El presidente Peña Nieto presentó esta semana un decálogo (es peculiar la obsesión presidencial con el número 10) conteniendo los objetivos que México buscará en las negociaciones que se sostendrán cuando se reabra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La lista de objetivos es loable, y nadie podría pelearse con ella. Incluso contiene la elegancia de presentar una defensa de las naciones de América Central ante los posibles embates del presidente Trump. Pero la lista es ilusoria ante un analfabeto económico que visualiza la balanza comercial como un estado financiero de resultados. Esto es, un déficit comercial es una pérdida, y el país correspondiente un “loser” en el argot trumpiano. No hay manera de explicarle a ser tan limitado y pagado de sí mismo que esa balanza comercial es sólo una parte de los diversos intercambios de una economía con el resto del mundo (lo que se denomina como la balanza de pagos). Y lo peor es que el analfabeto tiene la posición negociadora más fuerte. Es como pelearse en el patio de la escuela con el niño más burro, pero también el más fuerte, del salón. Entonces, ¿todo perdido y hora de ceder para evitar una golpiza? En lo absoluto, porque Estados Unidos tiene mucho por perder (no tanto como México, pero mucho) en caso de fuertes obstáculos al actual libre comercio. Muchos políticos estadounidenses lo saben, pero sobre todo los empresarios estadounidenses debido a sus ligas (directas o indirectas) con México (además de Canadá). Y a los diputados y senadores estadounidenses igual no les importa mucho México, pero sí los empleos y consumidores en sus distritos o estados. Por ello, es necesario tener al alcance del dedo las opciones nucleares y semi-nucleares. No son deseables, pero sí necesarias para espantar al bully de la escuela.
  • Rechazar un acuerdo desfavorable
Trump amenaza con anunciar la salida de Estados Unidos del TLCAN, lo que tendría lugar al cabo de seis meses. Ésa es su amenaza final si lo acordado no lo satisface. Que lo haga o, más bien, que amenace con hacerlo claramente, incluso poniéndole fecha. Es muy probable que congresistas, gobernadores y empresarios lo presionarán para que no empuje el acuerdo actual al abismo. Como dijo quien fuera el negociador en jefe del TLCAN, Jaime Serra Puche, aceptar un comercio administrado por medio de cuotas sería peor que la salida de Estados Unidos del acuerdo tripartito. El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ha declarado que México dejaría el TLCAN si aquello que demanda Estados Unidos empeora lo que hoy se tiene. Ojalá sea en serio esa postura… y la exprese abierta y reiteradamente el propio presidente Peña, para darle plena credibilidad a esa opción.
  • Migración y drogas, reduciendo cooperación
México en buena parte hace la tarea sucia a Estados Unidos en un marco de cooperación que Trump no aprecia y menos valora. Un botón nuclear es responder a una acción con una reacción, pero en un campo distinto. Las acciones proteccionistas son tiros en el pie para el gobierno que las ejecuta. El gobierno mexicano no debe reciprocar con medidas similares que dañarían a sus productores y consumidores, sino en otras áreas. Destacadamente, no frenar la migración interna (incluyendo la de otros países, como los de América Central) hacia la frontera estadounidense. Otro campo en que la cooperación puede reducirse es en el combate al comercio de drogas ilícitas dirigidas a los consumidores estadounidenses.
  • Marear al oponente
No es exactamente un botón nuclear, pero es muy efectivo. Trump no es sólo un analfabeto económico, sino además autoritario. Busca una negociación “rápida” del TLCAN. El gobierno mexicano (quizá en alianza en ese aspecto con el canadiense) no debe plegarse a la infantil exigencia del bullying escolar: “quiero una pelea y la quiero rápido”. Hay que danzar, fintar y evadir, comprando tiempo para que la estupidez de Trump (y sus posibles consecuencias) sean todavía más evidentes, sobre todo para políticos y empresarios. Las negociaciones comerciales nunca son rápidas (de hecho, tardan años), y en este caso a México le conviene adoptar una actitud pachorruda. Mientras tanto, además, el TLCAN se mantiene en vigor.
  • Cambiar al enemigo
En días recientes ha habido cierto reproche al gobierno de Justin Trudeau porque al parecer Canadá está considerando mantener el comercio bilateral con Estados Unidos, y dejar que México se defienda solo. Natural, por más que no guste a los mexicanos. De hecho, no sólo México haría lo mismo, sino que debe adoptar esa estrategia, reorientando la mira presidencial estadounidense hacia otra parte. A Trump le desagradan los déficits comerciales. Hay que ilustrarlo, una y otra vez, que el enemigo se llama China. Al mes de noviembre el déficit comercial de Estados Unidos con el gigante asiático alcanzó los 319.3 miles de millones de dólares (mmdd). En un lejano segundo lugar con respecto al desequilibrio estadounidense está Japón (62.4 mmdd), seguido por Alemania (59.6) y con México en cuarto lugar (58.8).   Déficits acumulados al mes de noviembre 2016 Fuente: www.census.gov A Trump le gusta la noción de los enemigos a los que hay que enfrentarse y ganar. La clave es cambiar al enemigo, al menos en el ámbito comercial.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @econokafka Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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