Cuando las cosas que se hacían con entusiasmo y claridad de mente empiezan a implicar mayor esfuerzo de concentración, y se hace necesario emplear el doble de fuerza para obtener el mismo resultado o incluso uno menor, algo no va bien. Las causas de ese agotamiento, llamado generalmente burnout, pueden ser múltiples y variadas, pero aquí nos centraremos en las que se refieren al trabajo y a las posibles situaciones de anormalidad en las relaciones del empleador-patrón y sus empleados-trabajadores. Del burnout se suele dar cuenta, en primer lugar, el cuerpo, que manifiesta ciertos síntomas de desgaste físico y emocional como el insomnio, la carencia de energía, la reducción de los niveles de tolerancia con el error ajeno, la incapacidad para concentrarse en las tareas, especialmente en aquellas que implican una atención continua, e incluso la reducción de la atención que se presta a cuestiones importantes, incurriendo la persona agotada en distracciones constantes y en lapsus de la memoria y del lenguaje. Acidiosos que presumen ser multitaskings Hace años se asignó a ese estado patológico difuso con la palabra francesa, un tanto rimbombante, de surmenage, que significa fatiga intelectual crónica por exceso de tiempo dedicado a la concentración sin pausa y al estrés que esta conlleva. Otros le llaman depresión exógena (para distinguirla de posibles enfermedades mentales como las depresiones endógenas, las bipolaridades y las patologías derivadas de estados de neurosis). Antiguamente se empleó una palabra que ahora nos resulta desconocida y poco familiar: la acidia. El acidioso era la persona que presentaba una serie de síntomas perfectamente identificados por médicos y moralistas:
  • Divagación mental, es decir, distracción permanente o incapacidad de concentración, manteniendo la atención en estado permanente de latencia y perplejidad; también se manifiesta como una curiosidad malsana de estar “en todo y en nada” al mismo tiempo (disfrazada por lo general de multitasking).
  • Baja autoestima, esa tendencia a juzgar los propios actos con extrema dureza y siempre en forma negativa, llegando en ocasiones a proyectar esa negatividad en su entorno.
  • Verborrea, consistente en huir del estado de agotamiento y de sus consecuencias refugiándose en la palabrería agotadora y en ocasiones dispersa.
Las consecuencias del síndrome burnout en el mundo laboral son múltiples y las más de las veces no constituyen un síntoma patológico evidente, por lo que en no pocas ocasiones se le confunde y trata como un indicio de incumplimiento en las relaciones laborales, incluso incumplimiento injustificado, lo cual lleva a dar un tratamiento equivocado e injusto a un problema que puede preverse y solucionarse por otros medios. Este síndrome se agrava en un contexto de ciudades caóticas, relaciones interpersonales complejas, exceso de información -generalmente superficial-, exigencias laborales y deficiente alimentación o mala calidad nutricional. Además, cuando el problema no es detectado ni atendido en los núcleos laborales por un deficiente control organizacional en las empresas, puede llegar a ser causa de conductas graves e, incluso, de conductas delictivas “culposas”, esas que generan consecuencias no buscadas, no intencionales, ni queridas directamente o de manera expresa, derivado fundamentalmente de la negligencia, falta de cuidado y falta de atención. Por ello, conviene considerar el síndrome burnout como un “riesgo laboral y social” que debe ser atendido de manera urgente, pues si se deja pasar por apatía, indiferencia, descuido o simplemente por considerar que es un asunto que se escapa del control laboral interno en sentido estricto, los problemas que se siguen de ello no solo afectan al paciente sino también a la propia organización. Nada de lo que se haga para prevenirlo, será demasiado El burnout, como riesgo laboral, implica que la organización tome medidas de prevención derivadas de ese síndrome, previo a la realización de un diagnóstico que permita identificar o clasificar los niveles de riesgo y afectación a nivel de personas, data o información, procesos o subprocesos y del sistema empresarial en su conjunto, especialmente en el terreno de las relaciones laborales y atmósferas de productividad. Para ello conviene que las áreas de cumplimiento o compliance, factor o capital humano y legales, trabajen conjuntamente promoviendo acciones como las siguientes:
  • Vigilar que se cumplan efectivamente los tiempos laborales (horarios de entrada y salida), evitando caer en esa mala costumbre de algunas oficinas en las que se confunde el rendimiento laboral con el mero tiempo “presencial” del empleado.
  • Atender quejas de malos tratos de los jefes o de otras situaciones como el acoso laboral que puedan llegar a disparar estados de ansiedad o malos temperamentos que deriven en el burnout.
  • Incluir en los cuadernos y manuales de buenas prácticas corporativas y en los códigos de ética, el compromiso de los empleadores y de los directivos de las empresas de respetar el tiempo que el empleado debe dedicar al descanso, a la familia y a su persona, entendiendo que se trata no sólo de un deber ético empresarial, sino de una obligación laboral de prevención de salud mental, accidentes e incluso de posibles transgresiones legales.
  • Promover actitudes que favorezcan las relaciones positivas de trabajo como el orden, pues como decía un pensador contemporáneo, “si cuidamos el orden el orden cuidará de nosotros”. Asimismo, favorecer actividades de descanso, integración laboral, y promover actitudes positivas de afabilidad, cordialidad, respeto y aceptación en el trato interpersonal.
Estas y otras medidas de humanización del trabajo y de respeto al tiempo de las personas evitarán las consecuencias que conlleva el burnout laboral y evitarán la afectación al empleado que lo padece, apoyando indirectamente también a sus compañeros y a sus familias y, desde luego, a la propia organización empresarial. Por ello, nada de lo que se haga para prevenir este padecimiento será demasiado.   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @requena_cr Facebook: Carlos Requena Página personal: Carlos Requena Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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