—“Sr. Arenas ¿Por qué las inversiones en bonos gubernamentales no ameritan estar cubiertas por el IPAB?”.

Esta pregunta que me hicieron recientemente durante una conferencia me hizo recordar mis días como asesor de inversiones en un banco norteamericano con presencia en México durante el año 2008. Yo había iniciado mi colaboración a mediados del 2007 en el área de banca patrimonial en Prudential Bank, esta institución financiera tenía pocos meses de haber obtenido su licencia bancaria en México, Prudential a nivel internacional era sobre todo una entidad orientada al negocio de seguros de vida con gran presencia en Estados Unidos y Asia. 

Para mí representó un descubrimiento ingresar a laborar en una entidad que, por mucho, era más grande que cualquiera de los lugares donde yo había trabajado y que en nivel de capitalización también era más grande que la mayoría de los bancos mexicanos. Recuerdo que mucho del material publicitario que utilizábamos tenía impresa la imagen de su enorme edificio corporativo en Nueva York o de la arena de hockey que llevaba el nombre con su marca comercial. Era una invitación para creer que algo no podría fallar debido a su enorme tamaño, una idea que debe desterrarse de la mente del inversionista, todo puede fallar, los cisnes negros deambulan en las sombras hasta que se hacen visibles.

¿Te perdiste esta columna de opinión de Edgar Arenas?: El ABC para invertir en fondos de inversión en dólares

En septiembre de 2008, días después de que la crisis hipotecaria subprime iniciara llevándose entre las piernas a Lehman Brothers, la mayoría de grandes ballenas financieras vivieron al borde de la extinción, entre ellas Prudential y todas sus ramificaciones de negocios a lo ancho y largo del planeta. El banco en el que yo trabajaba de la noche a la mañana sufría la posible inviabilidad por el colapso sistémico financiero más grande de la historia. 

Las llamadas telefónicas de los inversionistas llovían a diario preguntando si su dinero estaba a salvo, la mayoría de los inversores no me preguntaban si Prudential era una institución saludable financieramente, era lo que menos les importaba en esos momentos de nerviosismo. 

“Sr. Arenas, ¿mi dinero está seguro?”

Lo que un inversionista observa bajo la lupa esos momentos críticos era la composición de activos que componían su portafolio de inversión.

Lo que aprendí en aquellos días le dio cause al resto de mi vida profesional. La regla número uno al invertir no es obtener retornos, es gestionar los riesgos; de nada sirve hacer muy bien las cosas durante mucho tiempo si en un abrir y cerrar de ojos podemos perderlo todo por una mala decisión. 

Rápidamente percibí que la inquietud de un colapso global quedaba mitigada si el inversionista había prestado atención a qué tipo de activos y en qué proporciones estaba invertido su dinero. En esos momentos de tormenta los inversores tuvieron un salvavidas en los bonos gubernamentales de corto plazo.

Un bono gubernamental adquirido en forma directa (como lo que hace la aplicación CETES directo) o a través de algún vehículo de inversión colectiva como un fondo de inversión, no necesita estar cubierto por un seguro de depósitos bancarios. Los bancos emiten y colocan entre el público inversionista (generalmente a través de las sucursales bancarias) bonos bancarios entre los que se encuentran los pagarés (pagarés con rendimiento liquidable al vencimiento) y CEDES (Certificados de Depósito), ambos títulos sirven como un mecanismo que los bancos utilizan para financiarse y son conocidos comúnmente como plazos fijos. 

Recuerda que Contante y Sonante es la sección de opinión de +Dinero

En México los títulos bancarios y las cuentas de ahorro están bajo el cobijo del Instituto Para la Protección del Ahorro Bancario  (IPAB) que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), quien asegura el dinero depositado por los inversionistas hasta por 400 mil UDIS (aproximadamente 3 millones de pesos) 

¿Los títulos emitidos por el gobierno federal están cubiertos por el IPAB? Los bonos emitidos por el gobierno no necesitan estar asegurados, de hecho, es redundante solo imaginar que el gobierno necesita asegurarse a sí mismo; el Banco de México tiene una máquina de imprimir dinero que es el “seguro” más importante de un tenedor de bonos emitidos por el gobierno federal. Ningún banco comercial por muy grande que sea tiene la facultad de imprimir circulante, la ley lo prohíbe, el monopolio de la emisión de dinero lo tiene el banco central de este país y, como resultado, es el garante de que el inversionista en bonos gubernamentales pueda recibir su capital y sus rendimientos.

Sin temor al titubeo, puedo afirmar que los activos más seguros en México son los bonos de corto plazo emitidos por gobierno federal. Mi aprendizaje durante aquellos meses de 2008 y 2009 en los que el sistema financiero global trastabilló al borde del precipicio me dejaron claro que es importante buscar una institución que gestione nuestro patrimonio, pero lo es más definir qué tipo de activo será el que utilicemos para invertir nuestro patrimonio. 

En mi experiencia es común encontrar a personas que piensan erróneamente que las inversiones bancarias están libres de riesgo. Las recientes quiebras de bancos regionales en Estados Unidos son un botón más de la importancia de diversificar el patrimonio en activos que entendamos, porque la única forma de enfrentar un riesgo es sabiendo que existe.

Les deseo felices inversiones. 

Edgar Arenas Sánchez es economista, gerente comercial en una casa de bolsa en México, profesor de economía bursátil en la UNAM, blogger de Rankia México y autor del libro “Invirtiendo y entendiendo”, reconocido por la Universidad Anáhuac, universidad de Cantabria y Santander Financial Institute como mejor asesor de inversiones en 2020 y 2021.

Twitter: @garoarenas

LinkedIn: Edgar Arenas

Email: [email protected]

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