En términos de proyectos, desarrollo profesional, e incluso personal, hay líneas que se dibujan. Uno de las más simples y obvias son las que dividen a los que tienen éxito y a los que no. En cualquier caso, queremos estar en el grupo de personas que obtienen resultados de la manera que se planearon, o incluso mejor si es posible. Sabemos lo difícil que puede ser. Surge la pregunta: ¿Nacen o se hacen grandes pensadores estratégicos? 

Por difícil que pensemos que es encontrar la llave de esa puerta, es algo simple: la respuesta resulta ser “sí”. Sí, hay personas privilegiadas por  un espectro de talento innato y sí, también están las que pueden desarrollarlo. La implicación para las organizaciones es que deben encontrar formas de identificar y cultivar futuros líderes con la capacidad de pensar estratégicamente.

Por supuesto, es una bendición nacer como una persona talentosa. No a todas las personas se les han dado las mismas habilidades. Pero no hay nada de qué preocuparse. La buena noticia es que podemos aprender. Como sabemos, Michael Porter es un reconocido profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, es un clásico en el campo de la estrategia. Según Porter, hay varias maneras de mejorar las habilidades de pensamiento estratégico. 

Sus fórmulas y modelos todavía se utilizan en las corporaciones, y se enseñan en las aulas universitarias. Hay críticos que pueden encontrar sus postulados de alguna manera viejos, Porter comenzó a hablar de estrategias hace unos cuarenta años, pero son ideas universales que podemos aplicar hoy en día. Hay algunos principios e ideas clave presentados por Porter que son útiles cuando pensamos en una manera de convertirnos en un mejor pensador estratégico:

Comprender las fuerzas competitivas: El marco de las cinco fuerzas de Porter es una herramienta ampliamente utilizada para analizar el entorno competitivo de una industria. Al comprender las fuerzas que dan forma a la competencia de la industria (rivalidad entre empresas existentes, poder de negociación de proveedores y compradores, amenaza de nuevos participantes y amenaza de productos sustitutos), puede identificar oportunidades y amenazas estratégicas.

Diferenciación: Porter enfatiza la importancia de la diferenciación en la estrategia. Para lograr una ventaja competitiva sostenible, una empresa debe esforzarse por diferenciar sus productos o servicios de los de sus competidores. Esto se puede lograr a través de factores como las características del producto, la calidad, el servicio al cliente, la reputación de la marca y la innovación.

Liderazgo en costos: Otra estrategia clave destacada por Porter es el liderazgo en costos. Las empresas pueden obtener una ventaja competitiva al convertirse en el productor de menor costo en su industria. Esto implica lograr eficiencia operativa, economías de escala y una gestión eficaz de los costos.

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Enfoque: Porter sugiere que las empresas deben centrar sus esfuerzos en un segmento o nicho de mercado específico. Al concentrarse en un mercado objetivo estrecho, una organización puede adaptar sus ofertas para satisfacer las necesidades y preferencias únicas de ese grupo, lo que lleva a una ventaja competitiva.

Análisis de la cadena de valor: El concepto de cadena de valor de Porter examina las actividades primarias y de apoyo dentro de las operaciones de una empresa. El análisis de la cadena de valor puede ayudar a identificar áreas en las que una empresa puede obtener una ventaja competitiva mediante la optimización de procesos, la mejora de la eficiencia o la adición de valor a través de la innovación.

Análisis de la industria y la competencia: Para ser un mejor pensador estratégico, es crucial analizar a fondo la industria y los competidores. Esto implica comprender la dinámica de la industria, las tendencias del mercado, el comportamiento del cliente y las estrategias y capacidades de los competidores clave. Dicho análisis le permite identificar oportunidades de diferenciación, posicionamiento competitivo y entrada en el mercado.

Perspectiva a largo plazo: Porter enfatiza la importancia del pensamiento a largo plazo en la estrategia. En lugar de centrarse únicamente en las ganancias a corto plazo, los pensadores estratégicos consideran las implicaciones de sus decisiones y acciones durante un período prolongado. Este enfoque ayuda a crear una ventaja competitiva sostenible y a adaptarse a las condiciones cambiantes del mercado.

Aprendizaje continuo y adaptación: El pensamiento estratégico requiere un compromiso con el aprendizaje continuo y la adaptación. Esto implica mantenerse actualizado sobre las tendencias de la industria, los avances tecnológicos y las necesidades cambiantes de los clientes. Los pensadores estratégicos buscan activamente nueva información, exploran diversas perspectivas y aceptan el cambio como una oportunidad de crecimiento.

Realmente, creo que al incorporar estos principios en su proceso de pensamiento estratégico, cualquiera puede mejorar la capacidad de analizar, formular y ejecutar estrategias efectivas. Esa es la clave para ser un pensador estratégico. Como todos sabemos, en el mundo de los negocios como en la vida personal, el pensamiento estratégico es útil en términos de lograr objetivos y obtener resultados. En muchos términos, se trata de las decisiones que tomamos y la forma en que gestionamos el riesgo. La toma de decisiones efectiva es crucial para establecer objetivos estratégicos, asignar recursos, identificar oportunidades de mercado, gestionar riesgos y tomar decisiones de inversión. La mala toma de decisiones puede conducir a pérdidas financieras, oportunidades perdidas y el declive de las empresas.

En la mente de un pensador estratégico, la toma de decisiones juega un papel crítico en los entornos, donde los profesionales necesitan tomar decisiones oportunas y precisas que impactan los resultados. La toma de decisiones estratégicas implica diagnosticar problemas, elegir opciones, asignar recursos médicos y administrar políticas. Las decisiones bien informadas y basadas en la evidencia pueden mejorar el rendimiento.

Cuando mejoramos nuestras habilidades de pensamiento estratégico, tomamos decisiones que pueden afectar el bienestar público, el desarrollo económico, la planificación de infraestructura y la seguridad pública. La toma de decisiones efectiva garantiza una gobernanza eficiente, fomenta la satisfacción y contribuye al bienestar. Es crucial, hoy en día, planificar para equilibrar el desarrollo económico con la sostenibilidad ambiental. Tomar decisiones implica evaluar el impacto de los proyectos, implementar estrategias de conservación y administrar los recursos. La toma de decisiones reflexiva puede promover el desarrollo sostenible y preservar nuestros planes y resultados para nosotros en el presente y para las generaciones futuras.

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