Por Juan Carlos Domínguez Verónica* Durante las últimas décadas la frase “Piensa global, actúa local”, se presenta reiteradamente en gran parte del discurso político de no pocos alcaldes de grandes urbes, tan común es su (ab)uso que se pasa por alto su significado, el cual radica en implementar acciones que en el contexto inmediato contribuyan a mejorar la situación de sus gobernados y que de paso favorezcan de manera individual los esfuerzos globales por lograr mejores condiciones de vida. Esto hace evidente cómo los liderazgos en los gobiernos locales buscan no sólo incidir en su localidad, sino en la escena internacional. Sin embargo, este interés por ser partícipes del discurso y establecimiento de la agenda global es visto más como un rasgo necesario para inocular el concepto de modernidad y vanguardia política a sus administraciones, que como una acción que garantice un desarrollo más equitativo y sostenible para la población. Hoy observamos diversas iniciativas que incentivan la participación de los gobiernos locales en la generación de una agenda internacional específica, muchas de ellas propuestas por organismos internacionales especialmente aquellos que conforman la ONU, no obstante, cada vez son más los foros que se conciben a través del networking y lobby de las propias  ciudades como la  Cumbre Urban 20, la iniciativa C40 o el Foro Global de Gobiernos Locales, permitiéndoles conocer lo que denominaríamos las “mejores prácticas internacionales” para atender las problemáticas de sus ciudades. Aunque, contrario a lo que se creería, muchas veces esto no se refleja en liderazgos más capaces para atender las políticas y agenda que demandan las urbes, como lo muestra el estudio “Urban Connections: International Survey of City Leadership”. La información recolectada señala que esta falta de éxito radica en tres factores que se encuentran más relacionados con el orden local, que con la mera tropicalización de estas “mejores prácticas”, como lo es el fortalecimiento de su estructura institucional y la coordinación con otros órdenes de gobierno, las limitaciones presupuestarias y la corrupción, así como la falta de participación ciudadana. En reiteradas ocasiones los liderazgos omiten reforzar sus capacidades institucionales mediante la adecuación de sus estructuras con otros órdenes de la administración pública, llegando incluso a una abierta confrontación, al considerar que una agenda internacional permite generar una mayor autonomía y réditos políticos, especialmente en regiones donde existe un alto grado de dependencia con los niveles superiores de gobierno, justificándose en la premisa de ser responsables inmediatos de proveer calidad de vida a millones de ciudadanos, como lo expresó el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, “las naciones conversan, las ciudades actúan”. Por consiguiente, esta falta de adecuación de estructuras genera mayores retos de coordinación intergubernamental, lo cual se refleja en menores apoyos para las urbes, como programas de financiamiento y transferencia de recursos. Además, la falta de autonomía financiera de las ciudades es una constante a nivel global, sus limitaciones presupuestarias difícilmente pueden ser afrontadas en exclusiva con políticas recaudatorias locales, como el caso de los gobiernos municipales en México, quienes obtienen ingresos propios por un 20% de su gasto corriente mientras que el 80% restante proviene de transferencias federales y estatales, otros ejemplos son las ciudades de Nueva York y Chicago, las cuales enfrentan grandes problemas para financiar su gasto educativo o las de Bucarest y Beirut que no son capaces de expandir su infraestructura de transporte. Aunado a lo anterior, la corrupción y falta de transparencia en la disposición de los recursos financieros, es otro problema mayor, el mismo estudio señala que ciudades como La Habana, Río de Janeiro o Minsk tienen dificultades en cambiar esta situación debido pequeñas “élites” que aprovechan el poco control administrativo, para desviar recursos y beneficiarse directamente. Como último factor debemos mencionar la falta de mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones de los gobiernos locales, el establecer una planeación inclusiva de las políticas públicas es un elemento crítico para el liderazgo efectivo, pues dota de dirección y retroalimentación a los funcionarios públicos sobre las necesidades reales e inmediatas de la población, permitiéndoles tener resultados concretos en la ejecución de dichas políticas. A manera de conclusión podríamos señalar, que adoptar una postura de internacionalización de la gestión local es una manera efectiva de hacerse de herramientas que pueden mejorar en gran medida la calidad de vida de sus ciudadanos, pero para que sea efectivo, primero deben enfocarse en evaluar su contexto inmediato para conocer sus capacidades y deficiencias reales, ya que sin este ejercicio de autoconocimiento cualquier acción estará destinada al fracaso. *Experto en gobierno y comunicación política.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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