Por: Mauricio Brizuela Arce

Luego de tres años del arranque oficial de la pandemia por la COVID-19, el problema más urgente en el horizonte ya no son los contagios o las vacunas para la población, sino una recesión económica. Según artículo de la revista Time, lo que se especulaba que podría suceder en 2022 es “inevitable para 2023”, tanto así que en una encuesta realizada en el sector de los negocios en octubre del año pasado, “98 % de los CEOs estaban preparándose” para que ocurriera una en los próximos meses.

Unos más pesimistas que otros, los responsables de administrar miles de millones de dólares y los políticos han estado analizando públicamente el tema, confirmando el hecho de que en las altas esferas de poder es una preocupación relevante el tema de la una viable recesión económica para 2023.

Algunas señales no han sido precisamente optimistas, con los obstáculos que se han presentado en las cadenas de producción y distribución desde que la crisis de la pandemia obligó a cerrar fábricas, puertos y centros de trabajo, al menos durante los primeros meses de 2020. Y parece que la combinación ideal para una recesión de gran impacto ya se ha gestado. Las recesiones, que se caracterizan por resultar en dos trimestres con crecimiento económico negativo, suceden por golpes económicos (el precio del petróleo), pánicos financieros (como en el mercado inmobiliario en 2008) o cambios vertiginosos en las expectativas, o si se combinan las tres. Quizá es momento de considerar qué hacer para lo que está por venir.

Pero, ¿es posible que las empresas puedan adelantarse a situaciones que rara vez pueden predecirse, o es mejor esperar a que el futuro nos dé la respuesta? Si algo aprendimos de lo que ocurrió durante los puntos más complicados de la pandemia, es que más vale tener un plan porque no solamente funciona en las emergencias, sino que fortalece las estrategias de la organización, protege al talento que ahí labora y le da seguridad a los inversionistas. A continuación, comparto algunos consejos.

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Vigilar las deudas y no descartar el desapalancamiento financiero

Toda empresa necesita de capital, en cualquiera de sus etapas, para mantenerse a flote, por lo que solicitar préstamos o créditos es una práctica común y hasta recomendable. Sin embargo, es muy importante que se sigan de cerca las condiciones de pago y los intereses que se acumulan para garantizar que se cuenta con los fondos necesarios para cumplir con esos pagos, sin descapitalizar todo el proyecto. Esto es, realmente, una buena práctica que aplica en cualquier época, aunque en momentos extraordinarios, como una recesión, pueden hacer la diferencia entre la supervivencia de la empresa y la causa de su desaparición.

Dicho esto, bien vale la pena considerar detener el nivel de deudas cuando el panorama o las predicciones no son tan favorables para la industria, evitando así acciones drásticas como los despidos masivos con la intención de disminuir los gastos que ya no pueden cubrirse al disminuir sus ganancias. Por otro lado, un estudio publicado en la Harvard Business Review en 2019 mostró el caso de Honeywell, que después de que el mercado decayó en el 2000, despidió al 20 % de su plantilla, sin que con eso evitara la lucha por levantarse en los siguientes años, hasta que la recesión de 2008 pegó y entonces decidió hacer las cosas diferente: en lugar de despidos, disminuyó las horas de trabajo, ofreció ausencias con la mitad del pago (o sin pago en absoluto), lo que permitió que se salvaran cerca de 20 mil empleos.

Fortalecer las tomas de decisiones

No es nada nuevo afirmar que los momentos más difíciles destacan el verdadero valor de los líderes, y una recesión es una prueba muy complicada para el carácter de quienes ocupan el puesto de CEO. Además de ser capaz de reaccionar rápidamente ante lo impredecible, deberá enfrentar las opiniones contrarias en todos los niveles de la empresa que dirige, lo cual agrega un nivel importante de estrés que podría dar pie a negociaciones o discusiones que no llevarían a ningún lado. Al final de cuentas, lo importante es alcanzar los objetivos clave que permitirán que la organización supere la crisis, y en ocasiones no será un paseo agradable.

Por supuesto, también es importante que exista espacio para que las preocupaciones, las dudas y las alternativas se externen sin temor a represalias. Esto construye un ambiente más constructivo, que exhorta la proactividad del talento de la empresa, y también ayuda a encontrar soluciones creativas y en menor tiempo que si se toma en cuenta solo un punto de vista. Lidiar con la toma de decisiones drásticas y sostener el diálogo no es un acto de magia, sino de liderazgo inteligente.

Invertir en tecnología cuando sea posible

¿Quién piensa en invertir en lo que sea cuando una recesión está en puerta o ya ocurre? Suena a contradicción, pero hay datos que apuntan a que los costos son menores que cuando la economía está en mejores condiciones. Y si hay un aspecto que conviene optimizar en cualquier empresa, no importa su tamaño, es la transformación digital. Esto quiere decir investigar los tipos de software que harán más sencillas y ágiles las tareas en la organización, qué equipos se necesitan para implementarlos, qué necesita el talento para aprender a utilizarlos y los beneficios al corto, mediano y largo plazo.

Cada empresa es distinta, con diferentes oportunidades, pero algo en lo que coinciden todas es que el uso de herramientas digitales abre una puerta valiosa para entender cómo funciona dentro de ella. Desde las ventajas de sus proveedores, la organización de su inventario, el costo de la producción, el tiempo que gana en los envíos y los clientes que gana o pierde en determinadas fechas: los datos son reales, en tiempo real y susceptibles a análisis. Es el tipo de información que indica si hay algún cambio importante en el comportamiento de la industria o el mercado, y que indica en dónde pueden hacerse mejoras. Así que no hay razón para no hacerlo.

¿El futuro es tan pesimista como lo pintan? Solo el tiempo responderá eso. Pero ¿quién prefiere arriesgarse y no hacer nada al respecto para proteger su empresa? Ojalá nunca tenga que conocerle.

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Contacto:

Mauricio Brizuela Arce, Presidente del Consejo de Administración y Socio Director de Salles Sainz Grant Thornton

Twitter: @SallesSainz

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México

 

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