Alfonso Mena recorre junto a Forbes México su más reciente exposición, Seducción, en el Museo de Arte de la Ciudad de México; hasta septiembre, cita obligada por excelencia dentro de toda agenda cultural de Distrito Federal.    Por: Paloma Oceguera   Paul Cézanne creía que una obra de arte que no da inicio en una emoción simplemente no es arte; y este es un principio que defiende con ferocidad la obra del artista plástico mexicano Alfonso Mena Pachecho. La historia de cómo se encontró con las artes es más bien aleatoria. Alfonso estudió, como todos los grandes artistas de su generación y de muchas atrás, en la Esmeralda (Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado); pero su primer flechazo artístico sucedió de niño, al hojear por vez primera un libro sobre la vida y obra de Paul Klee que su padre le había traído a casa por ninguna razón en particular. El libro permanece entre sus títulos de cabecera. En su trayectoria, tiene más de 90 exposiciones individuales y colectivas entre bienales, ferias y concursos en México y en el extranjero. Su trabajo ha sido expuesto en el Museo del Palacio de Bellas Artes y en galerías en Suiza. Alfonso ronda los 52 años pero aparenta sin esfuerzo unos diez menos. Espera encontrarse con el equipo de Forbes México en el vestíbulo principal del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Le acompaña Lourdes Baena, su representante y propietaria de ArtBaena. Alfonso está listo para introducirnos a lo largo y ancho de Seducción, su exhibición más reciente, que cuenta con 200 piezas que resumen el trabajo de más de seis años dedicados a un proyecto que  busca despertar los sentidos del espectador y abrir la discusión hacia un universo de interpretaciones. Seducción es sólo uno de los tres bloques que conforman Historia de las Cosas, un proyecto que nace de la inquietud del artista por la investigación y la búsqueda por acceder y organizar el conocimiento. “Me interesa el objeto como algo que seduce, el lenguaje como medio para clasificar al objeto y la memoria como archivo de las sensaciones que este mismo provoca”. De hecho, gran parte de las piezas que integran Seducción, se encuentran contenidas dentro de fríos gabinetes de la época de la posguerra, de esos en que los Nazis archivaban sus pecados. La misma intención tienen las piezas de Mena: Miedo; Existencia; Fragmento; Fantasía; Espera. Las piezas en Seducción son mucho más que expresionismo abstracto; rebasan las fronteras de lo no figurativo; cruzan la línea del arte simplemente conceptual.  Mena le rehúye a la obviedad, y es con un riguroso uso del color y una técnica que amalgama materiales tan antagónicos como la encáustica y el terciopelo, que su estilo alcanza una armonía nunca antes vista. Para él, la geometría no es más que un razonamiento abstracto que no existe realmente en la naturaleza, como tampoco debe existir un borde que delimite dónde la obra termina: “Algo que me conflictúa es hasta dónde llega la obra; Cézanne hablaba de que toda obra debe terminar dentro del espectador”. Tener oportunidad de recorrer una exhibición bajo la guía personal del artista creador debe equipararse a tener en casa a Jorge Luis Borges llevando la conversación durante una cena con amigos. De hecho, el escritor es un favorito de Mena. galeria1

 

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