El mundo está experimentando una transformación radical a medida que la tecnología cambia la naturaleza del trabajo y algunos puestos de trabajo desaparecen. La evolución lleva velocidades vertiginosas que nos resulta difícil asimilar. Para complicar las cosas, el mercado está dominada por un puñado de superestrellas que van reduciendo los puestos de trabajo. Por otro lado, el emprendimiento se posiciona como una alternativa atractiva. La disyuntiva que se presenta nos hace temblar al decidir cuál será el rumbo correcto. Si trabajas en estas súper firmas, obtienes más aumentos, aprendes habilidades útiles y obtienes un sello de aprobación que ofrece credibilidad a lo largo de tu carrera. Si no lo haces, tu carrera y tu salario podrían estancarse. Si emprendes, el riesgo de fracasar es una realidad que hay que sopesar.

Los primeros pasos en la vida profesional son determinantes en el destino del individuo. Elegir el camino correcto nunca se ha sentido más crucial para el éxito de por vida. Pero, angustiarse no sirve de mucho. Se puede tomar la decisión correcta aplicando algunas herramientas básicas de gestión de riesgos a tu activo más valioso: tus ganancias futuras. No debemos olvidarnos de que las cosas más complicadas se pueden resolver de formas sencillas. Para dar el primer paso, lo primero que debemos clarificar es el lugar al que queremos llegar y establecer objetivos claros. Es verdad que esta parte puede parecer difícil porque la mayoría de la gente no sabe lo que quiere. Si ese es el caso, la sabiduría popular tiene el mejor consejo: despacio que voy de prisa.

Apresurarnos a entrar al mundo profesional sin un objetivo claro nos hará parecernos al Conejo Blanco de Alicia en el País de las Maravillas, que mira el reloj, corre angustiado, sabe que va tarde, pero no tiene idea a dónde va. La sabiduría de Lewis Carroll sigue siendo vigente.  Todavía me maravilla ver a gente que conocí en la universidad que siendo muy jóvenes sabían que lo querían ser y lo lograron. Otros que parecían grandes promesas, se estancaron porque nunca lograron descubrir a dónde querían ir. Los primeros fueron capaces de vislumbrar un futuro integral. Uno de ellos supo lo que buscaba en el terreno profesional, se imaginaban una vida en pareja, quería tener tres hijos y vivir en una colonia determinada. Hoy, ese sueño se hizo realidad. No fue suerte. Tuvo claridad para generar un plan para conseguirlo.  

Lo cierto es que la mayoría de nosotros no tenemos tanta claridad ni cuando somos jóvenes ni cuando somos adultos. No hay porque angustiarse, eso está bien. Pero, si no lo sabemos, sirve empezarse a cuestionar por el rumbo, saber qué es lo que no nos gusta y en lugar en el que definitivamente no nos gustaría estar. Así, vamos tomando el control en vez de ir a la deriva. Una manera de encontrar algunas respuestas es pensar largo y duro sobre lo que queremos. Tenemos que ser muy específicos en cuanto a la carrera, lugar y títulos de trabajo. Es una reflexión personal que debe complacernos a nosotros, por lo tanto, se vale darnos gusto. 

¿Qué quiere decir darnos gusto? Algunos dicen que persigue tu pasión; otros dicen que necesitas crecer, conseguir un trabajo sensato y desarrollar pasatiempos divertidos. Tiendo a inclinarme hacia el terreno de pasión con una gran dosis de realismo. Dicho de otra manera: hay que considerar los riesgos que hay que enfrentar y que aparecen en torno a tus metas. Según la economista Allison Schrager, hay dos tipos de riesgo que necesita gestionar: riesgo idiosincrásico: que puede ser exclusivo para uno o un trabajo específico y riesgo sistemático: riesgo que se aplica a toda la economía. Por ejemplo, si trabajas en una empresa que deja de funcionar debido a una mala gestión eso representa un riesgo idiosincrásico; o si estas en una organización cuya cultura es mala para ti. Puedes gestionar este riesgo de la misma manera que lo hacen las personas en la inversión, diversificando tus habilidades y opciones de trabajo. Por otro lado, un ejemplo de riesgo sistemático es si pierdes tu trabajo porque la economía está en recesión. Este tipo de riesgo puede ser más perjudicial porque puede perder su trabajo en el peor momento: cuando el mercado de valores está abajo, hay más desempleo y es más difícil encontrar un nuevo trabajo.

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Al pensar en lo que queremos, tenemos que ser realistas. Sería un error pensar que todo es un boleto de oro. Las grandes empresas superestrellas tienen mucha influencia sobre sus empleados, ya que a menudo tienen una cultura en la que se supone que debes estar agradecido de trabajar allí. Eso significa que puede ser más difícil ganar reconocimiento, ser emprendedor y avanzar dentro de la empresa. Además, el hecho de que una empresa sea grande y exitosa no significa que no te enfrentes a algún riesgo idiosincrásico. Una firma de superestrellas hoy puede no ser una mañana. La otra opción es emprender. Claro, la realidad antes que nada:  si aspiras a ser el próximo Google, lo más probable es que no lo seas. No obstante, en una empresa más pequeña se está menos encajado en un cierto rol, se tiene más responsabilidad y se aprenden nuevas habilidades. Las desventajas incluyen un tremendo riesgo idiosincrásico.

Si tuviéramos una bola de cristal que nos dijera cuál es la forma ideal de comenzar, lo que nos diría es: empieza con calma. Tu mejor opción es ir con la empresa que se siente como la mejor opción, donde sientas que aprenderás más, y encontrar buenos mentores. Calma, lo más probable es que este primer trabajo no sea el último, y trabajarás en todo tipo de empresas diferentes a lo largo de tu vida. Para tener el comienzo correcto proporciona una buena base para tomar los riesgos correctos y manejar cualquier cosa que una economía cambiante traiga.

Es decir, para tener un arranque profesional satisfactorio hay que entender que el que tiene que estar satisfecho es uno mismo. Por supuesto, sirven los consejos de personas que tienen más experiencia: padres, maestros, expertos, pero ellos tampoco tienen una bola de cristal ni se encuentran en tus zapatos. Más que sueños, se requiere claridad. Sí se vale soñar pero hay que hacerlo con una dosis de realismo y buenas dosis de responsabilidad. También hay que tener la calma de que si nos topamos con algo que no nos gustó, siempre estaremos en posibilidad de mejorarlo. Un obstáculo no es el fin del camino y mucho menos, cuando estamos dando los primeros pasos.

 

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