Me preocupa que cada vez nos resulta más difícil ponernos de acuerdo. Basta ver las noticias de México o el resto del mundo para notar que la polarización gana terreno. Quizá esto se deba a que los periodos posteriores a las crisis económicas son el caldo de cultivo de las ideologías, y nuestro mundo fue impactado hace apenas una década por una de magnitudes históricas. En este contexto, me pareció refrescante leer Factfulness, libro del fallecido médico Hans Rosling. El propósito de la publicación es compartir una guía práctica para pensar en conclusiones objetivas que nos permitan tomar mejores decisiones, basadas en evidencia. Lo importante, según el autor, está en la manera en la que procesamos la información cuando leemos, revisamos o escuchamos noticias y vemos fotografías y películas. ¿Cómo saber cuándo algo es cierto? ¿Hasta qué punto podemos dudar de nuestras conclusiones? ¿Tenemos conciencia de nuestros sesgos? ¿Cuál es el piso mínimo de realidad y hechos con el que todos podemos estar de acuerdo? Para Rosling, existen 10 “instintos” que distorsionan nuestra capacidad para entender claramente la realidad, el estado en el que se encuentra el mundo y las tendencias a futuro. Se trata de ciertos filtros que nos impiden desarrollar estrategias de negocios o políticas públicas eficaces. Entre los “instintos” que considero de mayor importancia para nuestra sociedad destaco los siguientes:
  • El instinto de culpar. Es la idea de que los fracasos los ocasionan personas “malvadas”. Este filtro exagera la importancia de los individuos o de grupos particulares, minando nuestra posibilidad de entender los problemas estructurales y sistémicos. Dado que la realidad es, por definición, compleja, siempre hay que buscar las causas múltiples de los problemas, en lugar de chivos expiatorios.
  • El instinto de la negatividad. Es el sesgo de pensar que las cosas siempre están mal. Se alimenta de la falta de conocimiento del presente y de una errónea interpretación del pasado. Según Rosling, es uno de los mayores sesgos de la actualidad, ya que los medios de comunicación y los políticos suelen dar reportes selectivos para llamar la atención. Más que el rigor, a este “instinto” lo mueve el sentimiento. Para empezar a combatirlo, hay que recordar que es más probable recibir información negativa. Un avión que aterriza conforme a lo planeado nunca será noticia, pero hay noticias buenas y nuestras sociedades progresan más de lo que se suele pensar.
  • El instinto de la perspectiva única. Éste fomenta que se piense el mundo a partir de una sola referencia. Sus productos son las ideas simplistas, que resultan fáciles de vender. Cuando los problemas tienen causas únicas y soluciones únicas, todo el mundo se vuelve blanco y negro. Tendemos a hacer esto porque nos ahorra tiempo y esfuerzo, pero gastamos muchos recursos porque las soluciones simples son, siempre, una trampa, un placebo. Para evitar este filtro, el autor propone que uno ponga a prueba sus ideas ante personas que piensen de modo diferente; hay que reconocer que no se es experto en todo y tratar de rodearse de expertos en otros temas.
Finalmente, lo que más me interesa del libro de Rosling es su defensa apasionada y argumentada de los hechos. Los datos suelen poner en jaque a muchas fantasías, pero también suelen ser un antídoto perfecto contra el pesimismo. Como Rosling y otros autores sugieren y, más importante, como los hechos sugieren, nuestra especie ha avanzado mucho, muchísimo, por ejemplo, en términos de esperanza de vida, educación y salud. ¿Qué tipo de país queremos? Yo abogo por uno donde sigamos criticando los diagnósticos y las soluciones simplistas, donde encontremos consensos a partir de los hechos, donde celebremos nuestros éxitos y avances y donde se invierta en esos proyectos que el correcto análisis de la evidencia nos indique que darán buenos resultados.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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