Hace unos cuantos años tener un negocio dentro del ecommerce era impensable y esto podría deberse a muchos factores, desde la falta de dinero para invertir en infraestructura tecnológica hasta desconocimiento total en el uso de la misma. Las cifras que arrojaban los estudios respecto al crecimiento en comercio electrónico reflejaban que sólo los grandes negocios eran quienes incursionaban. Por ejemplo, en el 2019 la consultora Psyma reveló que un 19% de las pequeñas y medianas empresas en el país contaban con una plataforma de venta online propia, mientras que la AMVO hacía mención que sólo el 56% las PyMEs tradicionales consideraba muy importante adentrarse al comercio digital.

Sin embargo, todos sabemos que las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia por el Covid-19 aceleró la transformación y los números rápidamente comenzaron a cambiar, lo que antes se veía como futuro se convirtió en presente y ante la ola digital que se vivió, se contaba con 2 opciones: o nos subíamos o nos arrastraba. Actualmente cifras de la AMVO indican que en el 2020, 6 de cada 10 PyMEs venden por Internet, mostrando un incremento del 94.6% en comparación con 2019.

Fue aquí que se apreciaron las bondades de la tecnología, el ecommerce cambió las reglas del juego y dio pauta a una competencia que ofrece igualdad de condiciones. Las plataformas digitales permitieron que aquellos sistemas que sólo estaban al alcance de algunos cuantos, ahora cualquiera pueda adquirirlos.

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Esta democratización es posible entre otras cosas, a las plataformas SaaS (Software as a Service) a la cual empresas de todos los tamaños tienen acceso a soluciones tecnológicas. Somos testigos de cómo pequeños actores de la economía se suman a diferentes modelos de negocios como marketplace, dropshipping por mencionar algunas, donde los empresarios a precios accesibles pueden dar ese primer paso y así ser parte de la economía digital, dando a conocer sus productos, impulsando su negocio y compitiendo en el mercado ofreciendo su valor agregado.

Estamos ante un escenario en donde la tecnología bien aprovechada puede eliminar la pobreza y crear oportunidades. Para esto, tenemos como ecosistema que preocuparnos y ocuparnos de que el conocimiento llegue a todos sin importar su ubicación geográfica, desde nuestras trincheras tenemos que ayudar a que esta brecha digital cada día sea menos amplia. El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) ha demostrado por medio de investigaciones el efecto que tienen las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y los servicios de telecomunicaciones sobre el desarrollo social, en cuatro elementos fundamentales que son:  educación, empleo, desarrollo económico y salud.

Tenemos al alcance las herramientas para ser factores de cambio en nuestra comunidad, el compromiso es grande, ahora es sabido por todos que la presencia digital es una obligación. Es necesario aliarnos tanto sociedad, gobierno e iniciativa privada para potencializar al país mediante estrategias tecnológicas que eduquen y capaciten al talento que ya existe y sembrar la semilla en las futuras generaciones.

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*Santiago Naranjo, Presidente VTEX LATAM. Ingeniero financiero, experto en comercio electrónico y retail, con más de 10 años de experiencia liderando la creación y expansión de marcas exitosas, tanto físicas como digitales.  

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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