cuál camino tomó”.

El cazador de la historia no pudo sostener su apariencia con sus actos. Esta lección puede ser de utilidad para una empresa familiar y por eso es importante que reflexionemos sobre las acciones que ayudarán a evitar las consecuencias del teatro de la innovación.

“Siempre es buen momento para que tu empresa dé el primer paso, a través del esfuerzo constante, para hacer de la innovación una realidad y no una apariencia”.

Hacia una verdadera innovación

En su interesante artículo, Martina Rua menciona que “La innovación real no es elegante ni prolija. Hay que embarrarse, incomodarse, buscar activamente la diversidad y poner en jaque los prejuicios”. El verdadero camino de la innovación se construye con el trabajo constante de diseño y rediseño de los productos o servicios que tu organización ofrece. Poner en marcha este proceso implica conocer con detalle el trabajo de la empresa y la opinión de los diversos stakeholders.

Por tanto, la innovación no puede quedarse en tener un laboratorio de tecnología o en realizar actividades esporádicas donde se “muestre” que la empresa está interesada en innovar: diversificar el trabajo de una organización implicará, más bien, ser capaces de pensar de manera diferente, abrirse a las posibilidades y lidiar con los fracasos hasta encontrar una nueva manera de generar valor para la compañía.

Innovación a la medida

Teatralizar la innovación está ligado al deseo de seguir los pasos de organizaciones que han puesto esta tarea como una prioridad. Por supuesto, tener en cuenta los buenos ejemplos es importante, pero es también indispensable comprender que la ejecución de una estrategia de innovación debe adaptarse a las condiciones propias.

Un verdadero proceso de adaptación debe partir del conocimiento preciso del trabajo cotidiano. Esto solamente ocurrirá con una planeación estratégica donde innovar tenga como punto de partida la información obtenida de los procesos, del trabajo con proveedores y de la resolución de problemas que los productos y servicios ofrecen a los clientes. Siempre cuestiona qué es lo que haces y por qué lo haces.

Cierra el telón del teatro en tu empresa

Hacer de la innovación una fortaleza va de la mano con incluirla entre las prioridades institucionales, es decir, se trata de convertirla en parte de la cultura empresarial, estableciendo una metodología que favorezca su puesta en marcha.

Una cultura de la innovación necesita brindar las herramientas necesarias al equipo de trabajo; establecer puestos de trabajo que se encarguen, específicamente, de la tarea innovadora; entender que se trata de una tarea que sume los esfuerzos y visiones de todos los colaboradores, más que esfuerzos aislados; asimismo, se requiere dar un seguimiento y medir si los esfuerzos de crecimiento resultan redituables para la empresa. La innovación no es cuestión de dinero, sino de personas.

Siempre es buen momento para que tu empresa dé el primer paso, a través del esfuerzo constante, para hacer de la innovación una realidad y no una apariencia. Sacrificar la innovación para ahorrar costes, es como parar el reloj para ahorrar tiempo.

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