Por Alejandro Caballero*

Las universidades tradicionales que funcionan en un campus enfrentan obstáculos cuando tratan de aumentar la matrícula estudiantil. Es un fenómeno que sucede en todo el mundo. El problema es especialmente grave en los países en desarrollo más avanzados, donde la población en edad universitaria se está reduciendo por primera vez debido a las menores tasas de natalidad. Además, el crecimiento de la economía del trabajo esporádico (o gig economy, como se le conoce en inglés) y la disminución de las llamadas profesiones de por vida han llevado a algunos jóvenes a preguntarse si el título universitario tradicional de cuatro años todavía vale la pena.

Mientras tanto, el interés por la educación superior impartida de manera digital continúa en aumento. Según Hoper Business Consultancy, Brasil experimentó una disminución anual del 16 por ciento en la matrícula de educación superior presencial entre 2014 y 2016. Esta baja se vio impulsada por la reducción de los subsidios gubernamentales para los estudiantes, los cambios demográficos y una economía deprimida. Por el contrario, la matrícula de educación en línea y de educación mixta (presencial y en línea) aumentó un 13 por ciento anual entre 2012 y 2016, en tanto que el 37 por ciento de los nuevos estudiantes universitarios optó por la educación a distancia.

Frente a estas tendencias, las universidades han tomado conciencia de que deben crear más programas mixtos y en línea de calidad para sobrevivir en un entorno más complejo. A nivel mundial, el mercado de la educación superior alcanza los 2.2 billones de dólares, de acuerdo con analistas de datos de HolonIQ. (i) Si bien las instituciones presenciales tradicionales todavía representan la mayor parte —el mercado en línea está valuado en 30,000 millones de dólares—, se pronostica que en el futuro los segmentos de educación mixta y en línea crecerán más rápido que la educación presencial.

De hecho, aumentar la matrícula en educación a distancia se ha transformado en una alternativa “de vida o muerte” en la educación superior. Esto ya lo observamos en Colombia, donde muchas universidades tradicionales tienen dificultades para crecer o incluso mantener niveles históricos de admisión de estudiantes. En países menos avanzados como Ghana y Kenya, donde las poblaciones de jóvenes aumentan y las instituciones de educación superior podrían beneficiarse de un dividendo demográfico, existe una gran oportunidad para ampliar la cantidad de estudiantes de educación a distancia y así aumentar los niveles de cobertura. En todos los mercados existe un potencial enorme representado por los adultos que trabajan, quienes están cada vez más interesados en el mejoramiento de las cualificaciones y el aprendizaje permanente. Para este grupo demográfico, la gran ventaja de la educación en línea es su mayor flexibilidad.

Sin embargo, muchas instituciones de educación superior necesitan apoyo externo para aprovechar este potencial. Esto generalmente se presenta en la forma de administradores de programas en línea, es decir, empresas con fines de lucro que desarrollan, entregan y comercializan contenido educativo en línea. Estas firmas ofrecen una experiencia de alto valor en campos como el diseño pedagógico, la selección y la integración de plataformas tecnológicas, la retención de estudiantes y el marketing digital.

Según estimaciones de Holon IQ,  este mercado mundial llegó a 2,800 millones de dólares en 2018 y estaba conformado por alrededor de 50 empresas, de las cuales ocho representaban aproximadamente la mitad del mercado. Gran parte de ellas se encuentra en Estados Unidos y muchas buscan la manera de ingresar en mercados de crecimiento más rápido como México, donde existen unas 3,000 instituciones de educación superior privadas. En tales mercados fragmentados, la llegada de estos actores puede impulsar la consolidación, especialmente en el segmento sin fines de lucro en que las regulaciones limitan las oportunidades de afianzamiento.

A medida que el segmento en línea crece, los modelos de negocios evolucionan. Históricamente, la mayoría optaba por un modelo de participación en los ingresos donde la universidad con la que tenían contrato les exigía que participaran parcialmente en la inversión de capital inicial a cambio de lo cual obtenían una parte de los ingresos. En años recientes, muchos actores eligen un modelo de pago por servicios prestados, donde la universidad paga por los servicios proporcionados (contenido, tecnología, marketing y otros). Algunos ejemplos del enfoque desagregado son las editoriales educativas Pearson (Reino Unido) y Wiley (Estados Unidos), que irrumpieron en el sector de la gestión de programas en línea en 2012 al adquirir Embanet y Deltak, respectivamente.

Es probable que en el corto y mediano plazos veamos a más universidades que aprovechan su experiencia interna recién adquirida para proporcionar dichos servicios. Incluso podrían comercializar sus conocimientos y capacidades a actores externos. Por ejemplo, Utel y Aliat, dos universidades de México con programas de educación en línea, han comenzado a ofrecer servicios de gestión a otras universidades para aprovechar su éxito en el sector. Utel, incluso, se encuentra en proceso de expansión hacia otros países de América Latina.

La Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), entidad del Grupo Banco Mundial que fomenta el desarrollo del sector privado en los mercados emergentes, cuenta con una cartera de inversiones en educación que asciende a 650 millones de dólares. Nuestros clientes incluyen universidades tradicionales como la Universidad Javeriana de Colombia (de 400 años de antigüedad), pero también actores en línea como Coursera, una plataforma global creada en 2011 en Estados Unidos que ofrece servicios de gestión de programas en línea. En nuestras decisiones en materia de inversión nos guía una misión general de ampliar el acceso a una educación asequible, de alta calidad y orientada al empleo. En la educación a distancia, garantizar una calidad sistemática plantea desafíos únicos, y para obtener buenos resultados es esencial proporcionar a los estudiantes sólidas estructuras de apoyo.

En el futuro, esperamos ver el ingreso de diferentes tipos de nuevos actores en esta área. Por ejemplo, las empresas de recursos humanos y de contratación de personal pueden hacerlo dada su experiencia en empleabilidad de estudiantes y los fuertes vínculos con los empleadores. Los gigantes tecnológicos mundiales también pueden meterse de lleno, y así aprovechar sus conocimientos digitales.

Se prevé un panorama completamente distinto dentro de una década. Muchas universidades establecerán alianzas estratégicas para aumentar su presencia online, habrá una proliferación de administradores de programas en línea de diversos tipos, incluidas las universidades en línea que han ampliado exitosamente sus actividades en el área. En resumen, se observará mucho crecimiento y disrupción; probablemente algún grado de consolidación y, lo más importante, grandes oportunidades para las instituciones de educación superior dispuestas a aprovecharlas. Si podemos seguir enfocados en aumentar la cantidad y la calidad de la educación superior, el futuro será brillante.

 

*El autor es especialista en educación de IFC. Este texto es una versión alterna y en español de un ensayo publicado originalmente en inglés por University World News

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

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