Data! Data! Data! I can’t make bricks without clay!

Sir Arthur Conan Doyle

Son 62 las formas que tiene el ser humano para apoyar la cabeza sobre las manos, de acuerdo con un científico alemán del Siglo XIX. 

Esto podría parecer un disparate de no ser por lo específico y al mismo tiempo, intrigante.

Según los cálculos de Christoph Lichtenberg, son siete posturas principales con pequeñas variantes, las que dan el total de posibilidades para saber cómo se puede apoyar la cabeza en las manos. Pero ¿para qué sirve esto? ¿Con qué propósito? ¿Qué método se usó? 

Distinguiendo al dato inútil

Cualquera que haya trabajado con datos se habrá dado cuenta que se pueden armar dashboards y gráficas que tienen el potencial de ser útiles, pero que a más de uno, solo amenazan.

Parece que pasamos ya por el furor del “data-driven”, ahora las empresas y quienes dirigen sus esfuerzos comprenden el valor de tener información accionable sin el agobio de bucear entre cifras o información que no pueden procesar, especialmente si no tienen formación como científicos de datos.

No será noticia, entonces, que acortar esta distancia representa el nuevo reto en las organizaciones de todo tamaño: por un lado, poder extraer la información de la operación con una intención de análisis, pero por otro lado, capacitar a las diferentes áreas en la visualización y generación de conclusiones rumbo a la obtención de mejores decisiones de negocio y el impacto directo en el cliente.

Pero, ¿entonces qué distingue a un dato útil de uno inútil? En una idea, su accionabilidad. El tema es que no hay certeza si en un futro, los datos que hoy parecen accesorios, terminarán por ser cruciales.

Todos adoramos al coleccionista de efemérides o información accesoria que puede alegrar una velada, solo que tras dicha velada, existe la necesidad de aprovechar todo el potencial de los datos sin confusión ni temores.  

Para el caso de analytics, por ejemplo, el error más común que se comete es que se usa en sentido inverso: esto es, se ingresa al dashboard y de ahí a los reportes y a las gráficas en beneficio del mareo. 

Si por el contrario, se accede a esta información con una pregunta en mente, será palpable cómo estos datos y gráficas se vuleven instrumentos de precisión. La herramienta de análisis no debería dictar a qué datos se presta atención. 

Se suplica no ensimismarse

El mundo obsesionado con la velocidad difícilmente repara en su propósito. La dictadura de las pantallas ni siquiera se cuestiona y la inmediatez ha cobrado factura sobre la profundidad. 

Algunos signos de esto: Empieza a ser considerado una grosería no contestar un whatsapp de inmediato. El nivel de inmersión informativa lo dictan los caracteres que Twitter o Instagram permiten. Llamar por teléfono ha perdido tal simplicidad, que ahora uno debería pedir permiso por escrito antes de cometer tal atrevimiento. 

Pero la obsesión y la conducta ensimismada nada tienen que ver con un hallazgo como los datos. 

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El uso práctico de los datos

La data tiene el poder de transformar los negocios y hacer más dispersas a las personas. El tiempo ya no solo es dinero, sino costo de oportunidad ligado a kpis.

No es exagerado decir que cada segundo surge un bit de información que tiene el potencial de cambiar, tanto la dirección de una negociación estratégica, como de generar una crisis nerviosa.

Estos datos —recolectados y catalogados de una manera asociativa— permiten hacer proyecciones, cálculos y generar supuestos que terminan en recomendaciones de nuevas series en una pantalla personalizada de tu servicio de streaming o en la claridad para adquirir una empresa en bancarrota. Los datos son la nueva bola de cristal. La pitonisa. Si se saben utilizar.

Antes, los datos contaban con un proceso muy complejo de extracción, procesamiento y administración. Como cualquier adopción tecnológica, hubo una curva con la cual se perfeccionaron los estándares, el conocimiento y su metodología para asegurar su funcionalidad.

La data tiene tal valor porque parte de unidades de información que cualquier persona en el proceso, genera, analiza, valida y usa en beneficio propio y del usuario con una capa de realidad que no se veía y ahora se aprovecha, según el rubro de que se trate, por ejemplo, los datos son la unidad para lograr:

Mejor toma de decisiones

Mejora en los procesos de innovación

Llevar seguimiento de campañas de comunicación

Ingrementar la agilidad en la cadena de suministros

Comprensión estratégica de los mercados

Mejorar la seguridad y decctiones oportunas de anomalías

Optimización de precios de productos

Eficiencia para plataformas de recomendación

Servicios para incrementar la calidad de vida

Si bien los datos —por sí mismos— no representan un Santo Grial, sí permiten comprender y analizar con claridad un entorno complejo de cara a la predictibilidad y a la optimización de la operación integral de empresas en todas las industrias. Algo que hasta hace unos años era solo un sueño.

Pero atenión, que los datos no tienen por qué alimentar la de por sí entrenada afición que tiene el ser humano a la ansiedad. En realidad no son alimañas que se acercan y escalan el cuerpo para ingresar por donde puedan y apoderarse de la tranquilidad o de la atención. ¿De qué sirven los datos si no hay alguien con salud mental que los procese?

Mientras aún podamos responder esta pregunta los humanos (y no las computadoras), tendremos la capacidad consciente de mantener un sentido de propósito con los datos como herramienta.

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Contacto:

Eduardo Navarrete es Head of Content en UX Marketing, especialista en estrategias de contenido y fotógrafo de momentos decisivos.

Mail: [email protected]

Instagram: @elnavarrete

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