“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en algo más, entonces eres un líder”. John Quincy Adams

Es innegable que, en muchas áreas de la vida y no sólo en el mundo laboral, hay nociones de liderazgo que son útiles para enfocar y lograr el éxito en nuestros objetivos a corto, mediano o largo plazo. Por ejemplo, en el núcleo familiar, padre o madre pueden ser quienes jueguen este rol, en el grupo de compañeros escolares o dentro del círculo de amigos, habrá personas que adquieran la batuta del líder, pero ¿de qué depende esto?, ¿cuáles son las cualidades de un líder?

Sería erróneo pensar que una persona por el simple hecho de ser mayor es o puede ser un buen líder, aunque posea experiencia a partir de los años, este no es un factor determinante. Realizar iniciativas, proyectos, administrar o regular acciones con personas en contextos reales es mucho más profundo. Pensemos, en este sentido, en una noción de gestión, un gestor de personas con la capacidad de dirigir grupos, fomentar la comunicación y el bienestar para un objetivo común.

Recuerdo a este respecto una antigua fábula china que relata cómo un hombre de noventa años decide, junto con sus hijos, mover montañas para liberar un camino. La faena consistía en acarrear, en canastos, la tierra y piedras extraídas de las montañas para soltarlas en el mar. A los habitantes del lugar les pareció una tarea alocada, irrealizable; llamaron tonto al anciano, se burlaron de él. Cuando un vecino trató de disuadirlo, el hombre le dijo que ese trabajo era muy posible pues cuando él muriera, lo continuarían sus hijos y posteriormente sus nietos, hasta que se lograra. Esta moraleja muestra el valor del trabajo y de una buena iniciativa, además de lo significativo de las relaciones entre generaciones y los aportes que cada edad ofrece.

Algunos consejos, sin embargo, pueden resultar útiles al margen de la edad o circunstancia para gestionar personas positivamente, entre ellos puedo mencionar, por ejemplo, la organización, el pensamiento creativo, la oportuna comunicación, la constante formación intelectual y física. Además, meditemos, a partir de la anécdota oriental y lo vigente del caso, en el ejemplo concreto de los jóvenes. Con la cantidad de información que circula en redes sociales; el acceso a artículos, estadísticas o registros audiovisuales de todo tipo de iniciativas, las generaciones actuales manifiestan pensamientos críticos particulares, algunos bien fundamentados, y otros guiados por la inmediatez.

Generar preguntas sobre el orden establecido es favorable, en tanto sea desde el conocimiento de los datos y con una visión de mejora. En este sentido, un joven puede ser un líder, pero también puede seguir a uno que considere apto y eficiente en su labor. “La clave del éxito es concentrar tu consciencia en lo que deseas, no en lo que temes”. Brian Tracy

Siguiendo la idea anterior, un buen gestor de personas debería fomentar la autonomía de cada integrante del grupo que dirige, valorar su desempeño, reconocer y recompensar sus habilidades en y para el proyecto en cuestión. Comprometerse con el papel de ejemplo a seguir, pero también ser capaz de trabajar de la mano con el resto del equipo.

“Un buen gestor de personas debería fomentar la autonomía de cada integrante del grupo que dirige, valorar su desempeño, reconocer y recompensar sus habilidades en y para el proyecto en cuestión.”

Sobrellevar de manera inteligente las emociones y reconocer los errores de ser necesario, esto sumará valor a su gestión. Los conflictos en cualquier espacio de trabajo son normales, solucionarlos de manera correcta puede ayudar a la ejecución de objetivos individuales y comunes.

SI bien los jóvenes pueden desdeñar ciertos puestos de poder o liderazgo, pero advierten las cualidades que un buen gestor de personas posee, se dejarán guiar en una determinada actividad si observan potencial bien enfocado. Las generaciones contemporáneas comprenden que su opinión es valiosa y que al seguir o convertirse en una persona capaz, entusiasta y comprometida, es decir, en un buen gestor de personas, se puede incluso mover montañas.

“Ser sensible no es una debilidad es un poder que nos permite fortalecer el trato con uno mismo y la convivencia con los demás”. Damara Ponce.

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