Cada cierre de año es una oportunidad de reflexión, son esas pausas en la vida de las personas que nos permiten reconocer los ciclos ofreciéndonos la posibilidad de renovarnos. Así como la noche da paso a un nuevo día distinto del anterior, el año que termina nos abre las puertas para pensar en el futuro del que se aproxima.

Una de las características de estas fechas es que no puede disociarse del mundo de la gastronomía. Las reuniones de trabajo, las posadas, la convivencia familiar, y las celebraciones son generalmente acompañadas de comidas y bebidas que fortalecen nuestros vínculos personales.

El poder unitivo de la gastronomía no reconoce fronteras, sucede así en cada rincón del planeta, y por ello nos obliga a considerarla como uno de los patrimonios más importantes de la humanidad.

La gastronomía no es sólo un complemente de la vida social, sino fuerza de unidad de esta. Para la economía, la temporada navideña es también un respiro. La inflación no deja de ser una pesada carga para el consumo, pero dadas las características sociales y culturales de la temporada, no será tampoco un lastre inamovible. Economía, cultura y tradición no pueden separarse en esta temporada navideña.

El consumo en los restaurantes suele incrementarse en algunos estados del país hasta en un 100% durante la temporada decembrina. Los restaurantes ven en la temporada un vergel al saberse llenos de amigos, colegas y familiares que se reúnen cada año en esta temporada para intercambiar regalos o anécdotas al calor de una comida o bebida en un ambiente de total relajación.

Las empresas suelen reunir a sus colaboradores ofreciéndoles una comida que les recuerde que son parte de un proyecto común, de una familia laboral que les reconoce y les agradece lo hecho en el año que termina. La legislación fiscal incluso prevé un porcentaje de deducibilidad en este tipo de gastos incentivando así su realización.

Las tradicionales posadas perderían su magia y colorido sin las piñatas que colgadas y rotas han derramado sus dulces y frutos sobre los amigos y la familia que comparte la alegría de la temporada. Tan solo el año pasado, según el gobierno de México, el valor de producción de frutas y productos relacionados con las piñatas superó los 17,000 millones de pesos. El ponche calienta los corazones en las noches frías de un invierno que se avecina y el chocolate remoja el pan reconfortando el alma abriendo el anecdotario de nostalgia y de recuerdos.

El bacalao, los romeritos, el pavo, las peladillas y los turrones se hacen presentes en la mesa del comedor en estas fiestas junto con tantos otros platillos típicos de la temporada, para recordarnos que nos son tiempos ordinarios sino de celebración, de armonía y de paz. Pocos saben que México es uno de los principales exportadores de bacalao seco y salado (Ling) del mundo cubriendo casi el 20% del mercado. El recalentado nos reúne al día siguiente sabiendo que sólo en la intimidad familiar se puede encontrar la fuerza y la confianza sin importar el plato o la formalidad sino la seguridad de poder “picar” de la olla rescatando los sabores más profundos del ayer.

Con el brindis de un vino espumoso se celebra un año que termina y se recibe uno que comienza. México no sólo produce grandes vinos en la región de Enseñada, Valle de Guadalupe, Querétaro y Chihuahua, sino que en 2022 ocupaba el lugar 26 del mundo en la producción de uva de mesa, siendo Sonora uno de los principales productores del país y con ello ayudar a sellar el pacto –con doce uvas– de ser mejores, renovando el compromiso de superación con uno mismo.

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Sin embargo, más allá de romanticismo de la Navidad, hay mucha gente que no tiene la posibilidad de tener todo lo anterior, hay desafortunados en la vida que se enfrentan a esta temporada sin más que el frio y soledad; aquellos que sufren en los hospitales una enfermedad que no reconoce temporadas, aquellos que no han superado la pérdida por alguna desgracia reciente (como tantas familias en Acapulco, por ejemplo), aquellos que…

Ofrezcamos, si tenemos la posibilidad de hacerlo, acercar nuestra mesa en este diciembre a los más necesitados, compartamos algo en estas fechas que alimente nuestros corazones y el de los demás. No terminemos nuestra reflexión personal del año sin que hagamos valer nuestra humanidad más allá del sentimiento y de las emociones.

Contacto:
Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA
Director de Le Cordon Bleu-Anáhuac
[email protected]
twitter: @DirectorLCBMx

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