Por Máximo Santos Miranda* Puede parecer sorprendente, pero existen bancos centrales en el mundo en los que parte de su capital cotiza en bolsa y que reparten dividendos entre sus accionistas y todo ello realizando las funciones típicas desarrolladas por cualquier institución de este tipo. Se trata de bancos centrales que cotizan en bolsa como cualquier otra empresa o entidad financiera y que, por tanto, sus cotizaciones se encuentran sometidas a la lógica del mercado, aunque ésta se encuentra, obviamente, condicionada por sus especiales características. Entre los bancos centrales de este tipo se encuentran los de países tan desarrollados como Suiza, Bélgica o Japón. Así, el banco central suizo (Banco Nacional de Suiza o BNS), que fue fundado en el año 1907, cotiza en bolsa desde que fue fundado y se encuentra registrado en el SIX Swiss Exchange con sede en Zúrich. El BNS registró un beneficio en el año 2017 de nada menos que de 54 mil 371 millones de francos suizos o lo que es lo mismo de unos 57 mil millones de dólares (mdd).  Estos resultados son los mayores que ha tenido la entidad en sus 110 años de historia, lo que le permitirá repartir entre sus accionistas un dividendo de 15 francos suizos por acción que es el dividendo máximo legalmente permitido. En el año 2016 el BNS también obtuvo un beneficio importante, en concreto de 24 millones 476 francos suizos o 26 mil mdd. El anterior récord de ganancias del banco se produjo en el año 2014 cuando la entidad ganó 38 mil 300 millones de francos suizos. Sin embargo, no debemos pensar que el BNS obtiene beneficio todos los ejercicios. Así, en el año 2015 la entidad perdió unos 23 mil millones de francos suizos que fueron las mayores pérdidas de su historia, o en el año 2013 en que la entidad sufrió sus primeras pérdidas, situándose estas en los nueve mil 100 millones de francos suizos y que significó que, por primera vez, la entidad no distribuyera dividendos entre sus accionistas. De los resultados anteriores se puede inferir, claramente, que la entidad ha sufrido una enorme volatilidad en sus beneficios, fruto de unos años en el que el franco suizo se ha convertido en una moneda refugio para muchos inversionistas y que, por lo tanto, la moneda que emite se haya visto afectada por una fuerte volatilidad. Adicionalmente, la entidad cuenta con una fuerte inversión en oro, ya que como cualquier otro banco central una de sus funciones principales es la de constituir reservas en divisa u otros activos financieros, y el precio del oro en los mercados también ha sufrido importantes vaivenes en estos últimos ejercicios. Los tipos de interés negativos también le han supuesto a la entidad una importante fuente de ingresos, ya que ha cobrado estos intereses a las entidades bancarias suizas que han efectuado depósitos en su banco central. En los ejercicios anteriores la entidad siempre había presentado beneficios y es que uno de sus objetivos, además de los propios de cualquier banco central, es el de obtener ganancias ya que el banco se encuentra presionado, como cualquier otra empresa o banco privado, a la obtención de lucro como consecuencia del ejercicio de su actividad económica. ¿Quiénes son sus accionistas? Sus accionistas mayoritarios son entidades públicas, entre ellas los cantones suizos y sus bancos cantonales que cuentan con un capital conjunto de algo más del 50% aunque el mayor accionista es una persona privada, el empresario alemán Theo Siegert que cuenta con un 6.7% del capital. Es de destacar que, según los estatutos de la entidad, dos tercios del beneficio se debe distribuir entre los cantones o regiones suizas, por lo que este ingreso resulta de vital importancia para las finanzas de estos territorios. En 2016, el banco llegó a obtener revalorizaciones superiores al 75%, lo que despertó la atención de numerosos inversionistas y es que a esta importante revalorización hay que añadir el hecho de que  la entidad tiene un rating de AAA, siendo la seguridad que ofrece superior o igual a la deuda pública suiza y que al igual que el Banco Central Europeo (BCE) o la FED, el BNS es el responsable de la política monetaria y de poner francos suizos en circulación cuando lo estime necesario, con lo cual teóricamente su quiebra es imposible. Sin embargo, invertir en el BNS también tiene ciertos riesgos y es como se ha visto anteriormente, el banco puede incurrir en pérdidas, lo que impidió repartir dividendos en esos dos ejercicios. Además, hay que considerar que el número de acciones que cotizan en la bolsa es muy escaso y, por tanto, cuentan con una escasísima liquidez. La entidad tiene dividido su capital social en 100 mil acciones con un valor nominal de 250 francos suizos y los volúmenes de intercambio son muy reducidos. De hecho, los volúmenes son tan bajos que en muchas sesiones no se intercambia una sola acción. También el Banco Nacional Belga (BNB) cotiza en la bolsa de Bruselas, aunque una serie de legislaciones especiales le permiten operar de una forma diferente a como lo hacen otras compañías belgas. Su capital está compuesto por 400 mil títulos, de los cuales el Estado belga detenta el 50%. Aunque el banco distribuye dividendos entre sus accionistas la entidad, según consta en su propia página web, no tiene como objetivo principal el distribuir dividendos a los tenedores de acciones sino el conseguir el interés público. El Banco Central Japonés también cotiza en la bolsa de valores japonesa, aunque el 55% de su accionariado está en manos del gobierno. Es de destacar que los accionistas privados no tienen derecho a dividendos ni a voto. Igualmente, el Banco Central de Sudáfrica cuenta con accionistas privados. La entidad africana cotizó en la Bolsa de Johannesburgo hasta el mes de mayo de 2002 cuando decidió que sus acciones se comercializaran de forma directa entre el banco y los inversionistas. El Banco Central Sudafricano cuenta con unos 650 accionistas que poseen los dos millones de títulos que ha emitido hasta el momento. Entre las restricciones con que cuentan los potenciales inversionistas en la entidad se encuentra que el límite de acciones que cada inversionista puede adquirir se sitúa en 10 mil. Adicionalmente, existen otras restricciones en la política de dividendos del banco. Unas limitaciones que se encuentran en su acta de fundación y que sitúan el límite máximo de dividendo anual que puede distribuir la entidad en 10 centavos de rand sudafricano por acción. En definitiva, el potencial inversionista debe conocer que existen bancos centrales en el mundo en los que parte de sus acciones cotizan en bolsa, que las mismas son muy poco líquidas, que su dividendo está generalmente limitado por ley y que el poseer acciones en estos bancos centrales o bien no les otorga ningún derecho político o si se les otorga estos son muy limitados. Sin embargo, el potencial inversionista también debe conocer que el banco central de suiza obtuvo el año pasado importantes subidas en bolsa, siendo el riesgo de quiebra de la entidad prácticamente inexistente y es que muchos inversionistas apuestan a que en un futuro cercano alguna entidad pública nacional acabará realizando una oferta pública de compra por las acciones que cotizan en bolsa a unos precios superiores a los de su última cotización. La estructura de propiedad de estos bancos no deja de ser anómala en estos tiempos y por esta razón existen algunos agentes en el mercado que creen firmemente que tarde otro temprano las acciones que detentan los operadores privados acabarán estando en manos de los poderes públicos. *Doctor en Economía y experto en temas de banca, finanzas y hacienda.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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