Turnberry Associates ha sido la empresa pionera en convertir a Miami en un paraíso para los amantes del lujo y del buen vivir.

Hace más de 50 años Donald Soffer fue el visionario que vio entre 785 acres de un terreno complicado y pantanoso al sur de Florida la oportunidad de un exclusivo complejo. Fue así como nació la Ciudad de Aventura, considerada una de las direcciones más prestigiadas del estado y en donde se ubican oficinas de alto prestigio, residenciales lujosos, centros comerciales y de esparcimiento de alta gama. Ahora, la empresa se encuentra en las manos de la segunda generación, siendo Jackie y Jeffrey Soffer quienes están a la cabeza.

Conversamos con Jeffrey Soffer sobre esta compañía que no sólo se ha limitado al desarrollo de residenciales de lujo, sino que ha logrado un negocio cerrado, convirtiéndose también en constructora y operadora de las residencias, centros comerciales y hoteles, lo que aporta un control de calidad superior. “Algo que nos hace diferentes de otros desarrolladores es que somos dueños de la compañía constructora, lo que permite que mantengamos la calidad, el control y la intención del diseño”, comenta en entrevista.  

El CEO, cuya fortuna estimada por Forbes es de US$1,000 millones, nos habló de aquellos puntos en los que la compañía se hace destacar en una ciudad en donde los desarrollos de lujo no faltan. “Nos enorgullecemos de encontrar maneras innovadoras de ofrecer lo último en complejos de estilo de vida de lujo. En Turnberry la perfección es el punto de orgullo y a menos que nos sintamos orgullosos del proyecto no lo construiremos”. Sus proyectos se han dividido en aquellos de hospitalidad como Turnberry Isle Resort & Country Club y el Fontainebleau Hotel –cuya adquisición y expansión de US$1,000 millones fue dirigida por él–; proyectos de centros comerciales como Aventura Mall, y residenciales como Porto Vita y Turnberry Ocean Colony.

Experience of place

Más allá de la creación de una estructura bien diseñada, lo que busca Soffer con la compañía es crear una “experiencia del espacio”, por lo que su visión va más allá del edificio, se centra en la planeación detallada de amenidades y actividades que satisfagan el estilo de vida de sus clientes.

Con ello en mente es que se embarcó en el más ambicioso proyecto hasta el momento. El Turnberry Ocean Club consiste en una torre de cristal de 54 pisos con 154 residencias inteligentes –cuyos precios van de US$4 millones a US$35 millones–, que además ofrece seis pisos de amenidades de lujo como restaurantes, gimnasio, albercas y bares, entre otros, exclusivos para propietarios. El valor aproximado de este edificio es de US$500 millones.

“Nuestra meta era poner la barra muy alta en cuanto a la vida en un desarrollo residencial y queríamos hacerlo visualmente diferente. Ofrecerle a los residentes un lugar para vivir como ningún otro, con 3,000 m2 y ventanas de piso a techo para ver tanto el océano como la bahía”, describe el propietario. 

“La compra de las propiedades de Turnberry Ocean Club es muy diversa y viene de todas partes del mundo. Latinoamérica continúa como un mercado muy grande para nosotros, sobre todo Argentina, Venezuela, México y Brasil. También estamos viendo muchos compradores de Europa, Medio Oriente, Asia y el noreste de Estados Unidos”, comenta. Aunque en América Latina, el mercado mexicano se ha distinguido por ser un constante inversor en Miami desde hace décadas –y el empresario no prevé una desaceleración de esta tendencia– varios mercados han emergido como importantes clientes de este tipo de desarrollos, entre ellos nos cuenta que varios de sus compradores potenciales son de Panamá; asimismo, adquieren importancia los provenientes de Bahamas y las Islas Vírgenes Británicas.

Los planes de esta compañía a futuro están centrados en continuar con la creación de las “mansiones en el cielo”. Para ello, el ceo ya tiene la mira en el proyecto que sigue: crear la colonia más deseada e icónica del norte de Miami.

Con el nombre de SoLē Mia, se edificará sobre un terreno de 183 acres en una joint venture con LeFrak de Nueva York. Éste se construirá en la parcela de tierra más grande sin desarrollar al este de Biscayne Boulevard. El desarrollo, espera el CEO, brindará a la ciudad fuertes ingresos públicos, así como la generación de cientos de empleos nuevos.

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