Por: Mauricio Brizuela Arce

Cuando se piensa en la importancia del puesto de CEO en una empresa, generalmente el enfoque está en lo que hace durante su tiempo de gestión: cómo mantiene la operación, los cambios que logra, la forma en que deja una huella en la industria. Sin embargo, el impacto que su labor imprime en la organización que dirige abarca incluso más allá de su etapa al frente, y aunque no sea parte de sus planes, su retiro es parte importante de su legado y del futuro de la compañía de la que se despide.

Esto se refleja claramente en aquellos casos en los que la persona que ocupa la silla de dirección se va antes de tiempo, mucho después de lo esperado o de una manera desorganizada. Eso impide que los procesos de sucesión no sean eficientes —si es que existen—, que quienes se consideran para reemplazo no tengan oportunidad de adaptarse y, para quien era CEO, los planes de su nueva vida no puedan llevarse a cabo correctamente, ya sean profesionales o personales.

Un ejemplo no tan lejano es el caso de Jeff Immelt, a quien el Consejo de Administración obligó, en 2017, a que renunciara como CEO de General Electric. Esto causó que su sustituto, John Flannery, recibiera como herencia una serie de problemas (contables, adquisiciones fallidas, entre otras) que no pudo solucionar en el año que el Consejo le dio como plazo, hasta que también lo corrieron. El problema inicial fue que Immelt no se retiró a tiempo, y para cuando se tomaron medidas en el asunto, ya había causado mucho daño a la empresa: el valor de sus acciones cayó 73 %, mientras que el de sus colegas aumentó 179 %, según datos que bill George compartió en el artículo “The CEO’s Guide to Retirement”, publicado en 2019 por la Harvard Business Review.

Es decir: el retiro de cualquier CEO puede ser la diferencia entre una transición suave hacia la continuidad de la empresa, o el punto de quiebre de la misma, si no se maneja correctamente. Pero para que eso suceda es imprescindible que sea el director o la directora quien reconozca que su tiempo al frente está por terminar. ¿Cómo es posible reconocerlo? Espero que estos consejos ayuden en este proceso.

El puesto ya gastó toda su energía

Aquí me refiero al tiempo que se invirtió en la dirección, contar los años como CEO, no la edad de la persona que ocupa el puesto o su capacidad física. En el mundo de las startups, es común que la rotación de CEO sea más frecuente, sobre todo cuando se logran hitos (una fuerte inversión, la compra por parte de una organización más grande, la incursión en un territorio nuevo, por ejemplo), o se marque el límite de una gestión cada 10 años, más o menos. Para los casos en que se trata de alguien que ya tiene una carrera dentro de la empresa —que antes estuvo en la dirección financiera o en la comercial—, se cuentan más años porque se trata de talento que se ha formado, prácticamente, con la visión y valores del proyecto que dirige. Esto no quiere decir que no exista el límite de tiempo, sobre todo porque es un puesto muy demandante: exige resiliencia, creatividad, búsqueda de soluciones inmediatas, toma de decisiones muy difíciles, y es normal llegar a un punto máximo.

Llega un momento en que el impulso para esa empresa en particular decrece y entonces hay que darle oportunidad a alguien más que está más fresco. Esto no significa que la persona ya perdió toda su energía para trabajar en absoluto, sino únicamente para ese proyecto en particular, y quizá encuentre nuevas metas en otra empresa o en otras actividades (dar clases, estar al frente de una ONG, dedicarse a mentorías, unirse a un consejo). Podría ser después de 10 años en la dirección, o 25: cada caso es diferente.

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Se corre el riesgo de fallar a alguna de las partes interesadas

En 2021, Jack Dorsey, el fundador y CEO de Twitter se retiró para ceder el puesto a Parag Agrawal, quien había sido el director de tecnología. De acuerdo con Paun Singer, —fundador de Elliott Management y miembro del Consejo de Administración de Twitter en ese entonces—, la salida de Dorsey se había sugerido ya, para que no hubiera problemas al estar al frente de dos compañías: Twitter y Square. Esta estrategia fue inteligente porque así evitaron que la concentración del líder se dispersara o abandonara a uno de sus proyectos, causando daños a todos los involucrados.

Es importante que la dirección sea quien tome este tipo de decisiones, porque eso significa que respeta la integridad de la empresa (o empresas) que lidera, y busca lo mejor para su futuro.

Los objetivos de la empresa ya no coinciden con las de la dirección

Si la gente cambia, entonces también sus planes de vida. Y es totalmente comprensible que quien ayer estuvo en la dirección ya no reconoce los valores de la empresa en su propio interior. Decirlo a tiempo es también una forma de proteger todo lo que significa la organización, mientras que se busca la congruencia con los objetivos personales. Puede ser porque los cambios en la industria ya no se acomodan con la persona o es momento de un escenario distinto: lo que importa es que el desempeño no se convierta en un obstáculo al cumplir con el trabajo sin la convicción o motivación iniciales.

El trabajo se interpone a otros planes

Llega un momento en que la persona que hoy es líder desea probar suerte en otros retos, ya sean propios o ajenos, pero que de cualquier manera significan un nuevo estímulo, más atractivo. Al ocupar la silla de SEO también se aceptan ciertas restricciones que, con el tiempo, se convierten en frenos cuando antes eran apenas requisitos. Tal vez ya es momento de retomar una pasión abandonada para dedicarse al trabajo o, por fin, crear algo propio desde cero. Si los planes propios no pueden avanzar por atender la empresa, y eso comienza a quitar el sueño o incomodar, entonces el retiro puede ser una opción más conveniente para todos.

El retiro no quiere decir la suspensión de actividades o el final de la vida útil de quien dedicó años a dirigir una empresa. Al contrario: puede ser el inicio de una etapa, igual de emocionante, pero con diferentes objetivos. Lo que está en juego aquí es reconocer cuándo llegó el momento, y abandonar el ego un minuto para que los siguientes pasos den beneficios a la empresa, así como a quien inicia una nueva etapa.

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Contacto:

Mauricio Brizuela Arce, presidente del Consejo de Administración y Socio Director de Salles Sainz Grant Thornton

Twitter: @SallesSainz

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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