Hablar de cómo pensamos y actuamos es algo común en toda charla. Ya sea que estés en un café, en el trabajo o en una reunión familiar. No obstante tu mente funciona de forma mucho más compleja de lo que crees a nivel consciente y eso impide sin duda tu andar en favor de los objetivos. Por ello, me permito compartirte una anécdota muy particular, con la intención de que descubras cómo sucede esto en la cotidianeidad. Que si bien es un ejemplo en un tema de vida, sucede también en temas de negocios, laborales y cualquier ámbito que se te ocurra, pues si algo es seguro, es que nuestra mente nos acompaña a todas partes y en todo momento. Hace algún tiempo llegó, por medio de uno de mis artículos, una mujer con la intención de trabajar en su propio crecimiento. Trabajamos pues en la primera sesión, en uno de sus principales objetivos de vida, volver a tener novio, cuestión que llamó mi atención, pues se trataba de una persona atractiva que hace más de seis años no tenía novio: Yo: ¿Qué me puedes contar, de esa relación? (la que consideró la más importante de su vida) Ella: Pues fue muy bonita, de verdad lo tenía todo, era algo así como mi príncipe azul, la relación duró 4 años. Yo: ¿Y qué fue lo que pasó? Ella: Pues tronamos. Yo: ¿Por qué? Ella: Me fue infiel. Yo: ¿Cómo te enteraste? Ella: Me mostró una foto una de mis amigas. Hablamos del dolor que sintió y de lo que implicó en su vida. Y tras tranquilizarse le pedí que se parara de su asiento, que cerrara los ojos y que me dijera de manera muy específica cómo sería su pareja ideal. Tras describirla, de forma extremadamente puntual, le pedí que la visualizara detrás de la puerta del consultorio. (Puerta que estaba a escasos cuatro pasos de donde ella estaba parada) Yo: Sabes que ahí está. A tan sólo cuatro pasos de ti. ¿Qué sentirías al conocerlo? Ella: No sé, mucha emoción, nunca lo había descrito tan claramente. Yo: Cuánta disposición tienes para dar esos cuatro pasos. Ella: Toda la del mundo. Yo: ¿Si pudieras decirme que son esos cuatro pasos que estarías dispuesta a dar para conocerlo qué me dirías? Ella: Compromiso, decisión absoluta, amor y entrega incondicional. Yo: Ahora quiero que olvides por un momento que está detrás de la puerta y que me digas todo lo bueno y lo malo que piensas de los hombres. Ella: Híjole Yo: ¿Híjole qué? Ella: Pues no sé… (Se hizo un silencio incómodo y después de un rato continuó) pues los hombres son unos mentirosos, unos infieles, sólo te quieren para acostarse contigo. Tras pedirle permiso para tomar sus tobillos, me agaché, y le tomé con mi mano derecha uno de ellos, mientras repetía su frase: Todos los hombres son unos mentirosos. Y con mi mano izquierda, el otro tobillo, mientras repetí sus palabras: Todos los hombres son unos infieles, y sólo te quieren para acostarse contigo. Después de ello, le pedí diera los cuatro pasos. Y lloró y lloró por mucho rato mientras intentaba sin éxito acercarse hasta la puerta. Ese día la sujeté con todo el poder de aquellas flechas, que se encontraban en sentidos contrarios, a la que decía era una flecha muy grande en su vida. A veces así funciona. Tus flechas grandes, esas que dices querer con todas tus fuerzas, se ven contrapuestas, con ideas, creencias, paradigmas, o estructuras que no salen a nivel consciente de momento. Pregúntate ¿cuáles son mis flechas grandes? y cuántas flechas chicas puedo tener que obstaculizan la intención para llegar hasta mi objetivo.   Contacto: Correo: [email protected] / [email protected] Twitter: @coachalexmeza Facebook: ImpulsoHumanoMexico Página web: Impulso Coaching Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México. Lee también: Todas las empresas del S&P 500 ya tienen una mujer en su junta directiva

 

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