Como sociedad estamos viviendo una transición hacia el bienestar integral, y como toda transición a veces nos confundimos y dudamos hacia dónde avanzar.

De medir únicamente el desempeño de las organizaciones por el tamaño de sus ganancias, sus ventas o dominio del mercado, ahora estamos considerando los beneficios que genera en su propia gente, su comunidad o el planeta.

Es una tendencia que viene desde hace mucho tiempo, pero nunca se había tenido tan clara la diferencia positiva que provoca el procurar construir organizaciones de bienestar.

La pandemia aceleró el reconocimiento de esta necesidad y provocó que se arrancaran muchos procesos en este sentido.

Después de años de planeación y desarrollo, y pese a la emergencia sanitaria, en el Instituto de Ciencias de Bienestar Integral lanzamos en 2021 el distintivo Factor Wellbeing para ayudar a las empresas en esta transición (es gratis).

Realmente nos sorprendió la respuesta y descubrimos que son muchas las empresas comprometidas con el bienestar de su gente en la salud, en lo financiero, en la flexibilidad laboral, la inclusión, equidad, etc; que le dan un sentido trascendente a lo que es su negocio y el trabajo, con el cual buscan servir a la comunidad, reducir el sufrimiento, aumentar la felicidad, promover la salud. Lograr un crecimiento del ser humano.

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Los miles de cuestionarios que hemos aplicado nos lo confirman y nos comparten soluciones (algunas se incluyen en el libro Wellbeing 360, diez años de bienestar en: https://cienciasdelafelicidad.mx/libro.html, donde también encontrarás tips sobre liderazgo positivo).

Las ciencias han demostrado que las personas pueden vivir más años, enfrentar menos enfermedades, convivir en paz con otras personas y disfrutar y proteger su entorno si se perciben como personas felices.

Lo mismo pasa en las organizaciones de bienestar. Provocan que las relaciones entre las personas sean satisfactorias, se sientan más comprometidas con lo que hacen, se incremente el optimismo, sea más fácil proponer cambios, innovar, ampliar el ámbito de actividades; en casos de crisis, que resulte más fácil superar el estrés, evitar el burnout y fortalecer la resiliencia, y también conserva la salud de las personas.

Esas mejoras se reflejan en los resultados: la productividad aumenta, los costos disminuyen por el menor ausentismo, rotación de personal y por el cuidado que ponen los colaboradores sobre el uso de los recursos.

Este tipo de organizaciones llaman la atención de sus potenciales clientes, pero también de quienes se postulan a un trabajo.

Todo ello, si no lo sabes “a ciencia cierta”, sé que lo intuyes.

Cada día hay mayor convicción en las organizaciones de que las personas son primero, empezando por los colaboradores.

Si logramos quitarnos la idea de que es un costo, tal vez empecemos a verlo como inversión.

Claro, este enfoque nos puede llevar a pensar que tiene un riesgo.

Pero podemos poner sobre la balanza aquel postulado financiero que dice: a mayor riesgo, mayor ganancia; a menor riesgo, menor ganancia.

Vivimos una transición, es tiempo de dudas, pero cómo podemos vacilar cuando la utilidad es la felicidad de la gente.

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Contacto:

Rosalinda Ballesteros, es Directora del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de Tecmilenio

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Mail: [email protected]

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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